3 mayo,2023 3:07 pm

Influencers virtuales conquistan las redes sociales

 

Berlín, Alemania, 3 de mayo de 2023. Vestida con un chándal y luciendo un singular corte bob de color rosa, la influencer de moda está sentada en una mesa de madera con la mirada absorta en la pantalla de su portátil. En su mano sostiene un bolígrafo y delante de ella hay revistas abiertas y una hoja de papel. “He estado dibujando cosas lindas. No le digan a nadie que no me he duchado”, comenta la japonesa llamada “imma” en la foto de su canal de Instagram. Sin embargo, lo que la foto no revela es que imma no es en absoluto una persona real.

El hecho de que imma sea solo una aparición virtual apenas se aprecia a simple vista en muchas de sus fotos. Pero cuando se la ve en movimiento en sus breves videos, se puede percibir claramente que fue creada en la pantalla de un ordenador. Según Aww Inc, la empresa responsable del desarrollo de imma, se trata de la primera modelo virtual de Japón.

En los últimos años también han surgido influencers virtuales en otros países, especialmente en Asia. Al igual que las modelos en la vida real, adornan portadas de revistas de moda, promocionan productos y algunas incluso dan conciertos ante miles de espectadores.

Para que la ilusión óptica en torno a imma sea perfecta, esta comparte regularmente fotos en las redes sociales en las que aparece con personas reales. Por ejemplo, con el dibujante español Joan Cornella en la inauguración de su exposición en Tokio, o bien con el DJ Steve Aoki y la estrella del reguetón Maluma.

Sin embargo, imma no solo muestra a sus seguidores su vida de jet-set entre metrópolis de la moda y celebridades mundiales, sino también sus sentimientos. “Desde que nací, siempre he odiado sentirme sola”, comenta en una foto en la que aparece con mirada triste, llevando una enorme sudadera y un paraguas negro en la mano. “¿Qué haces cuando te sientes solo?”, pregunta a sus seguidores. En otro post, cuenta una discusión con su hermano.

Con este tipo de discurso emocional, los creadores de imma van claramente más allá de lo virtual, y construyen un vínculo personal con el espectador retratando deliberadamente su figura como vulnerable. Esto parece funcionar bien, porque, aunque imma es claramente identificable como una figura artificial, más de 400 mil usuarios la siguen en Instagram.

Cuando se les preguntó por la evidente artificialidad del mundo emocional de imma, sus creadores declararon a dpa que incluso los influencers reales son a menudo acusados de escenificar una vida falsa en Internet, y añadieron que, en última instancia, la vida de las personas transcurre tanto en el espacio digital que la frontera con la realidad se difumina constantemente. “Todo lo que vemos en Internet y en los medios de comunicación es una narrativa y es decisión de cada uno creerla o no”, puntualizaron.

El experto en medios de comunicación Oliver Zöllner, del Instituto de Ética Digital de la ciudad alemana de Stuttgart, considera que el problema de esta forma de dirigirse a las emociones mediante seres creados artificialmente radica en la falta de transparencia de los programas utilizados.

Tal como explica Zöllner a dpa, no todo el mundo puede reconocer inmediatamente que los influencers virtuales no son personas reales. Y añade: “Tampoco todo el mundo es consciente de los modelos de negocio de extracción y explotación de datos que hay detrás de ellos”. Zöllner habla de una forma de explotación que llega a lo más profundo del ser humano.

Según el sitio web virtualhumans.org, dirigido por conocedores del sector, los influencers virtuales suelen estar controlados en segundo plano por equipos humanos. Imma, por ejemplo, cobra vida en un estudio, entre otros con actores y mediante captura de movimientos (motion capture). En el caso de otros influencers, sin embargo, sí interviene la inteligencia artificial, como Kuki Ai, que puede hablar con sus fans en su página web mediante un robot de chat. La plataforma virtualhumans.org acota que, en las redes sociales, sin embargo, Kuki sigue teniendo que ser controlada por personas reales.

Los influencers virtuales no solo pueden tener emociones, sino también opiniones. Lil Miquela, por ejemplo, considerada una de las influencers virtuales de mayor alcance, no solo triunfa como música y rostro publicitario de grandes firmas de moda, sino también como activista.

En su perfil de Instagram aparece el hashtag “#BlackLivesMatter”. En un post, la eterna joven de 19 años se muestra ante sus aproximadamente 2,8 millones de seguidores con lágrimas manchadas de delineador cayendo por su cara, junto a la frase: “Por la normalización del llanto feo en público”. No está claro hasta qué punto esto parece auténtico a sus seguidores. En cualquier caso, la revista Time nombró a la influencer con flequillo y prominente hueco entre los dientes una de las 25 personas más influyentes de Internet en 2018, junto a nombres como Donald Trump y Rihanna.

También es cierto que imma, Lil Miquela y demás tienen una ventaja imbatible para las empresas frente a sus competidores de carne y hueso: no tienen caprichos humanos impredecibles y son más baratos. “Pero como humano, basta pasar un poco de tiempo con ellas para comprender cómo funcionan. Y probablemente se tornen aburridas muy rápidamente”, añade Oliver Zöllner.

De cara al futuro, Zöllner afirma que las empresas tecnológicas invitan cada vez más a la gente a adentrarse en espacios virtuales “donde se supone que interactuamos entre nosotros y también con figuras virtuales de diversas maneras”. Según el experto, depende de las propias personas crear, a partir de esas posibilidades técnicas, algo que sea útil para la sociedad.

Perfiles de influencers:

Texto: Taylan Gökalp (dpa)