10 septiembre,2023 8:40 am

Retrata Naúl Ojeda triunfo y tragedia de Allende

 

Ciudad de México, 10 de septiembre de 2023. Las fotografías que el artista uruguayo Naúl Ojeda (1939-2002) realizó en Chile antes y después del Golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973, retenidas por la dictadura militar que derrocó al presidente Salvador Allende, y luego rescatadas, se presentan en la librería Rosario Castellanos de la Ciudad de México para conmemorar 50 años de la asonada.

Al despuntar los 70, la represión política en Uruguay lo obligó a salir del país y recorrer Chile, Francia, México y Estados Unidos, donde radicó 30 años.

En Chile se estableció tras participar en la Bienal de Artes Gráficas de Santiago y trabajó como fotógrafo, contratado por la agencia de noticias Prensa Latina, para la cual registró la campaña electoral, el triunfo y el desarrollo del gobierno de la Unidad Popular. En 1972 se incorporó al Ministerio de Agricultura, también como fotógrafo, y retrató el acontecer de los campesinos.

En una de sus columnas periodísticas, el escritor argentino José Steinsleger recordó el compromiso y el arrojo de Ojeda en Chile.

“En vísperas del tancazo (29 de junio de 1973)”, escribió, “Naúl se la había jugado tras escalar un edificio contiguo a la embajada de Estados Unidos. Lo bajaron a tiros. Pero logró escapar, poniendo a salvo el único registro fotográfico de los civiles y militares chilenos que aquel día entraban y salían de la legación diplomática”.

Marcela Ahumada, directora de la Fundación Salvador Allende, destacó en entrevista vía correo electrónico la sensibilidad y el alcance de miras del fotógrafo que retrató la raigambre popular de Allende, por ejemplo a través de personas que se prendían su retrato en la chaqueta o que lo arropaban en las concentraciones y la zozobra que devino con los libros quemados o jóvenes encañonados, como se hace patente en la muestra Chile y la Unidad Popular: La transformación interrumpida.

“Fue capaz de sentir y ver lo que impulsaba al movimiento popular chileno a apoyar al Gobierno del presidente Allende, a pesar de todas las resistencias que despertaban las transformaciones que el programa de la Unidad Popular prometía, dentro y fuera de Chile. Lo más probable es que a Ojeda le haya impresionado mucho esa lealtad y compromiso recíproco entre Allende y el pueblo.

“Esa relación entre el pueblo y Allende se fundaba en un reconocimiento mutuo, Allende conocía al pueblo que aspiraba a servir a través del poder político y el pueblo sabía que con Allende podían contar para acceder a una vida mejor. Naúl Ojeda supo captar ese lazo inquebrantable que se demostró en los mil días del gobierno de la Unidad Popular y que trasciende hasta hoy, lo dejó registrado en su cámara y esa visión es la que destaca en la muestra de lo que fue su paso por Chile y su trabajo como fotógrafo”.

Ante el peligro que enfrentaba con la dictadura, el fotógrafo salió del país con premura -Prensa Latina fue allanada el mismo 11 de septiembre por los golpistas- y su trabajo fotográfico permaneció en Chile.

“En octubre de 1973, su entonces novia Lois Athey, originaria de Estados Unidos, regresó a Chile para recuperar el registro histórico de Naúl y la noche de Navidad, aprovechando que la seguridad del aeropuerto se redujo, sacó los rollos fotográficos escondidos en una cafetera, arriesgando su vida”, relata el sitio de internet de la senadora Isabel Allende Bussi, hija menor de Salvador Allende.

Ojeda se alejó del fotoperiodismo, desarrolló su carrera artística y guardó el material de aquellos días aciagos hasta que 34 años después la familia lo entregó a la Fundación Salvador Allende.

Naúl Ojeda retrató, más que un hecho como el Golpe de Estado en Chile, un proceso: ¿cómo logró esta narrativa visual?

Efectivamente, la obra de Naúl Ojeda no sólo retrata un momento trágico de la historia de Chile como el Golpe de Estado de 1973, el bombardeo del Palacio de la Moneda y la muerte del presidente Salvador Allende, sino también el proceso que antecede al 11 de septiembre y todo lo que acontece a partir del fin de la democracia y la instalación de una dictadura que se prolongó por 17 años.

Durante su estadía en Chile, Naúl Ojeda capta a través de sus imágenes las esperanzas que despertó el gobierno de la Unidad Popular liderado por el presidente Allende, así como los brutales atropellos a los derechos humanos que se empezaron a perpetrar en contra del pueblo chileno desde el mismo día del golpe. Las vivencias de ese periodo quedan registradas en la cámara de Ojeda y de ellas el fotógrafo nos ofrece una imagen del Chile de entonces en el que sobresalen la alegría y el entusiasmo de un pueblo marginado, mal vestido y pobre que como nunca en el pasado confía en conquistar a través de un proceso político inédito una vida futura de dignidad, respeto y derechos para todos.

Ese pueblo transformado en sujeto histórico, que Ojeda retrató, quedó también registrado en su lente cuando se abatió sobre él la represión, el castigo, la tortura y la muerte desde el mismo día del Golpe de Estado. Ojeda logra armar una narrativa visual completa de ese proceso en el que la sociedad chilena pasa de la democracia a la dictadura, de la esperanza a la frustración y al dolor, porque pone sus ojos en ese enorme contraste que entre luces y sombras vive el pueblo chileno antes y después de la muerte de Allende en la Moneda.

La procedencia uruguaya del fotógrafo: ¿implicó una mirada más objetiva y quizá más profunda de los sucesos que atestiguó y documentó, o qué aportó su condición foránea a las imágenes que captó en Chile?

No estoy de acuerdo que la procedencia uruguaya haya determinado algo en su obra y lo digo porque al momento del Golpe de Estado no sólo hubo fotógrafos uruguayos, hubo también alemanes, holandeses, argentinos, brasileños y, por cierto, muchos chilenos.

Lo que sí creo que influyó fue la calidad humana de Naúl Ojeda, su sensibilidad de artista comprometido y su talento para moverse en un escenario atravesado por las tensiones profundas de una sociedad conmovida desde sus cimientos por un experimento político audaz como el que pretendió Allende en plena época de Guerra Fría. Ese proceso y la violencia inusitada del Golpe de Estado quedó retratado en el trabajo de Naúl Ojeda y gracias a su sensibilidad para abordarlo disponemos hoy de un registro que nos remite a un pasado inolvidable que es nuestro deber darlo a conocer a las nuevas generaciones que no lo vivieron.

En las fotografías de Ojeda hay personajes, pero también y, sobre todo, personas que transitan de la esperanza y el fervor, a la zozobra y el temor: ¿Además de la transformación política, como refiere el título de la muestra, que otras interrupciones logró captar el fotógrafo?

Sin lugar a dudas ese tránsito que señalas entre dos emociones tan distintas es muy importante para entender la polarización de entonces entre quienes se sentían movidos por el deseo utópico de una sociedad más justa y solidaria, deseo que llegó a contagiar a un universo significativo de la sociedad y de la política y, en el otro extremo, la réplica defensiva, violenta y bárbara que conspiró desde el inicio del proceso para mantener el orden tradicional y que vio con horror cómo el pueblo transformado en sujeto histórico corría el horizonte de lo posible.

Haber registrado esa tensión formidable y el desenlace que significó pasar de la democracia a la dictadura mediante un golpe cruento e impactante por los niveles de violencia usados para terminar con el gobierno del presidente Allende es uno de los mayores méritos de la obra de Ojeda. En esa transición desde la democracia a la dictadura Ojeda nos muestra los múltiples quiebres que en todos los planos de la vida del Chile del periodo entre 1970 y 1989 se impusieron por la fuerza para detener el avance del movimiento popular, y ese es uno de los grandes aportes de la muestra.

La distancia que estableció Ojeda con el fotoperiodismo para dedicarse después al arte: ¿puede entenderse también como una de las interrupciones, en este caso a una carrera, provocadas por el Golpe de Estado?

No veo una contraposición entre fotoperiodismo o arte, ambas para mí son expresiones que se han utilizado para representar y dar cuenta de momentos y emociones que son importantes de transmitir. Entiendo que cuando uno es testigo presencial de acontecimientos que tienen un rango histórico porque irradian más allá del tiempo y de los confines de un territorio, la mirada que se puede desplegar sobre ellos admite el uso de múltiples lenguajes para darlos a conocer. Lo importante en este caso es que Naúl Ojeda se enfocó en un trabajo que nunca perdió de vista el objetivo de mostrar todas las facetas humanas nobles y abyectas que se pueden repertoriar en un proceso tan complejo como el que vivimos en Chile entre la democracia y la dictadura.

 

Toma nota

Qué: exposición Chile y la Unidad Popular: La transformación interrumpida

Cuándo: hasta el 30 de septiembre

Dónde: Librería Rosario Castellanos del FCE (Tamaulipas 202, Hipódromo, Condesa)

Otras actividades en la librería

– Proyección del documental Allende, mi abuelo Allende, de Marcia Tambutti

11 y 21 de septiembre, a las 17:30 horas

– Presentación del libro Los años de Allende, novela gráfica de Carlos Reyes y Rodrigo Elgueta

11 de septiembre, a las 19:00 horas

– Presentación editorial del volumen Allende, palabra y acción, en coedición con la Fundación Salvador Allende

21 de septiembre, en punto de las 19:00 horas

 

Texto y foto: Agencia Reforma