14 octubre,2024 8:08 am

Alertan de problemas de salud en Las Parotas, Cacahuatepec, que fue inundada por el río Papagayo

 

Acapulco, Guerrero, a 14 de octubre de 2024.-La comunidad Las Parotas es uno de los pueblos más afectados en los Bienes Comunales de Cacahuatepec tras el paso del huracán John, porque un brazo del río Papagayo inundó a la localidad de 200 casas y tumbó varias viviendas, lo que se suma a la pérdida total de los cultivos y el auge de enfermedades e infecciones de la piel por el lodo y la descomposición de los animales que murieron enterrados.

El vocero del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa la Parota (Cecop), Marco Antonio Suástegui Muñoz, dijo que el proyecto hidroeléctrico de la presa La Parota, que detuvo este movimiento social, hubiera provocado muchas muertes en las lluvias recientes, pero advirtió del renacimiento del proyecto en la actual administración federal.

Las Parotas, una de las comunidades más alejadas de los Bienes Comunales de Cacahuatepec y cercana a lo que iba a ser el enorme muro de concreto del proyecto hidroeléctrico de la presa La Parota, fue inundada por los fenómenos meteorológicos Ingrid y Manuel de 2013 y en el huracán Otis de 2023 también fueron afectados por los vientos y las lluvias.

Hay dos caminos para llegar en automóvil a Las Parotas, uno desde San Isidro Gallinero, pero que sigue cortado en el puente La Cimarrona, y el otro desde San Pedro Cacahuatepec después del embarcadero de El Fraile, Los Hilamos y Rancho las Marías.

Los vecinos removieron el lodo por sus propios medios, lo que ha provocado que varios tengan heridas en la piel, el centro de salud está cerrado y apenas llegaron dos máquinas retroexcavadoras del gobierno para rehabilitar el camino.

El brazo del río Papagayo se encuentra a unos 500 metros de la casa de Gilberto Morales y Ofelia Elasio, una de las más cercanas al arroyo que creció por las fuertes lluvias que se suscitaron entre el 23 y 27 de septiembre pasado y que tapó la vivienda de techo de lámina que actualmente está derrumbada.

Ambos habitan otra casa que se encuentra más arriba, pero regresaron este domingo a limpiar y a secar la ropa que pudieron rescatar, en una esquina una señora hacía tortillas en un comal, detrás sólo hay láminas arrumbadas y diversos objetos de la casa que quedaron tirados.

En varios puntos del pueblo, pero particularmente en esta vivienda, se percibió un olor fétido, los vecinos comentaron que son los animales que están enterrados bajo el lodo, lo que está acarreando problemas de salud pública.

A un costado vive el papá de Gilberto, quien también resultó damnificado por el huracán John porque el agua echó a perder sus pertenencias, incluidas los enseres domésticos que hace menos de un año le entregaron.

Enfrente vive Rosalba, quien salió huyendo con los otros cuatros familiares con los que vive cuando el agua le llegaba al pecho, se salvaron al treparse a un techo, pero el agua se estancó por varios días.

Ayer levantaba los escombros de la cocina que prácticamente desapareció, su casa sobrevivió porque es de cemento y la pudo concluir con los apoyos económicos del censo federal del huracán Otis, pero las decenas de kilos de maíz almacenados en costales se mojaron y se echaron a perder.

Otro vecino afectado es Bernardo Morales Marco, cuyo terreno amplio albergaba dos casas, una de ellas es la de su hija y su familia y que fue arrastrada totalmente por el río que llegó a su vivienda, como lo registraron en un video que publicó El Sur el 27 de septiembre en las redes sociales.

Hace unos días Bernardo fue censado, los Servidores de la Nación no lo querían incluir porque no se veía la casa dañada, a lo que el campesino les contestó que ya no existe, sólo quedaron unos pedazos de cemento y la teja del techo.

Unos 100 metros más arriba, rumbo al pozo de agua del que sobreviven tras el desastre, se encuentran los restos de la casa de Isidro, quien huyó con su esposa y cinco hijos a la Escuela Secundaria Ignacio Allende y desde entonces duermen en colchonetas colocadas dentro de un salón que es bodega con varias bancas arrumbadas.

“A empezar de cero”, dijo el campesino mientras relataba sus pérdidas, incluidas las dos hectáreas de siembra. Fue censado recientemente y espera no repetir la experiencia de ser registrado, pero no ser apoyado, como sucedió tras los fenómenos meteorológicos de Ingrid y Manuel de septiembre de 2013, cuando su casa también colapsó, y el sismo de septiembre de 2021, cuando se cuarteó.

Ante el riesgo latente de inundaciones, el Cecop trabaja con la organización Cooperación Comunitaria la posibilidad de reubicar a los vecinos de las 15 casas severamente dañadas en una nueva colonia ubicada en un punto alto con material hecho por los propios habitantes y con el impulso de la agroecología en la milpa.

El recorrido continuó en Rancho las Marías, donde Joaquín Valeriano Morales mostró un terreno arenoso cerca del río Papagayo en el que hasta hace unas semanas estaban creciendo 800 plantas de limón.

Suástegui Muñoz reiteró la crítica a la presa La Venta, de 40 metros de altura, porque su desbordamiento causó el crecimiento del río y se le preguntó qué hubiera pasado si se hubiera construido la presa La Parota, de 200 metros de altura:

“Imagínense toda esa agua, la cantidad, no, hubiera hecho la matazón de gente, nadie se hubiera salvado, esta inundación hubiera llegado hasta Renacimiento, hubiera llegada a la Zapata, La Sabana, al Quemado, al Cayaco, Tres Palos, Xaltianguis, todos esos pueblos del Acapulco rural se hubieran perdido si se hubiera construido la presa La Parota”.

Las presas “desplazan a la gente, no solamente empobrecen a la gente, sino que inundan los pueblos, las comunidades, hoy dimos cuenta, se perdieron gallinas, marranitos, chivos, vacas, se cayeron casas, se inundaron casas, se perdieron cultivos de maíz, de frijol, de calabaza, plátano, de mango, de limón, de copra de coco”, señaló.

El vocero del Cecop advirtió del renacimiento del proyecto en la nueva administración federal en el contexto de la falta de agua en Acapulco, “hay rumores”.

Texto y foto: Ramón Gracida Gómez