31 octubre,2023 5:31 am

A seis días de Otis, árboles, postes y basura en las calles incomunican a Caleta y Caletilla

 

Palapas destruidas, mobiliario roto de los restaurantes, escombros y hasta un yate de lujo encallado, ocupan la franja de arena

 

 

 

Acapulco, Guerrero, 31 de octubre de 2023. En las playas Caleta y Caletilla hay un cúmulo de basura tras el paso del huracán Otis, el mobiliario de los restaurantes destruidos está tirado en la arena.

La zona tradicional de Acapulco está devastada y algunas calles siguen intransitables por árboles y postes de luz caídos que no han sido removidos después de una semana de la catástrofe, lo que genera que los vecinos de esta parte del municipio se encuentren más incomunicados.

Resalta un yate de lujo que quedó encallado en la franja de arena de la playa Caleta y vecinos del fraccionamiento Las Playas contaron que fue una maniobra para sobrevivir de los dos jóvenes que lo tripulaban el martes en la noche.

Durante un recorrido realizado este lunes, habitantes de esta zona de Acapulco nadaban en la tarde, comían un pescado frío y tomaban unas cervezas.

-¿Quieren? Están calientes, pero no le hace, ofreció una señora que se bañó en estas aguas tranquilas y comía con sus vecinos.

“No hay agua, pero aquí con la playa”, contestó un señor cuando se le preguntó cómo estaba. Dijo que en general, toda su casa está destruida, el techo salió volando y el Rotoplas se perdió con las ráfagas de viento.

Eran seis personas reunidas al lado de la entrada de la playa, que consiste en grandes pilares de madera y que con el fuerte viento del huracán Otis quedaron inclinados y parece que están a punto de caerse.

Más adelante está el puente de Caleta que cruza al Mágico Mundo Marino, ambas estructuras están abandonadas desde hace muchos años, pero siguen de pie a pesar del huracán.

Desde este punto se puede apreciar ambas playas, en Caletilla se ve mucha basura acumulada, que hasta antes del huracán era el inmobiliario de los restaurantes. Las sillas y las mesas de plástico están arrumbadas junto con ramas y basura en general.

Unas cuantas lanchas, no más de 10, quedaron varadas en la arena y otra está volcada en medio del agua y sólo se aprecia que está ahí por una parte que flota.

Y del lado de la playa Caleta se observan todas las palapas de los restaurantes arrumbadas y también el mobiliario está destruido por toda la franja de arena.

El yate encallado llegó desde el Club de Yates, que se encuentra del otro lado de esta pequeña bahía. Sus dos tripulantes, contó un vecino que platicó con los dos marinos sobrevivientes al día siguiente del huracán, iban a refugiarse dentro de la Base Naval, pero los fuertes vientos no les permitieron llegar.

Entonces decidieron meterse a Caleta y se estancaron en la arena para conservar la vida dentro del yate, que desde el exterior, parece que cuesta mucho dinero.

En la banqueta, personal de Telmex empezó a instalar la fibra óptica para restablecer el servicio del teléfono y el internet. Alrededor sólo hay muros destruidos y ventanales rotos.

También vigilan elementos del Ejército, más cerca del mercado de Caleta. Algunos comerciantes cocinaban en la banqueta, un señor cargaba a un bebé que lloraba bajo el sol.

Algunos locales están destruidos porque les cayeron encima los postes de luz. Pero la mayoría tiene conservadas sus cortinas de metal, no parece que hubo rapiña como en otros centros de comercio.

A esta zona de Acapulco se puede llegar desde la avenida Costera, hay tráfico excesivo porque todavía hay árboles caídos que entorpecen el avance.

Sin embargo, las calles aledañas están severamente afectadas, en algunas los coches no pueden pasar porque los enormes troncos están tumbados y cortan la calle por la mitad, como en la avenida Circunvalación.

Los vecinos están incomunicados, preguntan cómo está Acapulco porque después de una semana del huracán aún no salen de sus hogares por temor de dejar sus casas o simplemente les parece que está lejos el centro del municipio.

“Parece que hubo una guerra, verdad?”, dijo una vecina de la calle Coyuca desde el balcón de su casa después de avisar que no hay paso más adelante de un cierto punto de la vía. A unos 300 metros está el hotel Flamingos, también destrozado.

 

 

 

 

 

 

Texto: Ramón Gracida Gómez/ Foto: Carlos Carbajal