3 octubre,2022 4:31 am

Abandonados desde el 2013, los damnificados de Loma de San Marcos, Cochoapa el Grande

En la comunidad se distribuyen en hileras 14 deterioradas casas de concreto que construyó el gobierno tras el paso de Ingrid y Manuel para 34 familias afectadas, pero no son habitables porque no cuentan con los servicios básicos

Cochoapa el Grande, Guerrero, 3 de octubre de 2022. La neblina se alzaba desde lo profundo de las barrancas, cubría los caseríos dispersos de las comunidades asentadas en las partes bajas de las montañas, hasta alcanzar a la comunidad de Loma de San Marcos, municipio de Cochoapa el Grande, afectada por el huracán Ingrid en el 2013.

Desde lo alto se distinguen dos hileras de casas compactas de concreto blancas y techo rojo impermeabilizado, que contrasta con las del camino que son de adobe o de tablas.

Al llegar  unos niños gritaban en su lengua materna, estaban sobre un desfiladero cubierto de neblina. A unos metros había cría de una burra muerta por el frío que provocaron las lluvias, la madre intentaba reanimarla. No se observaba a nadie más.

Silencio, en lo que sería la calle principal de Loma San Marcos, donde en hileras se distribuyen 14 casas de concreto, de esas pequeñas no aptas para familias grandes, como suelen ser en la región.

Esas permitirían la reubicación de 14 familias de las 34 afectadas, pero el gobierno sólo construyó 14, dejándolas a medias y sin servicios como energía eléctrica, agua y drenaje, así que no son habitables.

A quienes no les tocó casa del gobierno construyeron con madera y en los espacios vacíos están los baños de temazcal.

La reubicación está en la loma de un cerro, como se les dice a las montañas en esta región, luego de que en el 2013 fuera afectada por el deslizamiento de laderas como técnicamente lo asentó Protección Civil.

Así, desde hace nueve años las familias na’ savi de Loma de San Marcos esperan que se construyan las 20 casas faltantes en este terreno donde fueron reubicados por las afectaciones de Ingrid, el huracán catalogado como el más destructivo, aunque no fuera el más intenso del 2013, según datos de la Comisión Nacional de Prevensión de Desastres (Cenapred).

Sin drenaje, energía eléctrica ni agua y mala calidad de las obras

Además esperan que llegue el servicio de energía eléctrica porque a las casas les colocaron la instalación y los tubos para las bajadas de energía, desde donde salen unos cables que no conectan a nada, no tienen medidor ni se observó algún un poste cerca.

Tampoco llegó el  servicio de agua y la que pudieran tener es de la lluvia por un sistema de tubos cortados a la mitad, colocados a un costado de la pestaña de los techos para recibirla y enviarla a un depósito, que a decir de los habitantes tampoco les dieron.

El sistema de captación está deteriorado por las condiciones climáticas y el tiempo, de origen su colocación no fue la adecuada porque a la larga se rompería el parche del impermeabilizante entre la pestaña y el tubo, y ahora cae libre del techo al suelo.

El drenaje también quedó a medias, les pusieron un baño que no tiene a dónde conectarse, por lo que se quedarían las aguas negras.

A eso se suma la mala calidad de la obra y materiales usados porque los techos están cuarteados. El agua bota la pintura, las gotas caen una a una de los techos, sea del espacio del baño, el cuarto o la cocina.

En el 2013 Ingrid fue el segundo de la temporada de huracanes y sus lluvias se hicieron presentes del 12 al 17 de septiembre afectando a varias comunidades, Guerrero concentró casi tres cuartas partes del impacto total, rebasó los 23 mil 441 millones de pesos de acuerdo a la página de Cenapred.

Loma de San Marcos sufrió el deslizamiento de laderas de los cerros que la rodean, al estar asentada en el llano a una altura de más de mil 918 metros de altitud.

Poco a poco los niños y mujeres salen de sus viviendas, observan con intriga a los visitantes que preguntan por las autoridades respondiéndoles que están en Loma San Marcos Viejo, que no han dejado porque no se construyeron todas las casas, entonces, algunas familias como el delegado vive ahí lidiando con las afectaciones que dejó el huracán.

Los edificios que tienen 

Los pobladores de Loma San Marcos construyeron su iglesia en honor a este Santo, a quien celebran en abril. Sus puertas de madera estaban cerradas y quieren que se construya de concreto.

Les construyeron un aula de la escuela primaria multigrado Mi Patria es Primero, que cuenta con una maestra y un maestro, que no estaban porque era viernes feriado y les dijeron que regresarían el martes.

Aquí se atiende a niños de otras comunidades que caminan para recibir clases.

También tienen la comisaría, aunque el gobierno municipal de la perredista Edith López Rivera, del periodo 2018-2021 la hizo como un comedor comunitario, según las letras rotuladas.

Este edificio muestra la mala calidad de las construcciones porque las gotas del agua de lluvia acumuladas durante la noche mojaban el piso creando charcos.

El poblado es de más de 60 personas adultas, más los menores de edad, y ante las carencias solicitaron les construyan una cancha techada de básquetbol para poder distraerse, luego de las jornadas en el campo.

En espera de que alguna autoridad les haga caso

El delegado de la comunidad, Jacinto Martínez Nava llegó con una bolsa sobre su espalda, jadeando por el largo camino cuesta arriba que hizo para contar que fue en enero de 2015, dos años después del huracán, que empezaron a construir 14 viviendas que terminaron en agosto.

El ingeniero les dijo que regresarían a hacer las demás, ya no volvió y él y los pobladores creen que desviaron los recursos de esas viviendas a otra comunidad.

Así se quedó la promesa de retornar para conectar los servicios de luz, agua y drenaje.

Lo único que han hecho es enviar solicitudes a los presidentes municipales que entran para ver si alguno les puede ayudar a conseguir los servicios y las 20 casas faltantes, pero les dicen que van a preguntar porque ellos no pueden hacer nada.

A pie, la forma de salir del pueblo 

A pie es la forma más rápida de salir de la comunidad de Loma San Marcos a otro lugar. No cuentan con servicio de transporte público desde hace dos años cuando inició la pandemia del Covid-19.

Pasan autos que cubren las rutas a las comunidades que están más abajo y lo hacen dos veces, cuando salen por la mañana y regresan en la tarde. De ahí es escaso o nulo que pasen carros que pudieran llevarlos.

Las rutas que esperan son a Arroyo Prieto, Dos Ríos, Joya Real y Calpanapa.

Para llegar a la cabecera municipal es una hora y media en carro y a pie las tres horas si no llevan carga o niños. Pagan 50 pesos y llegar a Tlapa les sale en 300, por lo que una persona se gasta 600 de ida y vuelta sólo en pasaje.

Los pobladores contaron que en los últimos meses hubo ataques con armas por el camino, por lo que las camionetas de pasajeros del servicio público dejaron de ir.

Recientemente se inauguró un módulo de vigilancia por el presidente Bernardo Ponce García por el crucero a Arroyo Prieto para que vigilen, pero desconocen los motivos.

Carmen Manzano Martínez mostró su casa con goteras, pidió apoyo a los gobiernos porque el lugar no es muy productivo, el maíz se da poco y el espacio de reubicación no les alcanza para sembrar o criar aves, por eso todo está en el pueblo viejo, pero tienen que estar arriba porque ahí está la escuela, la delegación y ahí les iban a dar la atención a la salud.  A eso se suma la falta de agua y baños.

Por eso salen a las comunidades cercanas a comprar algunos productos, no se ofertan alimentos pero sí refrescos y cerveza, de acuerdo a las pintas en las paredes de dos viviendas.

Después de la primaria a los campos como jornalero 

Hermenegildo Martínez García tiene 12 años, ya no estudia porque ya concluyó la primaria en la escuela multigrado Mi Patria es Primero, apenas el ciclo pasado.

Hermenegildo aprendió a leer y a escribir, pese a que los dos últimos años el quinto y el sexto no fue a clases presenciales y los dos profesores que los atienden no iban de manera continua, ni se comunicaban con ellos por otra vía porque no hay señal de teléfono.

El motivo fue la pandemia del coronavirus que sirvió para que los profesores Leocadio Comonfort Pastrana e Idalia Sierra Guerrero se ausentaran cerca de los dos años, luego de la declaratoria.

Los padres y madres presentes se quejaron de que los maestros no fueron porque les decían que los podían contagiar, y este año les entregaron sus papeles a cinco alumnos, dos mujeres y tres hombres que ya cuentan con su certificado de primaria.

Hermenegildo dijo que de esos cinco, empezando por él, no seguirán estudiando porque no hay una secundaria cerca, la próxima está en la cabecera de Cochoapa el Grande, en Metlatónoc o hasta Tlapa.

Cualquiera de las tres no es alternativa para él porque no tiene dinero, es el hijo mayor y único de su familia que para subsistir teje sombreros de palma, huipiles y servilletas y se va de jornalero.

Estudiar sería mudarse y en la cabecera de Cochoapa no tiene familia o alguien que lo reciba y tendría que gastar en sus libros, uniforme y comida.

Al ser el único hijo espera que sus padres decidan salir a trabajar como jornaleros para irse con ellos a los campos de Chihuahua.

Hace nueve años se combinaron los efectos de dos huracanes generando un intenso y prolongado temporal de lluvias, por un lado Ingrid en el golfo de México, y Manuel en el océano Pacífico. Un fenómeno histórico que no se presentaba desde 1958 y que representó uno de los desastres más destructivos de la historia del país, dice la página del Cenapred.

Los fenómenos naturales impactaron en lo social y en lo económico a Guerrero, uno de los estados con mayor índice de marginación y en el cual muchas comunidades aún esperan que las autoridades cumplan la promesa de construcción de viviendas, de puentes, de caminos y escuelas que fueron afectadas, sobre todo en La Montaña.

Texto: Carmen González Benicio / Foto: Antonia Ramírez Marcelino