20 agosto,2020 9:04 am

Abordan en obra teatral cómo se transforma la percepción del rostro con el uso de cubrebocas

Crea la argentina Bibiana Ricciardi la pieza Caras sin rostro, en la que el público interactúa desde sus casas mediante la plataforma Zoom. Lamenta que las obras artísticas por internet no tengan el mismo impacto que las presenciales

Ciudad de México, 20 de agosto de 2020. A raíz del brote de Covid-19, que trajo el cierre de los foros culturales en todo el mundo, la dramaturga y escritora argentina Bibiana Ricciardi se preguntaba cómo hacer teatro en medio de la cuarentena, al tiempo que la invadía una especie de amargura y tristeza.

Durante el encierro había logrado ver puestas en escena que en cartelera siempre estuvieron agotadas pero que ahora, en su versión en línea, no tenían el mismo impacto, o bien había disfrutado de la oferta de otros foros del mundo, pero estaba convencida de que ninguna propuesta suplía la experiencia teatral.

¿Cómo podría ser el teatro del confinamiento y el teatro de la distancia social, cuando se sabe, además, que la vuelta a los escenarios, al menos en Latinoamérica, aún se ve lejana?

Su inquietud coincidió con un concurso organizado por el Instituto Nacional de Teatro de Argentina para apoyar propuestas performáticas en entornos virtuales, y puso manos a la obra.

Por varios años trabajó en una serie documental para la televisión cultural donde mostraba cómo eran los procesos de montaje de las obras de teatro, desde los ensayos de mesa hasta el estreno.

“El teatro no puede ser una pantalla”, asegura en entrevista.

Ganó el concurso al que ingresó con Caras sin rostro, y el premio consistió en dinero para producirla la obra: una experiencia performática que estrenó recientemente y donde recupera una característica fundamental del arte dramático: la convivencia en el mismo lugar del espectador con el intérprete.

Cada miembro del público es intérprete y espectador de sí mismo en esta experiencia inmersiva, explica Ricciardi sobre este recurso que descubrió de un dramaturgo español.

Ella misma da la bienvenida a la sala de Zoom donde se proyecta la obra todos los domingos, a las 18:00 horas de Buenos Aires y 16:00 de la Ciudad de México.

Para ser parte de la función hay que tener a mano WhatsApp, audífonos, cubrebocas y un espejo.

Todo comienza a los tres  minutos, y no se permite ingresar desde ese momento.

A través de WhatsApp, cada espectador recibirá un enlace con un audio, activarlo e inmediatamente después de apagar la pantalla de Zoom, ubicarse en un sitio cómodo, de preferencia en solitario, junto a una ventana, o imaginarla.

En la grabación se escuchan dos voces, una masculina y otra femenina, y cada espectador reacciona a ellas y sus instrucciones. En un punto, hay que ponerse el cubrebocas y mirarse al espejo, y volverse a mirar sin él.

Esa “cara sin rostro” responde a esa “media cara” de las personas que todos alcanzan a ver en la calle en época de pandemia.

“Me hace un poco de gracia cuando escucho a la gente, en los medios de comunicación, diciendo ‘cuándo volvamos a la normalidad’. Yo no creo que vayamos a volver a la normalidad”, asegura Ricciardi.

“El mundo ha cambiado en forma definitiva y a nosotros nos ha tocado la inmensa fortuna de ser espectadores”.

Lo dice con ironía, pero también en serio. Como escritora, mira con curiosidad y asombro cómo la humanidad cambió de un día para el otro.

“Esto es peor que la Segunda Guerra Mundial”, le dijo su padre, sobreviviente de aquel conflicto. “Un día nos levantamos y la vida era otra”.

“Es absolutamente inusitado. Una de las manifestaciones más fuertes que se da es en el cuerpo; es muy importante en tiempos de virtualidad poner el acento en el cuerpo. Y a lo corporal lo que le está pasando es que está perdiendo media cara”, expone la autora.

Piensa incluso en las mujeres que han invertido en unos labios hermosos o en “estirarse” la cara.

¿Para qué?, se pregunta Ricciardi medio serio y medio en broma. “¿De qué manera los ojos ahora serán distintos? Se vuelve a configurar nuestra imagen corporal. ¿Cómo me veo yo sin media cara, sin mi boca y mi nariz?”.

Y por eso resulta tan fuerte la experiencia de mirarse al espejo durante el performance.

Como en el teatro, los aplausos también surgen al final del acto.

Caras sin rostro, en sus primeras funciones, ha tenido espectadores más allá de Argentina: Colombia, Perú, Estados Unidos y México.

Limitada a no más de 30 espectadores a la vez, la experiencia, cuyas entradas pueden adquirirse en www.sondamedia.com, está prevista todo los domingos hasta septiembre.

Texto y foto: Agencia Reforma