19 febrero,2018 7:05 am

Adela Rivas Obé. Heroína de la honestidad

Víctor Cardona Galindo

Ser honesto en un lugar como Guerrero puede costar la vida, eso se demuestra en el libro Adela Rivas Obé. Heroína de la honestidad de Wilibaldo Rojas Arellano, donde se exhibe la ineficacia de las autoridades y el viacrucis que ha vivido la familia, primero para encontrarla y después para obtener justicia. Este es un texto que además de reivindicar la vida de una luchadora social, comienza con el análisis de lo que fue el Partido de la Revolución Democrática (PRD) histórico, pero ante todo es un homenaje a las mujeres de lucha que dejaron su vida en ese partido que fue la esperanza de México.

El libro comienza con el poema “Sin Palabras”  de Frida Varinia “La palabra justicia me sabe amarga… La llamada paz me parece un ave sin vuelo en el desierto”. Frida nos habla de cómo las palabras justicia, dignidad, respeto y paz ya no expresan nada y son sustituidas por otras como: miedo y violencia.

El autor del libro Wilibaldo Rojas Arellano dice en la introducción: “No puedo fallarle a quien salvó mi vida cuando me secuestraron los judiciales el 21 de febrero de 1993. No puedo fallar a quien me cuidó en la huelga de 20 días en octubre-noviembre del 1997”, en referencia a los momentos críticos en que Adela Rivas estuvo a su lado. Este libro sirve también para asomarnos a la vida de su autor y del pueblo de Atoyac.

Wilibaldo recuerda que siendo estudiante residente de la casa de estudiantes 10 de Junio fundada en 1982, conoció a Adela en una marcha campesina que se efectuó de Acapulco a Chilpancingo. Los dos coincidieron en las movilizaciones de 1984 exigiendo subsidio para la Universidad Autónoma de Guerrero que ese año fue golpeada por el gobierno.

Adela Rivas Obé fue descendiente del inmigrante francés León Obé Penitoc, el mismo que vino a instalar la maquinaria que dio vida a la fábrica de hilados y tejidos Progreso del Sur Ticuí y se quedó a vivir acá casándose con una atoyaquense. Los Obé, cuya rama principal está en El Ticuí, son gente de trabajo. Son personas que desde que amanece están dedicadas a su labor. Es gente de paz que vive de su trabajo.

En mi caso conocí a la doctora Adela Rivas allá por 1988, yo era un joven preparatoriano de 17 años y ella una aguerrida dirigente estudiantil de la escuela de Medicina dependiente de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG). Ya era enfermera, y vivía por el rumbo de Ciudad Renacimiento en Acapulco, después se vino a vivir a la ciudad de Atoyac, en aquel tiempo esposa de Wilibaldo Rojas Arellano. Se incorporó al PRD donde siempre defendió con coraje y convicción su postura. Adela fue una perredista pura y combativa consecuente con sus principios.

Recuerdo que Wilibaldo Rojas Arellano llegó al municipio de Atoyac a mediados de abril de 1989 como maestro de la escuela preparatoria número 22, llegando ocupó el cargo de subdirector, al mes siguiente el 5 de mayo se fundó el Partido de la Revolución Democrática. Inmediatamente él y Adela Rivas se incorporaron a las tareas del nuevo partido, el día de las primeras elecciones, el 3 de diciembre de ese año, los dos recorrieron la ruta Río Santiago-Cucuyachi donde les tocó enfrentar las maniobras del fraude electoral. Luego Wilibaldo sería representante suplente ante el Consejo Electoral encabezado por Eleazar Radilla, El Ruso; que tenía sus oficinas en la calle Aquiles Serdán, ahí los perredistas permanecieron ocho días en plantón.

Wilbaldo recuerda que la madrugada de 11 de diciembre de 1989, cuando apenas se había revisado un tercio de las actas de escrutinio, el PRI llevaba mucha ventaja, en Las Delicias, tierra de los Rojas Arellano, con menos de 30 viviendas, el tricolor había sacado 350 votos. Al ver que se estaba cometiendo un escandaloso fraude Otilio Laurel, representante del PRD, exigió al presidente del Consejo Electoral abriera el paquete para contar los votos, pero no aceptó y las cosas se pusieron ríspidas.

La madrugada del 11 de diciembre los perredistas, que estaban en plantón, fueron atacados por más de 300 policías antimotines, que llegaron lanzando piedras de río sobre los manifestantes quienes para defenderse de la agresión usaron las botellas de refrescos que Fulgencio Hernández tenía para su venta en un puestecito que había instalado junto con Lucía Hernández. Setenta cajas de Coca Cola, con 24 refrescos cada una, se quebraron sobre los escudos de la policía, los vidrios quedaron como arena en el piso.

Los 23 heridos que hubo fueron trasladados al hospital en una Combi de la maestra Guadalupe Galeana Marín y a la casa de doña María Manríquez donde los atendía el doctor Elio Dionisio Ponce. A don Gonzalo Jaimes se lo llevaron mal herido a San Jerónimo y después al puerto de  Acapulco.

Ese día los policías se llevaron de rehenes a dos perredistas, uno de la Cuauhtémoc y otro de Cacalutla. Un cochecito Brasilia de Isael Mercado quedó despedazado e inservible de tanta piedra que le cayó. El doctor Elio Dionisio también ya nunca arregló su carro, le puso un nailon en la parte trasera después que lo quebraron los cristales las piedras de los antimotines. A Jesús Valdez le tumbaron un diente de una pedrada.

Luego como método de lucha, el día primero de enero de 1990, se organizó la Comuna Popular Revolucionaria con Octaviano Roque Ruiz a la cabeza y el comisario de El Paraíso Adrián Araujo le tomó la protesta. Así se vino la lucha permanente del PRD en que participaría siempre en primera fila la doctora Adela Rivas Obé.

El 15 de septiembre de 1996, fue baleado en El Paraíso el regidor Mario Valdez Lucena. Un grupo de priistas lo atacó con cuernos de chivo, rifles AR-15 y escopetas automáticas, hecho que le dejó ocho cicatrices de bala, el ojo izquierdo totalmente perdido y el derecho sin pupila, sin iris y recuperada su visibilidad en un 50 por ciento. Actualmente está a punto de quedar ciego por completo. La doctora Rivas estuvo muy cerca de Mario Valdez en su proceso de atención médica, incluso su intervención fue fundamental para que fuera atendido en IMSS de Acapulco.

Fue regidora por su partido en el periodo de 1999 al 2002. Recuerdo que salió electa candidata en una convención de perredistas, y cuando andaba buscando apoyo de los amigos y compañeros la acompañé a la sierra, juntos recorrimos la ruta Atoyac-Paraíso. En ese recorrido hablamos de mis proyectos de vida, me aconsejó que me enfocara en una sola cosa, estuvo de acuerdo que debería ser el periodismo y en escribir. Después que ella ganara la regiduría, yo dejaría la política y así lo hice. Ese periodo que encabezó como alcalde priista Acacio Castro Serrano lo reporteé por entero. Recuerdo a la regidora Adela Rivas defendiendo a los campesinos de la sierra que cayeron en manos de la Policía Judicial y siendo inocentes fueron torturados severamente.

María Elena Parra Mesino fue detenida el 13 de julio de 1999 en Atoyac de Álvarez, acusada de homicidio y encarcelada en el penal de Acapulco, era miembro de las familias de la comunidad de Agua Fría desplazadas por la violencia, Adela le dio seguimiento a ese caso y tuvo que enfrentar a las autoridades penitenciarias porque María Elena sufrió violencia y abusos sexuales dentro del reclusorio de Tecpan de Galeana.

El día 26 de octubre de 1999, como a las 10:30 horas, fue detenido Carlos López Mesino en Mexcaltepec, por el comandante Víctor Manuel Castro Valente, acusado de secuestro y de escribir anónimos junto a Rogaciano Rojas Rojas y Leonel Radilla, los familiares fueron con Adela y ella inmediatamente acudió a la comandancia para pedir al detenido, junto con Silvestre Balbuena el otro regidor del PRD.

Carlos López Mesino contó que lo dejaron de torturar, por el rumbo de la presa derivadora, cuando se escuchó por radio que una regidora se lo estaba exigiendo al comandante Víctor Manuel Castro Valente. Los viejos trabajadores de limpia la recuerdan con cariño, porque como edil luchó por mejorar sus condiciones de vida. Igual dio la cara por los campesinos de El Quemado y otras comunidades de la sierra. Los trabajadores sindicalizados del Ayuntamiento le agradecieron su intervención para que se les otorgara el servicio del Seguro Social.

Adela Rivas Obé, Guadalupe Galeana Marín, Ángeles Santiago Dionicio, Lucía Chávez Hernández, María Manríquez y Angélica Castro, son de esas mujeres a quienes mucho debe el movimiento democrático de Atoyac. Después de concluir su periodo como regidora Adela se retiró del PRD y se dedicó a ejercer su profesión como médica, tanto en su consultorio particular como en el IMSS. No pocos son los que le agradecen su intervención para aliviar sus males.

Aunque los últimos años, ya no teníamos mucho contacto con Adela, seguía todo lo que posteaba en su muro del Facebook, así encontré que estaba dedicada a la religión, pues mucho posteaba oraciones y reflexiones cristianas. Su último post, hecho casi una hora antes de su desaparición, se refería a que la raíz de todos los males es el dinero: “Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores”, 1 Timoteo 6:10.

Adela Rivas Obé tenía 52 años, era médico cirujano, al desaparecer se desempeñaba como directora de la micro-zona del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en la región de la Costa Grande que incluye las clínicas de Papanoa, La Unión y Petacalco con sede en la cabecera municipal de Petatlán. Tenía una antigüedad en el IMSS de 25 años con seis meses en el área médica, de joven fue socorrista de la Cruz Roja de Chilpancingo, enfermera en el Hospital General Regional número 1 “Vicente Guerrero”.

Ella nació en Acapulco el 8 de septiembre 1964, hija de  Jesús Rivas Paniagua originario de Michoacán y de la señora Angelina Obé Rosas nativa de El Ticuí. Fue madre de Bolívar Darío de 23 y Emiliano Rojas Rivas de 19 años. Por muchos años fue esposa de Wilibaldo Rojas Arellano miembro del histórico grupo Los Barbones quienes destacaron en la lucha perredista durante la década de los noventa del siglo pasado.

Adela estudió la primaria en el Instituto Victoria de Acapulco, la secundaria en la federal número 2, la licenciatura en Enfermería número 2 de la UAG en Acapulco, hizo su servicio social en el Centro Médico Chilpancingo y recibió su título el 4 de junio de 1987. Luego cursó la Facultad de Medicina también de la UAG, en la generación 1987-1993, egresó como médico cirujano, recibió su título el 17 de octubre de 1997 y su  cédula profesional es la número 2597401. Hizo su internado en el hospital Vicente Guerrero del IMSS en Acapulco y su servicio social en la Clínica del IMSS de Papanoa municipio de Tecpan de Galeana en 1993-1994.

Fue una profesionista al servicio de la gente y como dice su familia “al servicio de Dios”. De adolescente trabajó transitoriamente como costurera para ganar unos cuantos pesos para pagar los gastos de sus estudios. Wilibaldo Rojas escribe que fue su hermana Sandra Luz quien le ayudó a conseguir el empleo en el Instituto Mexicano del Seguro Social. “No fue sencillo, fueron varios meses de espera y también hay que hacer méritos”.

Adela Rivas Obé desapareció el 22 de septiembre de 2016 de la clínica 8 del IMSS en Zihuatanejo luego de salir de una reunión oficial de carácter administrativo. En esos días investigaba el robo de medicamentos de la farmacia de la clínica del IMSS de Petacalco.

Después de su desaparición se hizo todo para localizarla viva, desde ayunos, marchas, oraciones y hasta consultas con espiritistas y chiriperos que les decían que estaba viva que no dejaran de buscarla, otros decían que a lo mejor los narcos se la habían llevado para curar heridos. Pero luego su cuerpo sin vida fue hallado por un pepenador el 11 de octubre en un barranco cercano a la Playa Majahua en Zihuatanejo.

La familia no reconoció los restos a simple vista, fue hasta el 17 de octubre que el titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), Javier Olea Peláez anunció que los restos encontrados eran de la doctora, según el resultado de los estudios de ADN que le practicaron.