15 octubre,2024 5:57 am

Alejandro Arcos Catalán

 

 

José Villanueva Manzanarez

 

 

Lo conocí cuando tenía 16 años, apenas cursaba el bachillerato; era un joven carismático, de buen trato y con muchas aspiraciones y proyectos. En cuanto lo tratabas enlazabas amistad con él. Yo era secretario particular del gobernador del Estado de Guerrero, allá por 1996 y tenía unos 30 años de edad. Por ese tiempo se inauguró la Comercial Mexicana (hoy Soriana), el joven Alejandro se acercó a la comitiva del gobernador, le tendió la mano y lo saludó diciéndole: “Yo algún día quisiera ser gobernador como usted, ojalá me conceda una audiencia para platicar”, de inmediato fui instruido para tomar sus datos y citarlo en mi oficina. Lo recibí al otro día, platiqué con él y lo llevé a saludar al gobernador. Nuestro encuentro fue cordial, era casi un adolescente, pero con mucha visión de futuro. A partir de esa fecha tenía su visita constante en mi oficina, me ayudaba en algunas cosas y me acompañaba a las giras donde veía y platicaba con el gobernador, el cuál por algunos años le orientó y apoyó en sus proyectos. Alejandro se convirtió en un amigo entrañable. Después conocí a Sandy, cuando eran novios, y participé en su boda, lo vi crecer como funcionario público, político y ser humano íntegro.

Alejandro era un joven inteligente, avispado, con ganas enormes de servir a su pueblo y a pesar de que nuestros destinos políticos siguieron caminos diferentes siempre permaneció la amistad y la fraternidad.

Aún recuerdo nuestra última entrevista casi una semana antes de su toma de protesta, hablamos de sus proyectos, su interés por fortalecer la seguridad y la paz en Chilpancingo, me pidió ayudarlo a fortalecer algunos programas que yo conozco y después al despedirnos me dio un abrazo y me dijo: “salúdame a Uri, a tus hijos, a tu yerno y recuerda que te quiero mucho”, recuerdo que le contesté: “yo también te quiero mucho”.

El domingo 6 de octubre Alejandro fue arteramente asesinado. Solo tenía seis días de haber asumido la Presidencia Municipal de Chilpancingo. Quienes lo asesinaron y quienes planearon ese acto tan aberrante y cobarde no deben tener paz ni descanso si no la aplicación de la ley; debe haber una respuesta de Estado porque si no la hay estaríamos frente al convencimiento social de que hay poderes fácticos del crimen que sobrepasan a las instituciones legítimamente constituidas, y eso no debe pasar jamás. El poder del Estado Mexicano ha sido conferido de manera legítima y no puede haber ni habrá otro poder por encima de éste, así sea con el uso legítimo de la fuerza.

Ojalá que su muerte no se inscriba en las grandes páginas de la impunidad de Guerrero a la que nos están acostumbrando los que simulan servir, sin resultados y sin justicia.

Alejandro Arcos Catalán no era del PRD, ni del PRI, ni de Morena, era de la sociedad que confió en él, era de todos nosotros, era un padre de familia, era un esposo y un ciudadano ejemplar.

Lo recordaré siempre con su sonrisa imborrable, su abrazo fraterno, su juventud y su ánimo por servir.

 

*El autor fue secretario privado del ex gobernador Angel Aguirre Rivero y director de Justicia Cívica de la Secretaría de Seguridad y Proteccion Ciudadana del Gobierno de la República