21 junio,2021 5:54 am

¿Alternancia o transformación social y política?

Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

 

Los resultados de las recientes elecciones en Guerrero nos muestran una variopinta conformación política en las siete regiones de la entidad. De alguna manera, los sufragios que se contaron son la expresión de un gran número de ciudadanos y ciudadanas que esperan resultados tangibles en este nuevo periodo de gobierno.

A pesar de que en el formalismo jurídico se deja entrever que hay un manejo transparente de los recursos económicos que cada candidato o candidata ejerce para las campañas electorales, en la práctica hay un manejo turbio de las finanzas por parte de los grupos políticos que se han especializado para ejercer la compra de los votos.

Los mismos candidatos y candidatas establecen alianzas con empresarios para inyectar recursos a sus campañas a cambio de prebendas que obtendrán si ganan.

En un estado donde la delincuencia organizada ha sentado sus reales en amplias franjas del territorio guerrerense, su participación dentro de las campañas es imprescindible para afianzar su presencia y control dentro de las estructuras del poder político. Los grupos políticos que disputan los cargos públicos saben que no pueden asegurar su triunfo si no cuentan con dinero en efectivo para asegurar los votos poniéndole precio a cada sufragio. Los que saben de estos negocios tienen bien calculado cuántos millones se requieren para ganar en determinado municipio. Sin estos fondos ningún candidato o candidata le puede apostar al triunfo, porque sabe que la disputa con sus contrincantes políticos no está en el programa de gobierno que plantean, sino en el dinero que distribuyen entre los líderes para corporativizar el voto. Aún con estas triquiñuelas, entre quienes deben de prevalecer los valores éticos, un gran número de ciudadanos y ciudadanas ejercen su voto para castigar o premiar a los candidatos o candidatas. Poco a poco están desmontando las estructuras de un poder político concentrado en las cúpulas de los partidos, acostumbrados a imponer a sus candidatos o candidatas, para asegurar sus privilegios y mantenerse dentro del presupuesto público.

En esta contienda electoral quedó muy marcado el voto diferenciado que ejerció el electorado. En el ámbito estatal la tendencia del sufragio se inclinó hacia el cambio de partido, como sucedió en 11 estados de la República. La figura del presidente Andrés Manuel López Obrador fue determinante en el imaginario colectivo para que el electorado votara por Morena. Además, hay un hartazgo contra los cacicazgos políticos que ha ejercido el PRI, a través de sus dirigentes que se han obsesionado por monopolizar el poder y los negocios públicos. El incumplimiento de compromisos con la población más depauperada y la preservación de cotos de poder al interior de las instituciones públicas infestadas por la corrupción, ha causado malestar y mucha indignación. El contubernio que se expande entre las cúpulas del poder y los grupos de la delincuencia es un problema muy grave que nos ha atrapado en el laberinto de la violencia. Para las víctimas, la experiencia más amarga es la indiferencia y la falta de compromiso de los funcionarios públicos para investigar los delitos y castigar a los responsables.

La pobreza galopante que se profundizó con la pandemia dejó a miles de familias en el olvido. Hubo una gran desatención a la alta conflictividad agraria, con el argumento de que es un problema federal lo mismo que la violencia criminal.

Los pequeños productores siguen sin ser atendidos en las ventanillas del estado, con el argumento de que no hay recursos. Las familias jornaleras de los municipios de la Montaña Alta, de la Montaña Baja y la Costa Chica cargan con el estigma de su indianidad para justificar la explotación y racismo que padecen desde que salen de sus comunidades. El desplazamiento forzado se incrementó en los últimos años, ante el empoderamiento de los grupos de la delincuencia que se expandieron en toda la zona serrana que atraviesa el estado. Son decenas de familias que sobreviven en el desamparo y que además han sido víctimas de asesinatos y ajusticiamientos, causando terror con los cuerpos cercenados de sus autoridades agrarias.

Este escenario cruento explica en cierta forma porqué la necesidad de un cambio de fondo y no sólo de una mera alternancia política, para compartir el poder y distribuirse los cargos por parte de otro instituto político. A nivel de los gobiernos municipales quedó muy marcado el contexto que se vive en cada municipalidad y región. El voto corporativo del PRI sigue teniendo fuerza y presencia, como sucedió en la Tierra Caliente, donde ganó en cinco municipios y uno más en alianza con el PRD. Por su parte, Morena ganó dos municipios y uno el PRD. ¿Qué tanto pesó en el electorado la presencia del crimen organizado, que tiene el control territorial de esta región? En la Zona Norte quedó muy marcado el voto diferenciado entre los 16 municipios de la región. Morena recibió el voto de castigo en Iguala que ganó la coalición PRI – PRD y en Taxco se impuso un nuevo partido Fuerza por México, en rechazo a los partidos mayoritarios. También Huitzuco de los Figueroa recibió una lección del electorado que optó por Morena. La alianza PRI–PRD les funcionó en cuatro municipios, teniendo a Iguala y Teloloapan como sus principales bastiones. El PAN pudo alzarse con tres victorias en Copalillo, Tepecoacuilco y Pilcaya. Fue sorprendente el triunfo del Movimiento Ciudadano en Apaxtla de Castrejón y en General Canuto A. Neri. Para un buen número de ciudadanos y ciudadanas el PES resultó ser una opción en Atenango del Río y en Buenavista de Cuéllar el PT, resultó ser la alternativa contra los partidos mayoritarios.

En la zona Centro el PRI reafirmó su supremacía en Chilapa, que es su principal bastión; en General Heliodoro Castillo, donde hay fuerte presencia de la delincuencia organizada; en Juan R. Escudero, que es la puerta de la Costa Chica y José Joaquín de Herrera, donde hay presencia del crimen organizado.

Un fuerte descalabro que sufrió el PRI fue su derrota en la capital del estado, que forma parte de su clientela cautiva. El triunfo lo obtuvo Morena junto con Tixtla, que fueron municipios estratégicos para sumar la votación con Acapulco que es principal municipio del estado, donde se definen los triunfos y derrotas de los partidos a nivel estatal.

La coalición PRI–PRD les funcionó en los municipios de Quechultenango, Mártir de Cuilapa y Zitlala donde lograron cerrar filas para vencer a Morena. Sorprendieron los municipios de Mochitlán con el triunfo del PVEM, Leonardo Bravo que optó por el PAN, Eduardo Neri se inclinó por el PT y en Ahuacuotzingo se impuso el PRD.

En la región de la Costa Chica la población votó por Evelyn Salgado; sin embargo, marcó su distancia con los candidatos morenistas para las presidencias municipales, donde perdieron todos los Ayuntamientos. Se impuso el cacicazgo ejercido por Ángel Aguirre Rivero al demostrar su fuerza y presencia en los municipios de Copala, Cuautepec, Florencio Villareal, San Marcos, Igualapa y Tlacoachistlahuaca. La alianza PRI–PRD se alzó con el triunfo en Azoyú, Ometepec y Marquelia. El partido que dio la sorpresa en la región fue el PVEM que ganó en Cuajinicuilapa, Tecoanapa y Juchitán. El municipio de Xochistlahuaca fue recuperado por el cacicazgo de Aceadeth Rocha, ante las divisiones de Morena y las disputas internas por la imposición de candidaturas. En San Luis Acatlán los partidos mayoritarios fueron vencidos por el PT.

En la Costa Grande Morena se llevó el triunfo en 4 de los 8 municipios: Atoyac, Benito Juárez, Coahuayutla y Coyuca de Benítez. La coalición PRI–PRD se impuso en dos de los principales municipios: Zihuatanejo y Tecpan de Galeana. El PRI ganó en Petatlán y el PRD en La Unión.

En la Montaña de Guerrero hubo enojo contra el partido Morena y contra el PRI y PRD. Hubo un marcado voto de castigo contra las candidaturas que fueron impuestas por las cúpulas partidistas.

Los triunfos de Morena no fueron tanto por la buena ascendencia de los candidatos, sino más bien fueron producto del castigo de sus electores. Así sucedió en los municipios de Olinalá, que ha sido un bastión del PRI, con los Apreza Patrón; en Huamuxtitlán donde se inconformaron por la candidatura de Soledad Romero, quien fue presidenta municipal por el PRD; en Tlalixtaquilla, hubo también malestar por la candidatura de la coalición PRI–PRD, que perdió con Morena en una votación cerrada. En Atlamajalcingo del Monte, a causa de la división que hubo por la candidatura impuesta por el PRD, que fue en coalición con el PRI, Morena refrendó su triunfo. El PRD mantuvo el control de los ayuntamientos de Acatepec y Atlixtac. El cacicazgo ejercido por Raymundo García sigue imponiéndose en las comunidades pobres de Acatepec y Atlixtac, utilizando ahora a la Policía Comunitaria de Caxitepec para someter a la población que se organiza de manera independiente. También logró imponerse con su candidata, en el Distrito VI para la diputación federal. En el municipio de Alcozauca la división que se dio al interior del PRI, debido a la candidatura de la esposa del actual presidente municipal, le abrió el camino para que ganara el PRD. Por su parte, el PRI mantuvo el control en Copanatoyac, donde se han enquistado cacicazgos políticos al igual que en Xalpatláhuac, donde la esposa del presidente actual refrendó su triunfo con el PRI, después de que el actual edil gobernara dos periodos seguidos. Ante la intentona del actual presidente municipal de relegirse, la población prefirió votar por el PRI. El PT obtuvo el triunfo en Metlatónoc ante el enojo de la población, de que el actual presidente municipal por Morena Zeferino Villanueva, apareciera de nueva cuenta en las boletas electorales. De manera sorpresiva ganó en Iliatenco y en Zapotitlán Tablas. Por su parte el PVEM de manera sorprendente se impuso al PRI, al PRD y a Morena en Cochoapa el Grande, ante la fuerte confrontación que se ha dado y que ha causado varios asesinatos por motivos políticos. Una forma de reprobar esta violencia fue expresar el voto por un partido que no ha tenido presencia en el municipio. En Xochihuehuetlán el electorado se inclinó por el PVEM. En Malinaltepec ganó el PES ante la inconformidad de los ciudadanos y ciudadanas por la relección de Abel Bruno, candidato de Morena. En Tlacoapa un gran número de votantes votó por el PAN, debido a que Morena optó por una candidata que le cerró el paso al ahora presidente electo, Amado Basurto Gálvez. Esto mismo sucedió en el municipio de Alpoyeca donde ganó Movimiento Ciudadano, con un candidato que intentó encabezar la planilla de Morena, y que al no obtenerla buscó al MC.

En el municipio de Tlapa la disputa electoral se mantiene en los tribunales, debido al robo de urnas por parte de gente armada, que se dio en la colonia San Antonio en la noche de la jornada electoral. Ante los titubeos y la falta de oficio político de la presidenta del Consejo del Distrito 27, Blanca Brisa González González, se anunciaron dos resultados, el primero en favor de Morena y el segundo en favor de la alianza PRI–PRD. Mostrando grandes falencias en cuanto a su imparcialidad, objetividad e independencia.

Por otra parte, las 22 diputaciones logradas por Morena, las 11 del PRI, 9 del PRD, 2 del PVEM, 1 PAN y otra del PT, presentan una correlación de fuerzas equilibrada, donde necesariamente tendrán que establecer negociaciones para llegar a acuerdos y garantizar la gobernabilidad. El mandato de la población es impulsar la transformación social y política, el gran desafío está en que la nueva gobernadora, el nuevo Congreso y las presidencias municipales tengan la estatura política para lograrlo.