17 julio,2020 5:19 am

Anna Burns: las distopías del pasado

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Adán Ramírez Serret

 

Cuando pensamos en distopías, en estados fallidos donde nadie es libre y todo mundo vive bajo vigilancia, usualmente pensamos en el futuro, en pandemias terribles, en máquinas que esclavizan a los humanos o en estados totalitarios crueles e inhumanos.

Anna Burns (Belfast, 1962), hace un ejercicio de ficción, terriblemente real, que tiene que ver con la historia, con su país, Irlanda del Norte, en plena Guerra Fría, cuando se vivió una sangrienta guerrilla bajo una profunda opresión, que hizo muy dura, distópica, la vida de sus habitantes.

Me recuerda a una escritora inglesa, Jane Austen, quien 170 años antes, escribía sobre el corsé de una sociedad puritana, “¿Pudieron haber sucedido en un país como éste, en donde la vida social es del tal condición, que cada persona vive rodeada por un vecindario de espías voluntarios, y en el cual en las calles y los periódicos sale todo a la luz?”.

Milkman (El lechero) cambió por completo la vida de su autora, quien hasta antes de esta novela tenía problemas para llegar con dinero a fin de mes, y quien luego de escribirla, se ha catapultado como una de las escritoras más reconocidas de su país, pues con este libro, se llevó nada más y nada menos que premios tan importantes como el Man Booker 2018 (el más prestigioso de Reino Unido) y el National Book Critics Circle 2019.

Milkman es la historia de una joven que vive durante los setentas en una ciudad de Irlanda del Norte, Belfast, podemos pensar; en un mundo oprimido por el Reino Unido, por Inglaterra, en donde sólo hay espacio para los rumores entre los habitantes que odian al Estado, pero no lo pueden decir, y apoyan de manera secreta y peligrosa a los rebeldes-terroristas del IRA (Irish Republican Army, Ejército Republicano Irlandés).

Dice la narradora sobre este mundo, “por aquel entonces, lo mejor era pasar lo más inadvertido posible en lugar de admitir que tus hábitos personales y distintivos habían caído por debajo del estándar de normalidad social. De lo contrario, te ponían el sello de rareza psicológica y te colocaban al margen con el resto de los inadaptados”.

Milkman cuenta la historia de una joven que es extraña, lo es por muchos motivos: no quiere casarse ni tener hijos ni dedicarse a lo que se dedican todos en su ciudad; además, tiene un medio novio que le gusta a secas, sin ningún plan en a futuro; estudia francés y tiene la extraña cualidad –el extraño talento, pienso– de leer a todas horas; incluso, mientras camina, y cuando se le hace de noche, continúa leyendo alumbrándose con una pequeña lámpara.

Su vida corre bajo la normalidad que viven todos, pobres, marginados y brutalmente oprimidos por un país al que odian, pero deben aparentar que respetan; hasta que un día, el lechero –no vende leche que se sepa, pero así le dicen–, comienza a interesarse por la narradora.

La acosa de una forma muy particular: no la toca, no le habla mirándola a los ojos, ni la insulta; pero les pide a sus secuaces que le tomen fotos con ella. Así que mientras él se le acerca, la invita a subir a su coche y ella se niega y lo ignora; les toman fotos juntos y todo el pueblo se entera que ella y el lechero son “algo”, tan sólo porque aparecen en esas fotos juntos.

La sociedad marginal, puritana y chismosa, condena a la chica –por pecaminosa, por interesada y por indecorosa– la “relación” con un hombre tan mayor, la recriminan y comienzan a temerle porque este hombre es poderoso y tiene vínculos fuertes con el IRA. La madre, los cuñados, las hermanas y los compañeros, son espías tan terribles como la KGB.

La novela es la apasionante historia de una joven que es inocente pero no puede probarlo por la sencilla razón de que nadie le quiere creer. Pareciera que es culpable de los deseos que ocasiona y de no cumplir los ideales de sus hermanas y su madre.

Milkman es una obra brillante, un apasionado cuadro de una época gris del pasado reciente de Irlanda. Una historia de una mujer terriblemente valiente y estremecedoramente inteligente.

Anna Burns, Milkman, Ciudad de México, Alianza, 2019. 352 páginas.