17 julio,2020 5:11 am

Salud o economía

Jorge Camacho Peñaloza

 

Nos educan para ser productores y consumidores, no para ser hombres libres.

José Luis Sampedro

 

Se dejó venir, o lo dejaron venir y de repente ya lo teníamos dentro, un ser invisible para el ojo humano vino a detener no sólo planes y agendas programadas, sino vidas y economía, y en medio de ese detente obligado el Covid-19 provocó el cuestionamiento de los valores que han caracterizado las relaciones humanas como el individualismo, el egoísmo, la jerarquización y desigualdad, está marcando el rumbo hacia el actuar comunitario, la solidaridad, no obstante, frente a esa ruta ha puesto a las naciones ente una disyuntiva vital que lamentablemente nos está polarizando perversamente: Economía o salud, entre ciencia de la salud o decisiones políticas, entre necesidades económicas privadas o necesidades de economía social, esa es la encrucijada de la que aún no podemos salir y que muchos optan por alimentarla con posturas polarizantes.

Sin vacuna, sin conocimientos del comportamiento del virus, como su capacidad y potencia de contagio, y el daño que causa en el cuerpo humano, sólo con la certeza de que era poderosamente letal, de inmediato la medida a la que recurrieron todos los países fue el confinamiento, la cuarentena, el “quédate en casa”, el toque de queda sanitario, más allá de las consecuencias y capacidad económica de hacerlo por parte de las personas.

En cuestión de días el Covid-19 develó la grave desigualdad económica en que vivimos, como si no fuera suficiente el diario panorama de la pobreza, quedó evidenciado que la distribución de la riqueza, del ingreso que genera la economía, no permite que la gente se quede en casa en una situación de grave contingencia, a pesar de que por algunos días la gente tuvo que quedarse en casa, algunos porque sus centros de trabajo suspendieron actividades, otros porque pudieron hacer home-ofice y otros de manera voluntaria, mucha gente seguía en la calle, los que viven al día.

En la economía informal del país se ocupa más del 50 por ciento de las personas en edad de trabajar, es decir, de la mano de obra, y ahí se genera casi el 25 por ciento del Producto Interno Bruto. Dicho de otra forma, la economía formal, la que hace trámites y se realiza al amparo de las obligaciones de contribución fiscal, el sector empresarial que forma el gran capital, no tiene la capacidad de absorber la mayor parte de la mano de obra existente en el país.

Y la economía informal es la de los tianguis, la de los puestos callejeros de todo tipo, a la que recurre, de último, la gente que no encontró un espacio de trabajo en la economía formal, es la expulsada de la economía formal. Esa gente, los que se emplean a sí mismos, los microempresarios, porque llegan a tener gente empleada, viven de la venta diaria, van al día, no aguantan una cuarentena, el confinamiento, estas personas no pueden para actividades económicas por mucho tiempo.

Aunado a esta necesidad económica vital del sector informal, que presiona a que la gente siga en la calle exponiéndose al contagio de Covid, está la presión en la economía formal, del interés económico, el de evitar las pérdidas financieras, que las inversiones dejen de rendir, que el capital no incremente, y entonces los grandes empresarios presionan a que no haya cuarentena para que la gente no deje de salir y siga habiendo ventas, consumo, y ganancias.

Entonces hasta aquí se puede decir que el interés económico, la sobrevivencia del día a día y de la ganancia empresarial no puede esperar al Covid, a quienes se contagien, ni a quienes se mueran, el día a día tiene que seguir inevitablemente y la ganancia tiene que sonar, la economía se impone.

Pero por otro lado, van más de 36 mil, repito 36 mil, lamentables muertes en México, son demasiadas, 36 mil desgracias, 36 mil personas que no se esperaría que fallecieran en el 2020, 36 mil familias de luto, 36 mil sueños y experiencias perdidas, más 36 mil mexicanas y mexicanos que han llorado a sus deudos. Más de de 317 mil contagios. En Guerrero mil 152 personas que han perdido la vida, la mayoría en Acapulco, Chilpancingo, Iguala y Zihuatanejo, mil 152 incineraciones, y entonces aquí llegamos a la encrucijada: salud o economía, salir o quedarse en casa, no trabajar o arriesgarse, ganancias o vidas.

Hay quienes piensan que era necesario alargar la cuarentena, que la salud y las vidas eran lo más importante, pero para otros, los que viven al día a día y la necesidad empresarial de ganancia y de mantener empleos, no lo hacía viable por encima a la salud y las muertes; otros plantearon que no era necesario la cuarentena, que la pandemia iba a pasar, que reactivar la economía era urgente, las ganancias y la necesidad de mantener los empleos era más importante que la salud.

Otros países han logrado mantener menos gente en las calles y menos contagios porque hay más equidad en la distribución del ingreso, la gente tiene seguros y mayor ahorro, han tenido menos casos, otros han priorizado la economía y han tenido más contagios y decesos, amén de que el virus desgraciadamente ha golpeado más a los estratos sociales con menores ingresos y niveles de escolaridad, “siete de cada 10 mexicanos que han muerto por la pandemia (71 por ciento), tenían una escolaridad de primaria o inferior”, de acuerdo al estudio Mortalidad por Covid-19 en México. Notas preliminares para un perfil sociodemográfico, del doctor en Ciencias Sociales, Héctor Hernández Bringas, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.

Vuela vuela palomita y ve y dile: A la sabia especialista en salud que se ha convertido la opinión pública, que si el Covid está pegando más a los de abajo, no es porque mis paisanos sean burros o necios, sino por el maldito diseño de la estructura social que tenemos: el hambre y el interés (económico) tienen pies.