24 marzo,2023 4:48 am

Bernardo Esquinca y las capas de la Ciudad de México

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Adán Ramírez Serret

 

Necropolitana es la quinta entrega de la saga Casasola de Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972). Quien con cada nuevo libro se convierte en un autor cada vez más consolidado, y, sobre todo, algo que agradezco mucho: es un escritor que cada vez se lee con más alegría. Es fresco, es accesible y es apasionante. Es ideal para olvidarse un rato del mundo e internarse por las calles del Centro de la Ciudad de México y sus entrañables fantasmas. Para sentir las deliciosas cosquillas del miedo mientras se leen sus novelas.

Esquinca ha logrado algo que parece sencillo, pero que es bastante complicado: tener muchos buenos libros de novela policiaca, algo que en la literatura mexicana no es tan común.

Durante muchísimo tiempo los amantes del suspenso esperaban un autor mexicano de novela policiaca, y aún, esto es completamente personal, recuerdo caminar por el Centro de la Ciudad de México y añorar libros de espantos. Porque hay maravillosos poemas, crónicas y relatos sobre la Ciudad de los Palacios, pero con la excepción de Aura de Carlos Fuentes, siempre harán falta novelas sobre los fantasmas de las antiguas y encantadas casas del centro del ex D.F. que parecen pedir a gritos novelas por la magia que expiden.

La segunda entrega de la saga Casasola, Toda la sangre ya fue llevada a las pantallas en una serie de televisión en la que se respiran las obsesiones de Bernardo Esquinca: la sangre, los fantasmas, y, sobre todo, el Centro de la Ciudad de México.

Necropolitana comienza con Alonso García Bravo cuando había terminado de trazar la Ciudad de México, una voz fantasmagórica se le acerca por la espalda para hablarle en náhuatl: “Tu nombre será olvidado”.

A partir de aquí comienza una angustia de este arquitecto por ser recordado. La siguiente escena se sitúa en el presente, pero en el mismo Centro de la Ciudad de México. Una joven trabaja en uno de estos edificios del Centro que son predios que se han dividido y que fungen tanto departamentos en renta como pequeños negocios. En uno de estos trabaja Otilia quien es la hija de un arquitecto apasionado por los edificios del Centro y por las historias que los rodean. Él ya murió, pero dejó la obsesión por los edificios y los fantasmas de la ciudad en su hija.

Las cosas comienzan a hacerse inquietantes cuando descubren una rata muerta a la entrada del edificio. Hay ciertas cosas extrañas, por lo que Otilia decide ir a las cámaras de seguridad en donde descubre a un hombre que hizo un extraño ritual. Es sobrenatural en muchos sentidos, entre otras cosas levita y termina sacrificando a la rata. Es el Nigromante, el personaje misterioso que recorre las páginas de la novela y que lleva el centro del enigma en su oscuridad.

Más adelante, encontramos al periodista-detective Casasola que anda perdido en el tiempo. No sabe muy bien a qué año lo trajo el umbral hasta que ve en el periódico que es 1957. Descubre y disfruta de esa ciudad mucho más bella en esos días, pero mucho menos interesante para Casasola. La Zona Rosa es hermosa, pero no exótica.

Faltan pocos días para que suceda el terremoto que echará abajo el Ángel de la Independencia. El periodista se pregunta si acaso para eso el umbral lo ha traído a esos días.

Necropolitana se distingue de las otras novelas de la saga Casasola, pues ya no es sólo sobre misterios o ciertos días de la Ciudad de México, sino que se mueve por diversos años desde la fundación de la ciudad. Quinientos años de historias, de tragedias, de fantasmas que traen maravillosas capas que sólo Bernardo Esquinca puede dimensionar.

Bernardo Esquinca, Necropolitana, Ciudad de México, Almadía, 2022. 202 páginas.