15 junio,2023 4:52 am

Buzos marquesanos bajo riesgo constante, entre intermediarios abusivos y sin ayuda del gobierno  

 

El buceo es “lo más hermoso” por todas las cosas que ves debajo del mar que te emocionan y todo se te olvida, dice el presidente de la Asociación de Buzos y Pescadores, Pedro Infante Cruz

 

 

Tercera y última parte

 

 

 

Acapulco, Guerrero, 15 de junio de 2023. Los buzos y pescadores de Puerto Marqués trabajan bajo el riesgo mortal permanente de que las olas los empujen a las rocas, o se queden sin el aire suficiente para regresar a la superficie cuando se sumergen hasta 20 metros para pescar. Cuando hay Mar de Fondo no pueden trabajar y no reciben ayuda del gobierno para subsistir. Además, los intermediarios y restauranteros les pagan poco por los mariscos que sacan y se quedan con la mayor parte de las ganancias.

Sin embargo, el buceo es “lo más hermoso” por todas las cosas que ves debajo del mar, así lo considera el presidente de la Asociación de Buzos y Pescadores, Pedro Infante Cruz, quien empezó a los 18 años a bucear. También es carpintero, pero este oficio “no te deja nada, inviertes mucho; y luego mueble fino, quieren material bueno y no te lo pagan”.

Tienes que comprar los solventes, la madera, las máquinas y la luz. De un trabajo de 40 mil pesos, 25 mil son de inversión. “De allí tienes que ir comiendo y el gasto de la casa y ya no hay entrada más que eso que entró. Y si se te acaba, ya no hay, tienes que tener el puntero para terminar el trabajo y entregarlo. Y es poco lo que te queda, por eso casi de lleno, no me dedico a la carpintería”.

En cambio, el buzo sólo paga la gasolina de la lancha, unos 50 pesos por día. Se juntan unos cuatro o cinco compañeros y ya completan el viaje, “tenemos dos días de trabajo y es lo único que invierto, 50 pesos y mi tiempo”. Son unos 500, 600 pesos diarios si les va bien y de ahí sacan “para dar gasto a tu casa, te da para pagar unas cuentitas por ahí. Te quedan al menos tus 100 pesos y ya vas guardando de 100 en 100 y ahí va”.

La jornada de trabajo empieza a las 8 de la mañana, cuando salen de la playa de Puerto Marqués, otros más tarde; unos se van para Revolcadero, otros más cerca, depende del marisco que quieran sacar. A veces van hasta ocho buzos en una lancha porque no alcanzan, depende del horario de la venta y es por eso que las lanchas se distribuyen y muchos tienen diferentes horarios.

Una de las peticiones que hicieron durante la visita del senador Ricardo Monreal, en abril pasado, son dos lanchas con motores “para estos tipos de recorrido, para hacer los estudios y todo eso porque las lanchas que tenemos no alcanzan para los compañeros para trabajar porque nos obligan a trabajar en las lanchas de la cooperativa, como viene especificado en los permisos. Si traemos lancha particular de algún compañero, nos para el operativo de la Marina, regrésate, tu lancha no es para eso, vas a trabajar en tu lancha, así como lo dice tu permiso”.

Las herramientas de los buzos son una barreta, visor y aleta y la llanta “para ir echando arriba”. Descienden a puro pulmón, sin tanques de oxígeno, “porque así ya no devastamos, ahí saca lo que puede, lo que alcanza a sacar. Yo he bajado hasta 19 brazadas, 20 brazadas de profundidad. Ahorita ya estoy grande, puedo bajar 16, 17, pero muy fácil”.

Hay dos formas de pescar, una es a la “orilla” del mar sin descender tanto, trabajo que no es complicado “pues subes y bajas, está bajito, no es necesario de que te quedes todo el tiempo que aguante. Dejas tu barreta abajo, hallas el marisco, si no alcanzas a sacarlo, dejas la barreta e igual”.

Pescan así, cuando el mar está tranquilo, pero cuando está “alto todos nos vamos a lo hondo porque allá te sacude menos, no hay riesgo de que te vaya arrojar hacia una piedra porque ahí te pegas a la orilla, viene una ola grande, te bota pa’ fuera. Y si la ganaste, te va bien y no te cortas o no te quiebras un pie o una mano; y en lo hondo no, porque te defiendes más, porque la ola empuja nada más. Y tú ya sabes cómo defenderte, pero en la orilla no”.

Cuando hay Mar de Fondo o “cuando el mar está muy bravo, tengo mi ahorrito y de ahí vamos comiendo ya, para pasar ese tiempo”.

Pero no hay apoyos de las autoridades y “nomás se van acabando las áreas de trabajo y bien gracias, ves cómo le hacen”, señalando hacia donde se escuchaba los taladros de construcción, por la zona del condominio Vista Real.

 

La destrucción de vestigios arqueológicos

 

La lucha actual es precisamente contra ese desarrollo inmobiliario que fue construido en 2006 con “máquinas adentro del mar, empujando toda la piedra. Desbarataron ahí, vamos a decir así, un área llena de almeja roja, almeja chocolata, pulpo, caracol, almeja reina. De todo tenía esa área”.

“¿Ya pintaron abajo de la ballena? ¡Ah, qué la chingada!”, exclamó Barnard Ávila mientras observaba los grafitis realizados en las rocas donde están los petrograbados, a unos 400 metros del condominio Vista Real, y que están en riesgo, según los buzos, de ser destruidos por las nuevas construcciones.

Es un área de vestigios que datados entre el año 200 y 750 después de Cristo, señalan Rubén Manzanilla y Alberto Mena en un artículo de 2017 de la revista nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). En su trabajo, los académicos denuncian que las constructoras y las autoridades municipales no han respetado los acuerdos a los que se llegaron en 1990 de respeto a la reserva, “poniendo en peligro la existencia de los diferentes componentes de este importante sitio arqueológico”.

Otro riesgo para los buzos es el mismo descenso al mar porque son dos minutos en los que “debes de tener más precaución porque a veces el aire se te acaba más rápido por el movimiento que haces”. En esos 120 segundos buscan y sacan los mariscos que se resisten; por ejemplo, la langosta a la que enganchan, pero el animal “patalea abajo y empieza a retorcerse y ahí es donde se te acaba el aire. Y es ahí, donde debe uno tener mucha precaución porque tanteas el aire que cargas todavía para poder salir arriba”.

El peligro es cuando los buzos se descompresionan “por bajar muy profundo y no tener la precaución de guardar la reserva de aire para salir. No cuentan con la salida de lo hondo, sino que hasta que se les acaba y ellos cuando quieren, salen temblando”. Infante Cruz compartió la historia de cuando tuvo que salvar a un compañero con el que fue a pescar, pero éste andaba crudo, “y nosotros tenemos prohibido llevar gente que se droga, llevar gente que anda en estado de ebriedad, porque es mucha responsabilidad. Imagínese, se me muere ese compañero y van a decir que lo maté”.

Relató que el buzo pescó una langosta, pero vio otra “y le tira y yo todavía vengo subiendo pa’rriba y lo vengo viendo y le tira y se desengancha, y queda la langosta parada en la piedra y vuelve a tirar nomás ahí. Nomás se dio vuelta porque ya en la desesperación ya no la aseguró”. Los dos estaban sumergidos, pero Infante Cruz salió a la superficie y desde ahí vio cómo su compañero iba subiendo “y de repente lo veo que baja el brazo y se queda así”, como desmayado, con los bajos caídos y la cabeza colgada, imitó Infante Cruz durante su relato.

“¡Erso, éste se está muriendo ya! Y bajo corriendo, nadando recio, bríncole de aquí de los cabellos, me lo llevo pa’rriba. Lo bueno es que no había aire como ahorita que se arrastra la llanta. Agarré, yo no supe de dónde saqué fuerzas, bótolo arriba de la llanta y empezó a…”, Infante Cruz balbuceaba.

Continuó: “Y le quité el visor y me acordé, bájalo más al agua y mételo y sácalo, hasta que, ah, empezó. Y le dije, güey, ya no vuelvas a andar conmigo, me vas a comprometer. ¿Por qué no la dejaste? Después hubieras ido. No me contestó, todavía veía yo que temblaba. Le digo, súbete más, súmete la cabeza, aguanta aire. Y así, aguantando aire, sacarlo y sumirlo, sacarlo y sumirlo, ya pues se restableció. Lo reactiva. Y ya se controló, ya no buceó el compañero. ¿Ya no vas a bucear? No, ya tengo miedo. Me sumo y siento que me va a volver agarrar”.

Esto pasa cuando los buzos no miden el tiempo que pasan sin respirar y quieren pescar de más, “el marisco que ahí que se quede, tu vida es la importante. El marisco puedes hallar otro más adelante, pero éste se avorazó”, dijo Infante Cruz, con más de 40 años de experiencia en el buceo de pesca.

Los marquesanos salen de la bahía para trabajar, “aquí ya no se puede porque ya lo tenemos vedado todo, toda la bahía, para repoblación. Es voluntario porque es parte de nuestro esfuerzo que estamos haciendo para que se repueble la bahía otra vez”. Llevan cuatro años con esta regla y al que no la cumpla se le castiga.

Bucean en otros bancos de ostiones que están de Punta Bruja a Punta Revolcadero, “ahí sacamos y con medidas, con tasas de aprovechamiento, como lo dicen mucho: 10 docenas cada socio”. Los que salen de la bahía a las 8 de la mañana, regresan a mediodía. Algunos venden por cuenta propia la pesca que realizaron en el día, otros como Infante Cruz, entregan a los restaurantes que les pagan a 80 pesos la docena, algunos a 100. “Pero a ellos les conviene, le ganan 300 la docena y a ti te la pagan a 100”.

La cooperativa obtuvo una concesión en 2020, después de muchos años de solicitarla, para tener un varadero propio donde dejar sus lanchas. Les fue entregada por la entonces secretaria de Gobierno, Olga Sánchez Cordero, en un evento en Acapulco, donde estuvo presente el gobernador priista Héctor Astudillo Flores.

Sin embargo, la cooperativa busca ahora cambiar esta concesión para vender mariscos ahí directamente al turista porque “pagamos 87 mil pesos anuales sin tener ninguna ganancia, nomás para varar la lancha”. El plan es tener una cabaña y vender la docena a 150, en vez de los 250 que cobran los restaurantes. “Ya te alivianas, de que te den 800, ya vas agarrando clientela, ya el turismo sabe que ahí vendes o gente del pueblo. Ya tendríamos más ingreso y ésa es la ventaja que tenemos de vender lo propio, lo propio directo, ya no hay intermediarios”.

Infante Cruz tiene 63 años, considera que ya está “grande, a mí ya no me van a dar trabajo en la obra, a mí no me van a dar trabajo en una empresa. ¿Y de qué voy a vivir? Imagínate. La gran problemática que tenemos nosotros como pescadores, como yo lo digo a veces, a nosotros nos ven como el patito feo”.

A pesar de todo, dijo que el buceo es “lo más hermoso” porque “abajo se te olvidan las cosas porque ves tantas cosas diferentes que te emocionan. No sientes cómo se te va el rato, muy hermoso, más cuando el agua está limpia”.

 

 

 

Texto: Ramón Gracida Gómez / Foto: Cortesía de Juan Barnard