18 junio,2021 5:48 am

Comprar más camiones de basura no resuelve el problema

Jesús Castillo Aguirre

 

Hay que decir en primer término que el trabajo pestilente de recoger basura para cargarla al camión y trasportarla al sitio de disposición final, es un trabajo que nadie quiere realizar. En la pirámide de los empleos de un municipio es el primer peldaño del trabajo que toma una persona en última instancia. De trabajar en la basura a trabajar como como policía preventivo, es preferible para un padre de familia que su hijo trabaje de policía. Pero la basura encierra un mundo fascinante.

La basura domiciliaria, o de cualquier origen, es de lo que todo mundo quiere deshacerse al instante. Pero para un sector laboral (formal e informal) la basura también tiene un olor a dinero. Y ese olor no sólo lo tienen los desechos sólidos sino también a todo lo que la rodea, como por ejemplo el sistema oficial que la intenta controlar porque es un problema ambiental y de salud pública. Este sistema y todo lo que lo rodea en Acapulco vale cientos de millones de pesos cada año.

Traigo esto a cuento porque al menos desde el 2005 el problema del aseo urbano de Acapulco, desde la generación de desechos, su recolección, transporte y confinamiento final, se pretende resolver sólo con la compra de camiones recolectores de basura. En cada periodo electoral las y los candidatos son dados a dejarse seducir por el clamor de la gente del sector Saneamiento Básico (SB) de que el problema es por la falta de camiones.

Sin embargo, aun habiendo suficientes camiones recolectores, como los ha habido en su momento, el servicio de limpia en la ciudad no se resuelve de manera permanente. Entonces, el problema es otro.

Lo primero que hay que decir es que el servicio oficial de recolección de residuos se realiza enfocado a varias fuentes esenciales de obtención de dinero que retribuyen más que los salarios formales. Por una parte está el de obtener propinas (pechugas) de los ciudadanos al momento de recibirles su basura en el sistema de campaneo. En esto son muy peleadas las rutas más rentables de la ciudad; y no son los fraccionamientos.

Por otra parte está el dinero que proviene de la recuperación y venta de materiales para el reciclaje o para el reuso. En esta fuente de dinero hay un número considerable de actores involucrados, incluidos dirigentes sociales y políticos.

Pero hay una tercera fuente de dinero que se relaciona con el parque vehicular. En este sector se debe cuantificar el dinero que deriva de la extracción y venta de combustible que se carga diariamente a los camiones: pero también el de extracción de refacciones de los camiones. Un camión nuevo dura como tal apenas unas cuantas semanas. Lo primero que se le pierde es la bayoneta y la llanta de refacción. En dos o tres meses se le cambia el costoso diferencial nuevo por uno usado de un camión urbano.

Pero hay más. El camión recolector nuevo es controlado por los allegados a los mandos para hacer servicios (pechugas) especiales. Sin ningún cuidado levanta desde gruesos troncos, hasta escombro, poda de árboles y más. En días, el tubo de acero que compacta la basura, se echa a perder. En otras palabras, los camiones recién comprados no duran ni seis meses funcionando. Mientras que decenas de choferes se quedan en banca, “porque no hay camiones”.

Por otra parte los dueños de los talleres mecánicos, eléctricos e hidráulicos también se alimentan de los camiones de la basura “descompuestos”. Si cobrar propinas y vender materiales recuperado de la basura es todo un negocio, lo es también el del robo de combustible, de refacciones y hacer uso discrecional de los camiones en operación.

Una fuente adicional de recursos son los llamados servicios especiales que se tienen contratados con altos generadores de basura. Muchas veces esos contratos no se transparentan, y se cobra el servicio en forma discrecional. En tiempos del viejo régimen, hoteles de alta categoría recibían el servicio pagando directamente a funcionarios de SB.

Hasta el 2002 los choferes se asumían como propietarios de los camiones de volteo llevándoselos diariamente a sus domicilios particulares. Ellos mismos les daban mantenimiento mecánico. En esos camiones daban (y dan) también el servicio de acarreo de grava, arena y escombro, eludiendo o atendiendo las indicaciones de sus mandos.

Tan maleado está el sistema de recolección de basura que un gobernante municipal quiso una vez resolver por las noches el barrido manual de la Costera comprando una costosa barredora mecánica. Nadie la quería operar pues esa máquina no podía cargar basura y atraer propinas. El único operador que era obligado a ello salía de la oficina de saneamiento a barrer la costera pero antes de llegar al objetivo bajaba los cepillos en el tramo empinado de Las Cruces a La Cima. Cuando llegaba a La Cima, la barredora estaba completamente inservible por lo que regresaba a estacionarla y a pedir un camión con el cual sí podía hacer pechugas. Y así, hasta que la barredora quedó inservible y quedó como chatarra.

Lo mismo sucedía con otros equipos mecánicos adquiridos de buena fe por funcionarios que creían que el problema del descontrol de la basura se debía a la falta de equipo de transporte y de otra maquinaria de apoyo. (Allá por el año de 1994 un gobernante estatal compro cien camiones de volteo para resolver el problema de la basura en la ciudad). Al orientarse todo el sistema a la obtención de dinero extraordinario mediante propinas, extracción de combustible, de refacciones, de ganancias, comisiones y de servicios, este sistema está pervertido de origen. Poner más camiones al servicio de un sistema como este, sin control ni supervisión y con servidores públicos irresponsables, es como tirar el dinero a misma basura.

Omití hablar del relleno sanitario de Paso Texca, del que hay también mucho que decir pues absorbe montos considerables de recursos anualmente pero que no deja de ser un riesgo ambiental latente para los ecosistemas naturales y la salud pública. Hay ahí tanto de que hablar pues en ese sitio opera el mayor centro de recuperación de materiales reciclables, el más grande desde Tijuana hasta el río Suchiate.

Cualquier presidente municipal que quiera resolver el problema del sistema de manejo de la basura en Acapulco debería conocer la experiencia al respecto de los años de 1999 al 2005 y retomar lo bueno para generar innovadas propuestas de solución. No por nada se opta por contratar empresas “privadas”, que en los últimos tiempos son gerenciadas por los propios exfuncionarios públicos que ven en el problema una “oportunidad” de negocio privado ante un sistema viciado de origen.

El problema de fondo es que en torno a la basura, en tanto un jugoso negocio, se genera un entramado y oscuro juego de intereses particulares y de grupo. Hay que empezar por deshacer ese entramado.

 

* Profesor de la Universidad Autónoma de Guerrero.