25 abril,2022 9:20 am

Con un homenaje al escritor Álvaro Uribe, termina la Fiesta del Libro y la Rosa 2022

Se acercan miles de personas a la feria libresca de la UNAM, que luego de dos años de epidemia regresó a su versión presencial

Ciudad de México, 25 de abril de 2022. En su última novela, Los que no (Alfaguara, 2021), Álvaro Uribe narra la historia de una generación de personajes que no llegaron a la meta de sí mismos, que no alcanzaron la plenitud que prometían.

Pese al componente autobiográfico, Uribe, escritor, editor y diplomático fallecido el pasado 2 de marzo a los 68 años, fue, a ojos de sus amigos y colegas, uno “de los que sí”.

“Obviamente, Álvaro es de los que sí, y está en sus libros esa prueba; pero está también en todos nosotros los que, por ser tocados por él de alguna manera, fuimos tocados por la gracia”, expresó la coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, Rosa Beltrán, este domingo durante el homenaje póstumo dedicado a Uribe en el marco de la Fiesta del Libro y la Rosa, que comenzó el viernes y marcó el retorno del encuentro libresco a sus actividades presenciales, luego de dos años de epidemia de Covid-19, en los patios del Centro Cultural Universitario, con miles de asistentes.

En el acto se destacó su calidad lo mismo como creador literario que como persona: reservado, con gran sentido del humor, siempre amable, sonriente y generoso.

“Ese carácter propio de su signo zodiacal; Álvaro era Géminis”, bromeó el crítico Geney Beltrán, quien remarcó las distintas facetas de Uribe: cuentista, biógrafo, ensayista discreto –que no buscaba “escupir en la cara al lector”– y novelista.

Para la escritora Verónica Murguía, quien conoció a Uribe desde la preparatoria –me imponía, porque tenía facha ya de escritor–, compartió la estoica escritura de Uribe revela su condición y su talante filosófico, sin que haya sido en algún momento un asceta, sino un escritor completo.

“Él, definitivamente, fue de los que sí”, coincidió Murguía, “todo lo ve con muchísima atención y preguntándose sobre los mecanismos, sobre los engranajes de las emociones ajenas y las suyas ante lo que atestigua. Perdimos a un súper escritor, a un súper ensayista, a un excelente fabulista y a un cuate increíble”.

“Un agnóstico como él, quiero decir un creador pragmático, hizo de lo imprevisible su capilla y escritorio, una forma elegante de la resignación”, consideró el poeta Hernán Bravo Varela, quien durante 15 años departió cada miércoles junto con Uribe y un grupo de amigos escritores, historiadores, músicos y musicólogos.

Reuniones en las que, sin prisa ni desánimo, el autor de La lotería de San Jorge o Autorretrato de familia con perro, bebía siempre dos tarros de cerveza y “un volumen proverbial de tintos”, recordó Bravo Varela.

“Sorbo a sorbo asomaban sus paradojas de aforista, su recelo de filósofo y su pavor a los consejos edificantes, a las verdades de manual, a los lirismos y pontificaciones”, dijo.

“Olvidaba enérgicamente el ‘cine de arte’ y los libros de autor; el más ligero tufo a intelectualidad le causaba un refinado asco”.

Texto: Agencia Reforma