23 enero,2021 5:19 am

Conjeturas electorales

Jorge G. Castañeda

 

Ya estamos cerca de las elecciones de medio período: dentro de un par de semanas faltarán apenas cuatro meses. Por lo tanto, comienza a ser buen momento para arrancar con los vaticinios, o la pura especulación, que en muchos casos es lo mismo. Me limitaré a los porcentajes de votos, no tanto al número de escaños, a sabiendas que al no haber coaliciones totales los porcentajes no son un reflejo perfecto de las proporciones en la Cámara.

Muchos de los datos más abstractos ya se encuentran disponibles. Faltan nombres de candidatos a gobernador en algunos estados, y sobre todo la identidad de los aspirantes a las trescientas diputaciones de mayoría relativa. Aunque en este último caso, sabemos que una elevada proporción –tal vez hasta las tres cuartas partes– de los actuales diputados buscarán la reelección.

Sabemos también que se enfrentarán cuatro grupos de partidos: las dos alianzas grandes, los tres nuevos, y Movimiento Ciudadano, que en principio va solo. Podemos empezar con los tres nuevos –Fuerza Social, de Pedro Haces, el PES, y Redes Sociales.

Si votan unos cuarenta y cinco millones de mexicanos –un poco menos de la mitad de la lista nominal de 92 millones– y se necesita alcanzar 3 por ciento de los votos emitidos para conservar el registro, los tres nuevos deberán obtener un poco menos de un millón y medio de votos cada uno para sobrevivir y tener representación en la Cámara de Diputados. Hoy por hoy, apuesto a que los tres lo logran; mi duda sería el partido de Haces, a pesar de los apoyos que logre en la 4T. Si así sucede, por definición allí se irán entre ocho y nueve puntos porcentuales del voto.

Luego viene MC. Me imagino que sus dirigentes y simpatizantes esperan entre ocho y doce por ciento del voto y más de cuarenta diputados (tiene 27 actualmente). Me permito dudarlo. Creo más bien que si llega a cinco puntos será un buen desempeño, aunque no sé si habrá valido la pena negarse a participar en la coalición de Va por México. Tengo la impresión que si mi estimación es correcta, PRI, PAN y PRD le hubieran ofrecido más diputaciones de las que obtendrá solo. Pongamos 5 por ciento. Van 13%-14%

Ahora los grandes.  Si nada cambia, la coalición Va por México presentará candidaturas únicas en hasta 220 distritos, pero no menos de 178 distritos. En los demás habrá candidatos de los tres partidos que la conforman, pero de nuevo, por definición, serán distritos donde uno de los tres, y sobre todo PRI o PAN, tienen una gran ventaja. Apuesto a que dicha coalición, a pesar de todo lo que se le critique con lugares comunes como “pragmáticos”, “oportunistas”, “agua y aceite”, “sin propuestas”, etc., se acercará al 40% del voto, si sumamos los sufragios de los tres partidos en los distritos donde no irán unidos (menos de la cuarta parte). Si desglosamos por partido, y con un cálculo optimista, es posible que PRI y PAN se aproximen a 20% cada uno, y el PRD a unos 5%-6%, sobre todo porque ese el gran ganón de la repartición de distritos dentro de la alianza.  Así superarían el umbral de los 42.1% necesario para la sobrerepresentación.  Llevamos 57%-59% del voto, o en la visión optimista, casi 45%.

Ahora la 4T, compuesta electoralmente este año por Morena, PT y Verde. De nuevo, no van en coalición total, y por lo tanto los porcentajes sumados no son perfectos indicadores de los escaños. Hasta ahora, los tres integrantes llevan 151 distritos de fórmula única; pueden ser más todavía.  Pero simplemente por eliminación andamos ya en 41%-43% del voto, si a la oposición le va regular, y sin alcanzar 40%, si a la oposición le va bien. Es mucho menos que en 2018, cuando Morena sumó 36.6%, y los otros dos 3.4% y 4.6%.

Como se ve, si estas estimaciones o conjeturas tienen sentido, la 4T pierde con mucho la mayoría constitucional en la Cámara, y más que posiblemente la mayoría absoluta también. Puede ser la coalición más grande –está por verse– y tal vez pueda contar con una decena de diputados de los tres nuevos (no todos, aun si los tres consiguen el registro).

Todo esto, si las cosas van bien para López Obrador y su gobierno. A juzgar por el fiasco de las vacunas y por el número de muertos, no es probable. A ello se deben, tal vez, el mal humor y los bandazos de la 4T.