15 octubre,2022 9:56 am

Convierte el guitarrista Roger Waters el Palacio de los Deportes en una experiencia sensorial

Llena el ex guitarrista de Pink Floyd el recinto en la Ciudad de México

Ciudad de México, 15 de octubre de 2022. Roger Waters, el alfa y omega de Pink Floyd, convirtió ayer el Palacio de los Deportes en una experiencia sensorial con una puesta en escena al nivel de su talla artística.

Más allá de la contundencia de su sonido, potente y uniforme en el redondo recinto, o de los penetrantes elementos gráficos en pantalla gigante, su puesta en escena de 360 grados, en el centro de la pista, colmó de gusto a las 22 mil 717 personas que lo abarrotaron.

La selección de temas para romper el hielo, a partir de las 21:10 horas, no dejaba dudas: “Comfortably Numb”, “The Happiest Days of Our Lives” y las partes 2 y 3 de “Another Brick in the Wall”, una ráfaga esencial del icónico álbum de 1979 The Wall. Anticipaban un recorrido que apuntaría a lo selecto de la banda que cofundó en el Londres del lejano 1965.

Su This Is Not A Drill Tour lo enmarcan dos enormes estructuras colgantes atravesadas en forma de cruz. Ahí aparecían las animaciones y rótulos alusivos a sus letras, condenando la injusticia, violencia y desigualdad.

Dedicó “The Powers That Be” a las víctimas de represión policial en el mundo, cuyos nombres anunció en los leds: George Floyd, Rachel McCurrie, Mahsa Amini y más, incluso mexicanos como Giovanni López, muerto en Jalisco tras ser detenido por carecer de cubrebocas.

El viaje sonoro y sicodélico se remontó a la época del primer Floyd, con recuerdos al ya fallecido Syd Barrett, compañero de locuras de Waters y compañía. La desgarradora “Wish You Were Here” y la alucinante “Shine On You Crazy Diamond (Parts VI-IX)” fungieron como un memoriam.

Eso sí, el anfitrión compartió fotos de la alineación original, omitiendo a quien llegó después, David Gilmour, con quien lleva años enemistado.

Durante “Sheep”, una oveja inflable surcó el aire por todo el Palacio para provocar alaridos acompasados con la pieza de 10 minutos de duración.

Waters se esforzó por hablar en español con una hoja y fue aclamado cuando agradeció a quienes esperaron más de dos años para verlo, pues el concierto se vendió en 2020.

El icónico cerdo inflable dio la vuelta al ruedo en el intermedio. Fue el preámbulo para decretar el estado de guerra con “In the Flesh” y “Run Like Hell”, de poder atronador.

No tuvo pelos en la lengua para señalar, en pantalla, a los ex presidentes de EU Ronald Reagan como genocida en Guatemala, y a Joe Biden le colocó un “no tarda”. Igualmente, reclamó libertad para Julian Assange al tocar “Déjà Vu”.

Texto: Miguel A. González  / Agencia Reforma