30 enero,2023 5:29 am

Cuidar la democracia

no usar ya

Florencio Salazar

La democracia vale, el autoritarismo cuesta.

Lorenzo Córdova.

 

Este año está marcado por una intensa actividad política, principalmente por la anticipación de campañas de Morena con sus “corcholatas”. Los morenistas se han adelantado al proceso electoral y en el ambiente priva la idea de que la contienda es sólo entre los aspirantes de ese partido. El panorama se presenta aciago y grave. Vean si no lo declarado a Otilia Carvajal por Lorenzo Córdova y Cirio Murayama: el plan B de la reforma electoral tiene los “ingredientes envenenados” que podrían tener como propósito la nulidad de las elecciones de 2024, así como derivar en conflictos pre y poselectorales, que incluso podrían manifestarse en violencia. Y de ser así, ”la democracia no muere pero tendría un daño irreversible porque se busca dinamitar el voto” (El Universal, 290123).

Agrega la información: “Las democracias nacen pero también se mueren si no se les cuida”. Los consejeros publicaron el libro La democracia no se toca, que es, en buena medida, “una interpelación a la ciudadanía para que haga valer los derechos obtenidos, ante posibles regresiones que permanecen latentes”. La entrevista se centra en la importancia de la existencia del INE y de la participación ciudadana.

La democracia no pasa por su mejor momento en América Latina. Un reportaje de José Meléndez señala que “sin completar los primeros 25 años del siglo XXI y las alarmas resonaron por los fallidos intentos de golpes de Estado” en Perú y en Brasil. El análisis hace el recuento de países que superaron dictaduras militares y regímenes autoritarios para instaurar la democracia, pues Mé-xico, Chile, Argentina, Guate-mala, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Honduras, Ecuador, Perú, Brasil Bolivia, Paraguay, Haití y Uruguay se incorporaron a la democracia entre 1980 y 1990. Se mantienen fuera de la democracia en la región Cuba ”con su inamovible y poderoso partido comunista” y Venezuela. El único país que ha mantenido su institucionalidad es Costa Rica (El Universal, 110123). Hay una epidemia antidemocrática y presidentes de Chile y Colombia, en la reciente reunión de Celac, contribuyen con ese virus al exigir la libertad del golpista ex presidente de Perú.

México ha logrado una democracia plena al contar con los ocho requisitos que la definen establecidos por Robert Dhal: libertad de asociación, libertad de expresión, libertad de voto, elegibilidad para el servicio público, competición de los partidos políticos por el apoyo popular, pluralidad informativa, elecciones libres e imparciales y las instituciones dependen de los resultados electorales (econopedia). Cada uno de esos requisitos ha sido un esfuerzo para arribar a un régimen plural, rotatorio y tolerante.

Repetidamente hemos comprobado cómo la democracia es aprovechada por sus adversarios para destruirla. La izquierda fue fundamental para el cambio democrático en nuestro país; pero, como se advierte, una vez ocupado el poder –su corriente autoritaria– pretende destruir lo que también es su propia obra. Los militantes del pensamiento único rechazan la pluralidad y el Estado democrático. Quieren todo el poder por todo el tiempo. Los únicos que pueden evitarlo son los ciudadanos con su activismo cívico y, en su momento, con su voto. Se necesita proteger al Instituto Nacional Electoral (INE), evitar que se menoscabe la libertad de asociación (con grupos de choque) y de expresión (despido de críticos en los medios). Si la sociedad no actúa, si las clases populares siguen sedadas por el paternalismo populista y los partidos y las organizaciones de la sociedad civil siguen sin un candidato unificador, irremediablemente Morena habrá de reelegirse en la Presidencia de la República.

No es suficiente la participación de organizaciones de la SC. Se debe ampliar la información y movilización hacia todos los sectores sociales. La política asquea a no pocos ciudadanos y ese rechazo parece insalvable. Por ello, hay que activar la participación ciudadana: consciente, responsable, democrática. La ausencia del ciudadano deja la política en manos de intereses partidistas. Está en juego la democracia en México para que personas como Alito decidan nuestro futuro.

El foro Punto de Partida, con Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Labastida a la cabeza, ha elaborado una serie de propuestas para enderezar el rumbo. Es buena señal que políticos serios, académicos y científicos se unan en el propósito de hacer valer la democracia. Porque de eso se trata: el poder no está solo, no hay desierto de conciencias, hay propuestas, que son exigencias propias de un régimen de libertades, en el que debe privar la ley. Tenemos confianza en los contrapesos institucionales y legales, pero hay que apuntalarlos.

El poder se desvirtúa cuando, quienes lo operan, carecen de principios. Son los principios los únicos que pueden controlar al monstruo que es el poder. Sin principios no puede haber convicciones ni objetivos de servicio. El político, en todo caso, necesita la combustión de unas cuantas ideas en las que crea con firmeza: una sociedad igualitaria, democracia efectiva y Estado de derecho, se-rían suficientes para evitar la abusiva expansión del poder y la anarquía.

El ciudadano, el estudiante, el trabajador, el empresario, el comunicador, el académico, también son políticos. Unos hacen política –producto de un determinado momento y circunstancia–, otros participan en la política fuera de la actividad profesional y, otros mas –la mayoría– padece la política, es decir, sus consecuencias: el abuso del poder. Durante el régimen del partido casi único México tuvo una democracia primero simulada, luego administrada y enseguida gradual. Dicta-blanda, ogro filantrópico o dictadura perfecta el caso es que acordaron las diferentes fuerzas políticas y, de manera significativa la izquierda, crear instituciones que dieran certeza al voto con la participación y vigilancia ciudadana. Pretender desmontar las instituciones, en efecto, será regresivo.

La política democrática es el vínculo en nuestro enjambre social. Necesitamos a mujeres y hombres con visión de Estado. Se controla la política del poder a través de la sociedad. Mientras el ciudadano no intervenga con su opinión y, en su momento, con su voto, se observará a la política como un enredo de intereses y a los gobiernos como franquicia de quienes lo detentan.

La democracia es la llave para arreglar las cosas.