29 abril,2018 2:25 pm

Desempolva el PRI viejas prácticas: el voto masivo de los burócratas

Texto: Apro / Foto: Diego Simón Sánchez, Cuartoscuro
Ramos Arizpe, Coahuila, 29 de abril de 2018. Cuando los reporteros le preguntaron por tercera vez si declinaría en favor de Ricardo Anaya, el gesto se le endureció a José Antonio Meade y contestó que no lo haría por ningún motivo.
“Meade no declina en ningún sentido, no declina en su deseo de que los departamentos ayuden a los damnificados y no declina en su aspiración, a lo que estoy seguro será la realidad el primero de julio, que es que habré de ganar la elección”, contestó con el gesto adusto.
Después del primer debate, el domingo 22, la situación para el candidato de la alianza Todos por México –PRI, PVEM y Panal– no cambió. No subió ni un punto porcentual sino que bajó un par para estancarse en el tercer sitio, y su discurso mantuvo el débil impacto con el que inició su campaña.
De ahí que empezaron a circular versiones de que en algunos integrantes de la dirigencia del PRI y del gobierno de Enrique Peña Nieto, así como en la cúpula empresarial, había una seria preocupación por el estancamiento de Meade y el nulo éxito de su campaña, coordinada por Aurelio Nuño.
Según versiones de algunos militantes del PRI, el paso a seguir era un cambio de candidato; al final se pensó que ya no había tiempo de hacerlo y sería contraproducente. Asimismo se planteó una eventual declinación de Meade en favor de Ricardo Anaya, candidato presidencial de la alianza Por México al Frente –PAN, PRD y MC–, pero esta posibilidad también se descartó, porque se desconfía del panista.
Por último se dijo que podría optarse por que, soterradamente, una parte del apoyo del partido, empresarial y de gobierno, se inclinara por Anaya, a quien aún le ven posibilidades de vencer a Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia.
En ese contexto Meade empezó a levantar la voz en cada acto de campaña para pedirle a la militancia priista “salir a la calle”, ir casa por casa y convencer a la gente de que voten por él. “Denme su voto”, pidió al final de cada mitin.
Y no dejó de hablar de los dos departamentos de López Obrador, a quien califica de “mentiroso” por no haberlos incluido en su declaración de bienes, aunque el tabasqueño precisó que no lo hizo porque esos inmuebles ya son parte de la herencia de sus hijos.
La voz y el semblante de Meade, sin embargo, se endurecieron al paso de los días en su gira por Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. También su discurso contra el tabasqueño, al que se le han dedicado videos en las redes sociales, donde se mezclan imágenes de violencia con el mensaje de que es un “peligro para México”, tal como se hizo antes de la elección presidencial de 2006. En su discurso, al hablar de López Obrador lo calificó de “personaje violento y peligroso para el país”.
En Matamoros, al término de un encuentro con empresarios y sociedad civil, Meade manifestó que hay que temerle a López Obrador porque está reeditando su discurso violento de las pasadas elecciones: “La guerra sucia implica anónimos y mentiras; una contienda electoral implica contraste. Y en la medida en que ese contraste no apunte a nada que sea falso, no puede ser calificado como guerra sucia”, argumentó Meade.
–Entonces, ¿sí hay que tenerle miedo a Andrés Manuel López Obrador? –pregunta el reportero.
–A mi juicio, sí.
–¿Está reeditando el esquema de 2006?
–Creo que él está reeditando el de 2006 y el de 2012, porque estamos oyendo lo mismo, y peor, en 2018.
–¿Por qué tenerle miedo a Andrés Manuel?
–Por lo que propone en materia de seguridad, por lo que propone en materia económica, por lo que propone en materia de prácticamente todos los temas que implican para el país un retroceso importante.
No hubo un solo acto de campaña en la semana siguiente al debate en el que no se refiriera a López Obrador, ya fuera por sus departamentos, por su propuesta de amnistía, la suspensión del Nuevo Aeropuerto Internacional de México o su intención de cambiar las reformas educativa y energética.
El voto corporativo
Pero al tiempo que Meade cambió su discurso, la estructura del PRI comenzó a moverse como en los viejos tiempos, organizando actos masivos, acarreando gente, ofreciéndoles apoyos y, principalmente, echando a andar una operación de cooptación del voto entre los burócratas
sindicalizados.
Aunque ya lo hacían de manera sutil desde marzo, cuando empezó la campaña, los líderes de los trabajadores sindicalizados de las dependencias federales aumentaron la presión después del primer debate, exigiéndoles a los burócratas conseguir 10 votos cada uno, so pena de recibir sanciones.
Herederos de las viejas prácticas de coacción y cooptación del voto corporativo, la dirigencia nacional del PRI y el gobierno de Enrique Peña Nieto reeditan una práctica que tiene por lo menos 30 años y que en la elección de 1988 fue fundamental para que Carlos Salinas triunfara.
En aquella elección los burócratas sindicalizados fueron parte del operativo para conseguir 1 millón y medio de votos para Salinas de Gortari: 20 sufragios por cada trabajador. La diferencia es que antes todo lo hacían de manera más autoritaria, porque había un control absoluto de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, controlada por Hugo Domenzáin.
Ese control se deshizo en 2003, en la dirigencia de Joel Ayala, con la salida del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, manejado por Elba Esther Gordillo, quien usó a los maestros para formar su propio partido, Nueva Alianza, luego de su rompimiento con el PRI.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en México hay 5 millones 400 mil trabajadores en el sector público. Luego del primer debate y de que Meade no despegó del tercer lugar, los líderes de los sindicatos de burócratas empezaron a presionar más a los trabajadores de algunas dependencias federales, a quienes exigen que lleven el registro de 10 personas cada uno para que voten por el candidato “ciudadano” del PRI.
Trabajadores de algunas dependencias federales, que aceptaron hablar con Proceso a condición de que no se citen sus nombres, comentan sobre este operativo de coacción y cooptación del voto que obliga a cada uno de ellos a llevar el registro de 10 personas –con copia de la credencial de elector, dirección, nombre completo y correo electrónico– que aseguren que emitirán su voto por los candidatos del PRI, principalmente por Meade.
Proceso pudo hablar con trabajadores sindicalizados de Petróleos Mexicanos (Pemex) y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) que han denunciado esta práctica y muestran los formatos que les entregan las directivas sindicales para que consigan los apoyos; además de que los amenazan con sanciones si no acatan las órdenes.