17 junio,2018 6:51 am

Desigualdad en México: más grave y para más gente

Eugenio Fernández Vázquez
 
El Colegio de México (Colmex), bajo la coordinación de Melina Altamirano y Laura Flamand, presentó hace unos días el informe Desigualdades en México 2018. Es un documento bien hecho, novedoso y relevante, pero no es una lectura esperanzadora. Más bien, confirma lo que ya hace tiempo sabíamos: “México tiene una de las tasas de movilidad social ascendente más bajas en el mundo”, y el panorama en desigualdad de ingreso y movilidad social “es muy desalentador”. Para colmo de males, su análisis de las propuestas de los candidatos a la presidencia muestra que están muy lejos de lo deseable.
El caso de la desigualdad en torno a los empleos disponibles y los beneficios que reportan esos empleos, da razones para ese desaliento. Desde inicios del siglo XXI y hasta 2017, las oportunidades para acceder a empleos de calidad han disminuido. Esto se revela, según el estudio del Colmex, en tres datos: “la proporción de trabajadores subordinados que ganan menos de un salario mínimo ha aumentado en más de 50 por ciento; la fracción con seguridad social no ha crecido y la de quienes trabajan sin contrato ha disminuido marginalmente”.
No sólo eso, sino que “a partir de la recesión de 2008, los salarios se han deteriorado para las personas con alta escolaridad y para los empleadores, sin una mejora sustancial en los ingresos de los otros grupos”. La situación es más delicada para unos que para otros. Las mujeres, por ejemplo, “son más propensas a descender en la escala socioeconómica si parten de una posición privilegiada, y las que nacen en hogares con pobreza tienen mayor probabilidad de mantenerse en condiciones de marginación en su vida adulta”.
El estudio presenta dos novedades importantísimas. En primer lugar, presenta una perspectiva de género en todos los apartados. Esto les permite mostrar la gravedad de la disparidad salarial en México, que se manifiesta inclusive entre los estratos más altos de la sociedad: “Las mujeres adultas con estudios universitarios ganan 79 por ciento de los ingresos de los hombres si laboran como empleadas u obreras, 68 por ciento cuando se trata del grupo de patronas o empleadoras y 75 por ciento si son trabajadoras por cuenta propia”.
En segundo lugar, el estudio del Colmex aporta distintos elementos para entender los impactos diferenciados que el cambio climático tendrá sobre la población del país. Por ejemplo, señala que “la población más afectada suele tener pocos bienes y estos tienden a estar más concentrados territorialmente”, lo que los hace más vulnerables. En cambio, los mexicanos más privilegiados “no sólo tienen mayor ingreso, sino que su capital físico y financiero está diversificado, y suelen contar con mecanismos de protección”, como los seguros.
El sexenio que viene no pinta bien en lo que toca a esta situación, al menos si se hace caso a las promesas de los partidos. Según un análisis que realizó el equipo coordinado por Altamirano y Flamand, la desigualdad “aparece con frecuencia en las primeras páginas de los documentos partidistas, particularmente en la sección de diagnóstico”, pero “hay pocas propuestas para combatirla o disminuirla de manera directa”. No sólo eso: “como las propuestas son muy generales, es difícil identificar posiciones fundamentalmente distintas en términos de política pública.”
El estudio del Colmex complementa y pone de realce otros estudios anteriores. Uno que se antoja especialmente relevante en la coyuntura actual fue elaborado para el Banco Mundial y mostró que la desigualdad económica dentro de los municipios y con los municipios circundantes provoca mayor violencia. Si, como tanto se ha dicho en esta campaña, el combate a la violencia es la prioridad de todos, entonces corregir la situación que presenta el documento coordinado por Altamirano y Flamand se vuelve tanto más urgente.
Y si los candidatos no lo tienen claro, toca a la ciudadanía ponerlo en plata, y luchar por que se tomen medidas en la materia. La vida, literalmente, nos va en ello.