8 abril,2024 10:43 am

Destacan en muestra en el Centro de la Imagen, de la Cdmx, que se subestimó la fuerza de Otis

 

Se lleva a cabo la subasta en apoyo a fotoperiodistas de Acapulco afectados por el huracán, en el Centro Histórico de la capital del país. Ofrecen un conversatorio además de Carlos Carbajal, trabajador de El Sur, David Guzmán González y Javier Verdín, moderados por Isabel Briseño

 

Ciudad de México, 8 de abril de 2024. El pasado sábado 6 de abril, se llevó a cabo la exposición y subasta de fotografías titulada Mirada en Crisis, para que con lo recaudado se apoyará a fotoperiodistas de Acapulco afectados por el impacto del huracán Otis.

La exposición se hizo en el Centro de la Imagen, ubicado en la plaza de la Ciudadela en la Ciudad de México y se subastaron 48 imágenes de diversos temas de fotógrafos de todo el país.

En la subasta, se ofrecieron 48 fotografías, de las cuales se vendieron alrededor de 40, la mayoría tuvieron un precio de salida de 450 pesos y fueron en progreso por 50 pesos. Sólo dos obras tuvieron un precio mayor al estipulado, una fue a partir de 2 mil pesos y otra desde 4 mil pesos, ninguna de las imágenes tuvo alguna oferta.

La pieza que tuvo el valor más alto en la compra, fue de mil 700 pesos y era una imagen de un ajolote nadando, que fue comprada por un niño que se encontraba en la subasta acompañado de su padre.

Durante la subasta se comentó que las piezas que no recibieron ninguna oferta podrían ser compradas posteriormente, pero que no se aseguraba el precio de salida y que era probable que el mismo aumentara.

Antes de la subasta, se llevó a cabo un conversatorio en el que los fotoperiodistas Carlos Carbajal, David Guzmán González y Javier Verdín, moderados por Isabel Briseño, relataron su experiencia en Otis.

En una primera intervención se mostró un video recopilatorio del trabajador de El Sur, Carlos Carbajal donde mostró el antes, durante y después del impacto del huracán Otis.

Carbajal recordó que un día antes del impacto de Otis, la cobertura informativa se centró en el asesinato de 13 guardias de seguridad en la localidad de El Papayo en Coyuca de Benítez y que se prestaba poca atención a la amenaza de Otis por el asesinato de los policías.

“Estábamos poco concentrados o preparados en pensar toda la magnitud y la fuerza que tenía el huracán”, dijo Carbajal, que recordó que unas semanas antes había pasado la tormenta tropical Max.

Por la experiencia de fenómenos meteorológicos que ha vivido, Carbajal dijo que no pensó que Otis tuviera la misma fortaleza que el huracán Paulina en 1997 o el fenómeno Ingrid y Manuel de 2013.

Indicó que por la tarde del martes 24 de octubre, observó como algunos hoteles o plazas comerciales empezaron a tomar medidas de precaución a la llegada de Otis, pero que ya en el huracán, en el cielo se escuchaba un sonido como rugido.

Por su parte, David Guzmán González contó que el impacto de Otis no solamente contempla el paso del fenómeno meteorológico, sino que es algo que se queda “para toda la vida”.

Aceptó que todas las personas tienen su propia historia sobre el impacto del huracán y que no se podía ni ver ni escuchar nada y que “dentro de nuestra casa ya no estábamos seguros”. Reconoció que cuando salió de su casa, se impactó debido a lo que se veía en las calles.

“Íbamos viendo cosas más impactantes cada vez, ya comenzaban a saquear desde las 8 de la mañana, ya estaban saqueando tiendas, supermercados”, comentó Guzmán González.

En tanto que Javier Verdín relató que el sonido que provocaba Otis era algo “brutal” y que pareciera que la naturaleza estaba quejándose. En una experiencia personal, dijo que lo vivido fue como una “película apocalíptica” y que él tuvo una lesión en una pierna mientras tomaba fotografías y buscaba señal para mandarlas a los medios en los que colabora.

Verdín criticó las acciones de saqueo que efectuaron muchas personas en todo Acapulco y que en su momento dijo que nunca haría algo así, pero que con el pasar de las horas y los días, supo que era algo necesario para poder estar en condiciones óptimas.

 

Texto y fotos: Juan Luis Altamirano Uruñuela