24 abril,2019 7:09 am

Destruyen las agroindustrias a las comunidades campesinas y las desplazan, revela estudio

Chiapas, Guerrero, Michoacán, Puebla y Veracruz concentran 58.7% de la población jornalera y alrededor de un 30% son migrantes.
Ciudad de México, 24 de abril de 2019. México enfrenta la desaparición de comunidades campesinas y el desplazamiento territorial de jornaleros agrícolas que son contratados por la agroindustria en condiciones vulnerables, ya que ven afectados sus derechos laborales y su integridad física, advierte un estudio elaborado por las Fundaciones Heinrich Böll y Rosa Luxemburg.
De acuerdo con el Atlas de la Agroindustria, elaborado por ambas Fundaciones, la agricultura industrial ocasiona el incremento de los flujos migratorios dentro del país.
Los estados de Chiapas, Guerrero, Michoacán, Puebla y Veracruz concentran 58.7 por ciento de la población jornalera y alrededor de un 30 por ciento son personas migrantes.
Mientras que Sinaloa, Sonora, Baja California, Baja California Sur, Chihuahua y Durango son las principales entidades destino.
Los jornaleros son contratados para trabajar en explotaciones agrícolas, ganaderas, forestales, acuícolas o mixtas únicamente en determinadas épocas del año y pueden ser empleados por uno o más patrones, durante periodos que en ningún caso podrá ser superior a 27 semanas por cada patrón.
Un trabajador agrícola transita en muchas ocasiones por distintas categorías a lo largo de un mismo ciclo o bien pertenece a varias categorías simultáneamente en cultivos diferenciados asumiendo varias tareas en una sola jornada.
“En México, estos procesos activan rutas migratorias al interior del país que atraen sobre todo a población vulnerabilizada por las condiciones económicas y sociales de sus lugares de origen, generalmente campesinos.
“La familia campesina completa los ingresos de la agricultura de subsistencia con empleo temporal en la agricultura intensiva, ya sea durante periodos cortos o intermitentes, o bien, como trabajadores permanentes que envían remesas a sus familias”, indica el Atlas.
La intervención directa en la preparación del terreno, la siembra, mantenimiento, crecimiento y desarrollo del cultivo, explica, representa la base de la pirámide de una necesidad insustituible como lo es la alimentación; no obstante, la población que conforma esta base está inserta en un contexto de marcada desigualdad económica que fomenta la migración forzada.
Liza Covantes Torres, especialista en política pública y vinculación social del proyecto GEF de agrobiodiversidad mexicana y una de las autoras del Atlas, explicó que la producción agroindustrial está controlada por empresas mexicanas que capitalizan la mano de obra de los jornaleros.
Asimismo, las empresas capitalizan la posición de México como centro de origen y diversidad del maíz y la relevancia que tiene este grano en la alimentación de la población y como materia prima en la elaboración de productos alimenticios.
Por ejemplo, Gruma es una corporación mexicana que inició produciendo harina de maíz, después incorporó tortillas de maíz y trigo, y actualmente es una transnacional que anuncia su presencia mundial en cuatro continentes.
“La base de la alimentación mexicana es el maíz pero hay empresas industriales que controlan semillas agroquímicas y al mismo tiempo controlan el mercado. Tenemos el ejemplo de Maseca que les pone una tortillería a los pequeños productores y les otorga una motocicleta para que vayan a entregar tortillas industrializadas a las comunidades rurales sin considerar que en México hay una gran variedad de semillas de maíz y es precisamente esto lo que tendríamos que estar revalorando”, expresó.
Las prácticas de las grandes empresas agroindustriales y la ruta de los mercados internacionales para colocar sus productos es necesario observarla desde una perspectiva crítica, lo cual implica que el consumidor también apueste por cambiar su alimentación hacia un consumo más natural.
“Que la gente empiece a comer aquello que es más natural y menos procesado, consumir alimentos sin conservadores y además incorporar el consumo de verduras frescas”, agregó Liza.
La especialista enfatizó también que la agroindustria contribuye a la erosión de suelos por el empleo de agroquímicos y al acaparamiento de grandes cantidades de agua.
Texto: Evlyn Cervantes / Agencia Reforma / Foto: Agencia Reforma
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