En la Barra de Coyuca la corriente arrasa alrededor de 50 enramadas y la hace crecer medio kilómetro más de lo habitual
Acapulco, Guerrero, 2 de octubre de 2024. Tras el paso del huracán John, el mar se comió 25 metros de la playa de Pie de la Cuesta, por lo que al menos 70 negocios quedaron dañados, mientras que en la Barra de Coyuca la corriente arrasó alrededor de 50 enramadas e hizo crecer la barra medio kilómetro más de lo habitual.
A más de una semana del paso del huracán categoría uno, la corriente del mar sigue alta, las olas siguen llegando a orilla de los restaurantes de Pie de la Cuesta que apenas lograron restablecerse con el apoyo económico del censo federal por el huracán Otis, pero que otra vez tuvieron fuertes daños.
Un recorrido ayer por la franja turística permitió observar la devastación por el aumento del oleaje del mar, de por sí susceptible a estos fenómenos meteorológicos, pero que esta vez, según los vecinos, fue mayor el daño.
El mar se comió la playa de Pie de la Cuesta
Los negocios a orilla del mar de Pie de la Cuesta se encuentran dañados por el huracán John, es evidente cómo el mar llegó a los restaurantes y hoteles y se comió la playa, donde había enramadas y clubes de playas y ahora sólo hay un muro de arena de un poco de más de un metro de arena que resiste al oleaje.
Un breve recorrido por la franja permitió ver que todos los negocios presentan la misma devastación y el nuevo límite de agua, unas palmeras inclinadas resisten y no caen pese a la corriente.
La presidenta de la Unión de Propietarios de Negocios de la Zona Turística de Pie de la Cuesta, María Nelly Mejía Cienfuegos, afirmó que estas palmeras sirvieron de “muro de contención y fue por eso que no comió más” el meteoro de la semana pasada, pero los que no tienen estas plantas tuvieron afectaciones de socavones debajo de sus construcciones.
Entre 65 y 70 restaurantes que se encuentran en la franja de playa de Pie de la Cuesta fueron afectados y “entre unos 25 muy afectados y los demás (con) mediana afectación”, entre ellos Los Yopes, Maira y El Pacífico, puntualizó la líder restaurantera de Pie de la Cuesta.
Comentó que entre los locatarios advirtieron del huracán que iba a llegar y el oleaje comenzaba a subir, por lo que varios quitaron sus enramadas y recogieron su mobiliario.
Finalmente el mar salió, trataron de poner costales, pero “no sirven de nada porque viene la ola y se los lleva como plumita”, entonces el mar se comió unos 25 metros y aún no recupera su estado previo a John.
Afuera de su hotel y restaurante Rocío, integrantes de la Guardia Nacional entregaron despensas a decenas de habitantes de esta zona de Acapulco.
Mejía Cienfuegos indicó que los restauranteros de Pie de la Cuesta necesitan “créditos blandos” para recuperarse, todos recibieron la ayuda económica por el huracán Otis, pero fue dispareja y además vuelven a tener daños que necesitan ser reparados con una inversión económica.
Pese a todo, la restaurantera invitó a los residentes de Acapulco y a los turistas a que visiten esta franja turística del municipio y consuman en sus negocios porque ya están trabajando para rehabilitarlos.
Las enramadas perdidas de la Barra de Coyuca
Durante el cruce de la laguna de Coyuca de Benítez en lancha se pudo observar una casa derribada a orilla de este gran cuerpo de agua y otras estructuras socavadas por debajo de sus cimientos tras el crecimiento del mar y de la propia laguna.
El restaurante Dos Vistas Laguna sirve de referencia para la destrucción ocasionada por el huracán John, actualmente parece que es el último establecimiento de la Barra de Coyuca, pero entre 50 y 55 enramadas construidas a un costado fueron destruidas por el mar, comentó Pilar Cienfuegos.
Se nota el gran oleaje del mar, pero sólo una vecina de la zona como Pilar puede dimensionar la devastación ocasionada por el huracán John debido a que no se observa el fin de la barra, un tronco a varios cientos de metros de distancia sirve de referencia para decir que se extendió casi un kilómetro mientras que lo habitual son 400 metros.
El mar ahora rompe de costado, cruzando con el caudal que aún fluye de la laguna, algunas estructuras están socavadas debajo por el gran flujo de agua, la diferencia con Otis es que no perdieron la energía eléctrica y tampoco están incomunicados por la carretera.
Otros vecinos comentaron que a falta de turistas están viviendo de sus ahorros y de lo que pueden pescar, y en efecto, se vio a varios hombres pescando a orilla de la nueva dimensión de la barra.
Texto: Ramón Gracida Gómez/ Foto: Jesús Trigo