7 diciembre,2021 5:26 am

Diez años del otro crimen de Estado contra Ayotzinapa

TrynoMaldonado

METALES PESADOS

Tryno Maldonado

El 12 de diciembre de 2011, los estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa fueron víctimas de un ataque armado de las fuerzas del Estado en la Autopista del Sol, que va de la Ciudad de México a Acapulco. Aunque este ataque se sumó a una larga lista histórica de actos de terrorismo de Estado contra la normal, fue el que sentó el precedente más inmediato a aquél donde el Ejército, policías y crimen organizado en simbiosis desaparecieron a 43 normalistas de la generación de 2014.
Los hechos de hace 10 años ocurrieron en la salida a Chilpancingo, a la altura del puente del río Huacapa. La mayoría de los alumnos de la Normal de Ayotzinapa habían llegado por centenares en autobuses de la línea Estrella Blanca con el propósito de bloquear la carretera. Demandaban una audiencia con el entonces gobernador Ángel Aguirre Rivero. Exigían el reinicio inmediato de clases luego de más de un mes de paro de sus profesores. Y, además, un aumento –siempre negado por las autoridades– de la matrícula de nuevo ingreso: de 140 a 170 lugares. El gobernador los había dejado plantados y con la palabra en la boca en al menos cuatro ocasiones anteriores. Las bases de la normal optaron entonces por el bloqueo de la autopista como última vía de presión.
Todo sucedió a las 11:45, a plena luz del día. Dos de los estudiantes que viajaron a Chilpancingo fueron asesinados con impactos de bala de alto calibre. Fueron disparos de las armas de los policías que llegaron a desalojar la autopista por la vía de la sangre. La respuesta terminante del gobernador Aguirre Rivero a la demanda estudiantil de diálogo.
Esa mañana, la entonces Policía Federal estuvo reforzada por policías estatales y agentes ministeriales. Fueron unos 300 elementos en total los que dispararon sin miramientos contra las decenas de muchachos nerviosos que intentaban protegerse con piedras, pero que, ante la impotencia y la reciedumbre de la emboscada policial desde dos flancos, se desbandaron a toda prisa bajo una lluvia de balas que duró más de media hora.
Uno de los normalista cayó fulminado por la espalda. Su cuerpo quedó doblado por la mitad igual que una marioneta cuando intentaba cruzar la valla de concreto del camellón que divide los carriles centrales de la autopista, como si hubiera sido empalado. Los estudiantes caídos ese día ante la vista de decenas de personas y de no pocas cámaras, fueron Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús.
Jorge Alexis tenía 22 años. Gabriel, 21. Nadie limpió su sangre durante los siguientes días. Tampoco hubo cenotafios ni coronas mortuorias. Las llantas de los coches que reanudaron la circulación dos horas más tarde, acabaron por borrar cualquier vestigio de la violencia de sus muertes prematuras.
En cambio, los agentes de la Policía Ministerial se dedicaron de inmediato a sembrar casquillos de armas largas por la pendiente del cerro al que habían huido varios de los muchachos. La más temprana e inverosímil versión oficial decía que fueron los estudiantes quienes iniciaron la agresión contra los policías. No con los palos ni las piedras que cargaban, sino con su mismo tipo de armamento: fusiles AK-47 y R-15.
Minutos después de la balacera, justo como ocurrió la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, arribaron vehículos del Ejército a la escena del crimen.
En entrevista para esta columna, Francisco Javier Echeverría de Jesús, hermano del normalista asesinado Gabriel Echeverría hace una década, contó que su hermano quería ser piloto aviador: “Era su sueño. Cuando éramos niños, en el campo, de donde es mi mamá, nos compraban soldaditos, aviones, y de ahí nació el amor de Gabriel por ser piloto aviador. Se fue a Iguala a hacer los exámenes. Fue uno nada más el que no pasó. Entonces cambió su forma de pensar. Y me dijo: ‘Sabes qué, mejor voy para doctor’. Quería ser médico militar. Mi mamá fue la que le dijo que por qué no mejor ingresaba a la normal de Ayotzinapa: ‘Aunque sea de maestro’, le dijo, como decía la gente de tiempo atrás”.
“Pasó la situación. Se llegó lo del 12 de diciembre. Hay muchos videos de la gasolinera en la Autopista del Sol que no salieron a la luz. Hay videos que están cortados. Cuando se incendia la gasolinera la Policía Ministerial, Policía Estatal y la Federal ya estaban de este lado, ya estaban enfrente, en los carriles de la autopista. Siempre he pedido justicia. Siempre he mencionado a los responsables. Por ese entonces estaba con vida el policía ministerial Rey David Cortés Flores e Ismael Matadamas Salinas, fotografiados disparándole a los normalistas con un fusil R-15. Ambos fueron detenidos pero liberados en unos meses. A Rey David ahora ya lo mataron afuera de la Fiscalía. Entre los responsables también he mencionado a Alberto López Rosas, ex procurador de Guerrero; Ángel Aguirre, ex gobernador; Humberto Salgado Gómez; el general Ramón Arreola, que estuvo en la Autopista del Sol en el desalojo de los normalistas”.
Termina Francisco Javier: “El asesinato de mi hermano me cambió mucho. Te enfrentas a un sistema que está en la corrupción. Aquí el que tiene poder es el que va a obtener justicia. Y el que no tiene nada, nunca va a obtener nada. Muchos me dicen que no me desespere, que la justicia tarda. Pero no sé qué tanto más tarde para poder poner a los responsables detrás de las rejas”.