Anituy Rebolledo Ayerdi
Hedy Lamarr
Hedy Lamarr (1914-2000). Fue la actriz austriaca más hermosa de la pantalla y la primera en el mundo en aparecer totalmente desnuda en una película comercial. Y la más exigente. Acepta casarse en Acapulco con el músico suizo Teddy Sattauffer con la condición de que este se someta a un riguroso examen siquiátrico. El creador del cabaret La Perla del hotel El Mirador lo pasa sin dificultad y la boda se celebra en la intimidad.
La pareja y dos hijos de ella, Anthony y Denise, se instalan en un bungalow de la propia hospedería pero no será por mucho tiempo. A los niños los sofoca el calor, la comida los enferma y los moscos –“¡ay, los mosquitos sanababiches de Acapulco!”– los martirizan.
Un día, transcurridos apenas cuatro meses de la boda, Hedy y sus hijos se presentan ante un perplejo Sttauffer para anunciarle: ¡nos vamos! Y se van.
Rumbo a Estados Unidos, Eva Marie Kiesler, nombre de pila de Hedy, escribe en su diario: “Tengo que dejar de casarme con hombres que se sientan inferiores a mí. En algún lugar debe haber un hombre que pueda casarse conmigo sin que se sienta inferior. Necesito un hombre inferior-superior”.
Extasis es el título de la película europea que le da celebridad mundial a la jovencita Hedy Lamarr y con sobrada razón. Aparece sin ropa en dos escenas de 10 minutos: junto a un lago y correteando por la campiña. La cinta perturba al magnate Friedrich Fritz Mandl, quien decide hacerla suya, cueste lo que cueste. Lo logra mediante amenazas a los padres y no pocos reichmarks.
Antes de ser salvada por los aliados, la chica sufrirá lo indecible a manos de aquel nazi enfermo quien, por ejemplo, debía estar presente cuando ella se mudara de ropa interior para someterla luego una minuciosa inspección. Orgulloso de hablarse de tu con Hitler, Mandl había comparado todas las copias de la película Extasis, sólo para prenderles fuego él mismo.
Serán los secretos nazis logrados durante su matrimonio y sus propios inventos como científica, los que abran a Hedy Lamarr las puertas de Estados Unidos. Particularmente las de Hollywood, donde triunfará con cintas como Sansón y Dalila, Mi espía favorita y Extraña mujer. Por lo que hace a su faceta científica, será muy valioso para la causa un sistema suyo para evitar la detección de misiles teledirigidos. Esta y otras aportaciones en el campo de la ciencia le merecerán a Hedy el orgullo de que su fecha natal, el 9 de noviembre, sea declarado Día Mundial del Inventor.
Linda Christian
Alma Rosa Welter, tamaulipeca de 17 años, hermosa y multilingüe, labora como gerente de relaciones públicas del hotel La Marina, levantado en 1940 en plena la plaza Álvarez de Acapulco (hoy Bancomer). En la misma hospedería labora el músico suizo Teddy Sttauffer, gerente del club Casanova, localizado en la terraza de la hospedería y filial del famosísimo metropolitano con el mismo nombre. La tampiqueña y el suizo se encuentren un día y el flechazo hiere a ambos aunque sólo superficialmente. Al cierre del Casanova, Sttauffer viaja al norte con la intención de entrar a Estados Unidos, cosa que nunca logrará porque su grupo musical, Los Teddys, había amenizado las fiestas de la juventud hitleriana.
Como Alma Rosa no había jurado esperar a Teddy, pronto encuentra su relevo y no será otro que el actor jolibudense Erroll Flynn, hospedado entonces en La Marina, quien le ofrece ayudarla para conquistar la llamada “meca del cine”. La oferta concreta fue incorporarla en su próxima película para lo cual deberá adoptar un nombre artístico –Linda Christian– y radicar en Hollywood.
Ya convertida en estrella internacional, la tampiqueña Linda Christian regresará a Acapulco en 1948 para estelarizar Tarzán y las sirenas, con Johnny Weismuller. Hará el papel de la nativa Mara, al lado de su madre Luana (Andrea Palma,) y su novio Tico (Gustavo Rojo). La fotografía de Gabriel Figueroa.
La ciudad queda vacía pues buena parte de sus habitantes se concentran en las locaciones playeras, contratados como extras con salario en dólares llamados aquí “ojos de gringa” (4.85 pesos cada uno). Las sirenas acapulqueñas del film fueron, entre otras, Magali Sutter, Mercedes La China Rivera, Ramona García Guillén, Amalia Hernández, Nancy Chavelas, Amalia y Lilia Hernández, Martha Contreras, Alicia y Leonor del Río, Evelina Girón, Anaí Pardillo y Lambertina Abarca. También hicieron bulto las más tarde estrellas del cine nacional Ana Luisa Peluffo, Lilia Prado, Magda Guzmán, Silvia Derbez y Ariadne Welter, hermana de Linda.
Un año más tarde se conocerá en el puerto la noticia del enlace matrimonial entre Linda Christian con Tyrone Power, tenido como “el hombre más guapo del cine”. La pareja procreará a las hermosas Taryn y Romina Power, también estrellas del espectáculo. La filmografía de la diva es breve y desigual : La casa de los 7 halcones, La mano del Diablo y Club Havana.
Esther Williams
Esther Williams y Johnny Weismuller proponen la construcción de una alberca en el Hotel Flamingos de Acapulco, hospedería que acaban de adquirir junto con una docena de actrices y actores de Hollywood. Un estanque que necesariamente será inaugurado por ella misma, ex campeona de nado de 100 metros libres de la Universidad de California. Creadora del género cinematográfico de la comedia acuática. Espectáculo deslumbrante con bellas mujeres ejecutando el nado sincronizado al compás de una melodía de moda. Memorable la escena de la cinta Baño de belleza donde la escultural Sirena de América emerge de las aguas junto con un grupo de nadadoras.
La diva pasará una larga temporada en el puerto cuando tenga que convalecer de una lesión en el cuello, causada por un clavado mal ejecutado.
Merle Oberon
Merle Oberon, diva del cine inglés, radicó por temporadas en este puerto donde se significó por sus obras sociales en favor de la niñez –parque infantil de Costa Azul– y por sus reuniones sociales con asistencia del jet set nacional e internacional. Ella y su esposo, el industrial italiano Bruno Plagliai, fueron los anfitriones perfectos de la nobleza real y la fingida así como de la jaisosaiti local. Plagliai, quien presumía haber llegado a México con el pantalón roto y zapatos agujereados, se desempeñaba como director de la empresa Tamsa, fabricante de tubos de acero sin soldadura para Pemex.
Dueña de una belleza noble y serena, Merle, nacida en Bombay, India, con el nombre de Queenie O’Obrien, había atendido la sugerencia de su primer esposo, Alexander Korda, productor y director de cine húngaro, de cambiarlo a Merle Oberon, con el que alcanzará el divismo internacional. Korda es dueño de una filmografía impresionante en la que figuran cintas como El ladrón de Bagdad, Las cuatro plumas, El hombre que podía hacer milagros y El león tiene alas. Películas de ella: Ángel de tinieblas, por la que es nominada al Oscar como mejor actriz. Cumbres borrascosas, con Laurence Olivier y Desiré, la amante de Napoleón, con Marlon Brando.
Año Nuevo
La fiesta de Año Nuevo en la residencia de los Pagliai-Oberon era esperada con emoción por amigos y cronistas de sociales, subyugados por lo selecto de la concurrencia y la esplendidez de sus viandas y caldos. Las damas invitadas planeaban durante el año el vestuario, el peinado y las joyas que lucirían en este caso la última noche de 1965.
La entrada a la fiesta de la mexicana Claire Diericx, esposa del conde italiano Cesare D’Acquarone, provoca una auténtica conmoción. Miradas femeninas y masculinas convergen hacia ella, unas de envidia, otras de deseo. Mucho tendrá que ver en aquella poderosa atracción el rostro angelical de la dama, sus ojos deslumbrantes como pocos bajo el sol acapulqueño. También por el vestido de la casa Dior cubriendo una figura escultural, ornada con una rica pedrería.
Sucederá faltando pocos minutos para la medianoche. La pareja sensación del festejo discute acaloradamente en un rincón. Transgrediendo todas las normas de la educación y la etiqueta, el noble italiano bebe champaña a pico de botella y se comporta como un energúmeno alzándole la voz a su dama. ¿Celos ante la admiración despertada por su mujer? Y no sólo eso, D’Acquarone, un auténtico cachalote de casi 150 kilogramos de peso, llegará a la agresión física, bestial, cobarde. Hace estallar su manaza contra el rostro de la frágil dama para arrojarla al piso.
Los anfitriones, tan alarmados como avergonzados, intervienen rápidamente. La señora Oberon auxilia a Claire conduciéndola a su recámara, mientras que Bruno, con la ayuda de todo el personal de la residencia, carga con la bestia inconsciente. Ambos regresarán al poco rato para recibir con sus amigos el Año Nuevo y lo harán con esta consigna: ¡aquí no ha pasado nada!, ¡aquí no ha pasado nada, que siga la alegría!
Acribillado
Pocas horas más tarde, al mediodía de aquél 1 de enero de 1966, el conde Cesare D’Acquarone morirá acribillado en la alberca de la Quinta Babaji, en Las Brisas. Su voluminoso pecho será perforado por toda la carga de una pistola .38 súper, marca Beretta. Se manejarán muchas versiones sobre el suceso pero al final será la pintora Sofía Bassi, la suegra, madre de Claire, quien pague por el crimen con cinco años de cárcel.