27 noviembre,2018 6:31 am

El acuerdo y la amenaza

Florencio Salazar
La exposición de los problemas de Guerrero debe servir para tener conocimiento pleno de la realidad que se vive. Se trata de conocer la realidad concreta, la tangible y la intangible, la que se mide y la que se percibe; el espacio y la movilidad de las personas en un tiempo y lugar determinado.
En el caso de la realidad del estado debería examinarse qué tanto ha evolucionado a partir de su origen. Si pudiéramos volver al pasado: ¿estaríamos igual, peor o mejor que en 1849? Los datos demográficos, socio económicos, de gobernabilidad y calidad de gobierno, permitirán hacer la proyección en el tiempo para equiparar las condiciones de entonces con las de ahora.
Se dispone de diversas fuentes históricas sobre la formación de la entidad suriana, desde la creación de la provincia de Tecpan decretada por Morelos, hasta la del Departamento de Acapulco, impulsado por Juan Álvarez y Nicolás Bravo en 1841. La gestión de la nueva entidad tuvo su sustento en el “la División del Sur (que) llegó a considerase una unidad militar independiente y logró imponer la voluntad de sus comandantes en no pocos ocasiones hasta al propio Presidente de la República”. El propósito era autonomizar “al territorio más distante”, “más difícil de gobernar” y con habitantes de “carácter indomable” (Gerald L. Mc.Gowan).
Si, como se ha dicho, origen es destino, el de los guerrerenses está afirmado por los caciques, dueños de vidas y haciendas, jefes políticos y beneficiarios de vastos territorios en la entidad. El perfil de los promotores y fundadores del estado suriano, revela la capacidad de acuerdo entre un federalista / liberal y un centralista / conservador, como fueron Juan Álvarez y Nicolás Bravo (ambos serían presidente de la República), pero también expresa los cacicazgos sobre los que se erigió Guerrero.
Otro acontecimiento que debe tenerse presente es el por qué Chilpancingo es la capital política. En el origen la capital es Iguala (1849); después se traslada a Tixtla (1851-1870). La enemistad entre los generales Vicente Jiménez y Diego Álvarez, y el colmo de una epidemia de cólera, provocó que el asentamiento de los poderes se pasara a Chilpancingo (capital que, paulatinamente y sin hacer ruido, se está trasladando a Acapulco).
Azarosa la vida del estado y de sus habitantes. ¿Somos ingobernables los guerrerenses? Nuestro territorio es de contrastes y sus habitantes producto de su realidad. ¿O qué podría esperarse de una población explotada, pobre hasta la miseria, sometida al poder de los caciques? ¿Cuáles han sido las oportunidades ciertas de desarrollo? A lo largo de su historia son dádivas las recibidas de la Federación. Unos presidentes, los menos, con más sensibilidad que otros, pero ninguno ha puesto en marcha, con visión de Estado, un programa de desarrollo integral, inclusivo y sostenible para sacar de su atraso a Guerrero. Excepción fue el programa de la Cuenca del Río Balsas, dirigido por el general Lázaro Cárdenas.
Gobernabilidad, gobernanza, seguridad nacional, seguridad interior, desarrollo, capital humano, crecimiento económico, empleo… todos estos conceptos  son afirmaciones negativas que identifican la realidad del Sur.
La inestabilidad política ha sido nuestro signo. Los gobernadores sobresalientes son los que terminaron su sexenio y, además, dejaron obra perdurable. El caso es que ya sea por abuso de poder, rebeliones, embates de adversarios o accidentes fatales, a lo largo del periodo posrevolucionario Guerrero ha tenido 32 gobernadores, con un periodo promedio de tres años con 11 días. ¿Qué desarrollo puede haber en esas condiciones?
Por ello, hay que contrastar dos hechos recientes ocurridos casi simultáneamente. La desafortunada declaración del senador Félix Salgado Macedonio, quien ha advertido que aquellos gobernadores que no se alineen con Andrés Manuel López Obrador serán desconocidos por el Senado de la República. Esta cámara legislativa representa el pacto federal y es inadmisibles que uno de sus miembros atente contra dicho Pacto.
El otro hecho se refiere a la reunión con la presencia de 81 alcaldes, convocada por el gobernador Héctor Astudillo Flores, a la que también acudieron un número significativo de legisladores locales y federales. Antes de que la reunión se desagregara en siete mesas de trabajo –una por región– hablaron alcaldes y diputados de diferentes partidos, especialmente de Morena, PRD y, por supuesto del PRI. Califico de inusitada la reunión, porque todos y todas hablaron de la importancia de sostener la unidad política y el acuerdo, reconociendo el desempeño del Ejecutivo y mantener a flote e impulsar a nuestra entidad suriana. En este acto hubo generosidad política, desprendimiento de facción, ausencia de protagonismo personal. Sin duda, el desempeño responsable premia.
Me quedo con las palabras de Astudillo Flores: “Trabajemos por Guerrero, fortalezcamos coincidencias y que las diferencias no eviten el diálogo. Llegará el momento de las elecciones y entonces cada partido hará lo suyo. No olvidemos que Guerrero nos necesita a todos”.