3 febrero,2024 5:18 am

El chantaje de la DEA

DE NORTE A SUR

 

Silber Meza

 

La agencia que investiga el tráfico de drogas ilegales de Estados Unidos, ampliamente conocida como la DEA, es una organización poderosa, con abundante presupuesto y personal. Es la encargada de moldear e instrumentar la política de droga de la unión americana pero, como lo hacen con recurrencia los estadunidenses, también usan todos los medios a su alcance para marcar las líneas de acción en el resto del mundo. En unos lugares lo logran mejor que en otros. Colombia ha sido un aliado fiel en esta estrategia, por ejemplo, y Venezuela se les ha ido de las manos, primero con Hugo Chávez y ahora con Nicolás Maduro. No le gusta a los agentes, les incomoda cantidad, pero al final pueden transitar con eso. Lo que no están dispuestos a permitir es perder poder y control sobre las operaciones que se realizan en México, y eso es justo lo que está sucediendo en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Las relaciones entre la DEA y el presidente nunca han sido buenas. Sobre todo después de la relevancia que tuvo esa agencia de Estados Unidos con los gobiernos del PAN de Vicente Fox y Felipe Calderón. Es un secreto a voces que la DEA tenía una relación íntima con la Marina Armada de México y con la Policía Federal. Confiaban totalmente en Genaro García Luna y sus secuaces vestidos de policías. AMLO prefirió atrincherarse con las corporaciones mexicanas, con el Ejército y la Marina –ya libre de influencias extranjeras, según se afirma– y con la formación de la Guardia Nacional. La DEA empezó a perder espacios dentro del gobierno de su vecino mexicano. El malestar dentro de la institución creció. Fue evidente. Ex agentes realizaron declaraciones a la prensa, una tras otra.

Aquí no analizaremos si el gobierno de AMLO tiene o no relación con el crimen, eso lo dejaremos para otra columna. Nos centraremos en la DEA y su pérdida de control en México.

La gota que derramó el vaso fue la detención sin aviso del general Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. A López Obrador le pareció un acto de violación de la soberanía nacional. Es muy probable que la cúpula de generales haya hablado con él.

Si el camino con la DEA iba mal, ahí se acabó de torcer.

Disminuyó la cooperación con los agentes de Estados Unidos, se redujeron los permisos de operaciones y se les reguló de forma más estricta para conocer su actuar diario. Esto puso iracundos a los estadunidenses.

Desde entonces se empezó a crear la narrativa de película de: si AMLO no nos apoya a nosotros, la DEA, es porque apoya al narcotráfico.

La única relación operativa real que permaneció fue con la Fiscalía General de la República, de acuerdo con lo publicado por la agencia de noticias Reuters. La Fiscalía es un ente autónomo en la ley, pero no en los hechos.

Yo pude documentar que, al menos, en los primeros años del gobierno de López Obrador la relación con la DEA funcionaba, no como la agencia quería, pero sucedía. La muestra es que en cartas entregadas a la Fiscalía de Colombia y documentadas en el proyecto #NarcoFiles, la embajada de Estados Unidos, la DEA y la agencia ICE aseguraron que tenían permiso mexicano para realizar “entregas controladas” que pasaran por nuestro territorio, incluso teniendo a México como destino final. Esta técnica para infiltrar a los cárteles del narco consiste en que la DEA utiliza agentes encubiertos, se pone de acuerdo con autoridades de otros países, realizan una operación delincuencial con toneladas de droga y millones de dólares, y la introducen a diversos países hasta que llega, regularmente, a Estados Unidos.

Pero, de nuevo, todo se vino abajo desde la detención de Cienfuegos.

Por eso la acusación de la DEA de que el ahora presidente López Obrador recibió al menos 2 millones de dólares del narcotráfico durante su campaña de 2006 no puede analizarse alejada de este conflicto, ni alejada de las elecciones presidenciales que sucederán en unos pocos meses, tanto en México como en Estados Unidos.

Una acusación –hay que decirlo– que carece de las pruebas básicas suficientes. La información parece, en mi interpretación, un chantaje de la agencia: cooperas o esto se pondrá peor. También podría ser una venganza.

Morena, el partido del presidente mexicano, se halla visiblemente a la delantera en los sondeos de preferencias, y esto busca debilitar a su estructura electoral que se basa en un solo elemento: el presidente mismo.

Por eso pegarle a él es arrastrar consigo a todo el voto morenista, desde la presidencia de la República hasta las regidurías municipales.

La elección 2024 viene fuerte, con golpes bajos y ahora con la intromisión de una agencia de Estados Unidos. Será una campaña pesada, dura, sucia y, desgraciadamente, como ya se empezó a ver, con pérdida de vidas humanas.