30 agosto,2023 4:59 am

El impacto global de la expansión del grupo BRICS

Gaspard Estrada

La semana pasada con motivo de la 15ª Cumbre de Líderes de los BRICS en Johannesburgo, los miembros actuales de este grupo (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) invitaron a Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos a unirse el próximo año al bloque.
Para muchos líderes políticos, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, esta expansión, la primera desde 2010, transformará al grupo BRICS y representará una victoria geopolítica para Pekín. Durante años, China había tratado de agregar nuevos miembros, mientras que países como Brasil e India se mostraban escépticos ante la medida, temerosos de que diluyera su influencia y transformara a los BRICS en una alianza liderada por China. Dado el papel dominante de Pekín en el grupo (su economía es mayor a la de todos los demás miembros actuales combinados), es natural que el presidente chino, Xi Jinping, conciba a los BRICS como parte de un mayor número de iniciativas lideradas por Pekín, cuyo objetivo es construir un orden global cada vez más centrado en China. Agregar a Irán, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos es una clara muestra de la ambición de China de desafiar la influencia de Estados Unidos en Medio Oriente, una región que Pekín considera cada vez más vital.
La medida también tiene implicaciones geopolíticas potencialmente significativas para América del Sur. Argentina, la segunda economía más grande del continente, se unirá a Brasil como miembro de los BRICS. Tanto Javier Milei como Patricia Bullrich, primeros y segundos clasificados en las recientes primarias nacionales, han manifestado escepticismo sobre China, y Bullrich incluso anunció su oposición a la posible adhesión de Argentina a los BRICS. Sin embargo, estas declaraciones deben tomarse con cautela. Si bien Bullrich o Milei, al ganar, podrían rechazar la invitación, las elites empresariales argentinas, deseosas de preservar los vínculos amistosos con Pekín, probablemente los presionen para evitar enemistarse con el gobierno chino en un momento en que la economía argentina es extremadamente vulnerable. Si bien invitar a un país como Indonesia (que solicitó no ser incluido en el último minuto por razones que no están del todo claras) no habría alterado significativamente el papel geopolítico general de los BRICS, invitar a Irán en particular probablemente cambie la forma en que los gobiernos, especialmente en Occidente, perciban al bloque. Los medios occidentales se refieren principalmente a los BRICS como un bloque de potencias emergentes.
La inclusión de Teherán, un régimen que suministra a Rusia aviones no tripulados para su invasión de Ucrania y que está sujeto a amplias sanciones económicas, corre el riesgo de consolidar la percepción de que el bloque BRICS es, de hecho, una alianza antioccidental liderada por Pekin y Moscú. Esto puede resultar particularmente claro en 2024, cuando Vladimir Putin planea organizar la 16ª Cumbre de Líderes de los BRICS en la ciudad de Kazán, con la esperanza de demostrar que los planes occidentales para aislarlo han fracasado. Esto seguramente tendrá implicaciones significativas para Brasil y Argentina (así como para India y Sudáfrica), ya que intentan posicionarse como actores neutrales o “no alineados” a medida que crecen las tensiones entre Occidente, por un lado, y el bloque chino-ruso por el otro. Si bien India tiene la ventaja de ser vista como uno de los aliados clave de Occidente en Asia (actualmente fomenta mayores vínculos militares tanto con Europa como con Estados Unidos a través de la compra de armas y su membresía en el Quad), Brasil y Argentina también deben adaptarse a un nuevo contexto geopolítico.
Este nuevo contexto hace cada vez más difícil articular una posición que sea, en términos generales, equidistante de las dos superpotencias. Es probable que numerosos analistas en Estados Unidos o en Europa desestimen la expansión de los BRICS considerándola como irrelevante, pasando por alto que la membresía implica hasta cien reuniones anuales dentro de los BRICS no sólo de presidentes, sino también de numerosos ministros, burocracias gubernamentales, agencias reguladoras, grupos de expertos y organizaciones de la sociedad civil.
En este sentido, la adhesión de Argentina a los BRICS alteraría las realidades geopolíticas en América del Sur. Esperemos que esta inclusión fomente también una actitud diferente tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea hacia América Latina. Su inercia frente a su influencia menguante está provocando un creciente desconcierto en la región. Esperemos que esta novedad política provoque el despertar de Occidente frente a su aparente pasividad.

* Director Ejecutivo del Observa-torio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada