25 abril,2023 5:27 am

El niño con media espina del pez vela

Silvestre Pacheco León

 

Yael luce feliz en el aeropuerto de la ciudad de México en espera de subirse al avión que lo traerá de regreso a Zihuatanejo después de la operación que le practicaron en el hospital Siglo XXI hace una semana extrayéndole la mitad de la espina que un pez vela le enterró en la garganta y lo traspasó hasta el cuello, alojándose en la tercera cervical que le causaba dolor cuando quería voltear.

En mi primera entrega sobre el caso de este joven pescador de Zihuatanejo publicada el 10 de abril del presente año, narré el ataque del pez vela a Yael Maldonado durante la jornada de pesca acompañando a su papá el día 20 de marzo.

Expliqué entonces que en su primera experiencia de subir a la lancha un pez vela de tamaño regular que su papá había pescado, el animal que se veía rendido e inofensivo tras horas de luchar enganchado, se elevó desde la superficie del mar para atacarlo.

Lo inesperado del ataque tiró a Yael al piso de la lancha con el pico del vela enterrado en la barbilla haciéndolo sangrar, pero con la suerte de que no le afectó ningún órgano delicado, aunque dejó de articular palabras y se hinchó con rapidez a pesar del auxilió del papá que le puso un pedazo de hielo en la herida.

Llevado de urgencia al hospital Bernardo Sepúlveda del IMSS en Zihuatanejo le prestaron auxilio, lo revisaron y le diagnosticaron que el ataque no había afectado órganos vitales y en pocos días lo dieron de alta, hasta que ya en su casa su papá notó que caminaba inclinado hacia su lado derecho, quejándose que le dolía el cuello cada vez que intentaba voltear.

De vuelta al hospital, los médicos hicieron un “hallazgo” de un cuerpo extraño alojado en el cuello parecido a una vértebra, pero como el dolor no cedía los médicos determinaron su envío al hospital Vicente Guerrero de Acapulco convencidos ya de que el “hallazgo” era en realidad la parte del pico del pez vela que al chocar contra Yael se rompió y fue a parar al cuello del muchacho.

Dije también que en Acapulco después de que los especialistas conocieron el caso se tardaron varios días para determinar si lo operaban ahí o lo canalizaban a la ciudad de México.

Para entonces los papás de Yael manifestaban a los médicos y directivos del hospital su deseo de que lo trasladaran a la ciudad de México sensibilizados de lo delicado que era el caso.

El incidente me llevó a releer la experiencia que contaba el autor de la novela El viejo y el mar, Ernest Hemingway, considerado como un pescador experimentado, quien explicaba el cuidado que se debe tener al subir un pescado a la lancha, sobre todo si se trata de ejemplares como los que abundan en Nueva Zelanda, los tiburones Mako y decía que suelen volar más alto que un marlin y siempre recomendaba a sus compañeros pescadores cubanos de Cojimar tener mucho cuidado con ellos porque “muchas veces después de que le han dado de palos y lo han arponeado, vuelve a la vida en el fondo del bote y se lleva por delante un buen bocado de la pierna de alguien”.

No quiero recomendarle a Yael la lectura de esa novela aunque me temo que su experiencia con el pez vela no lo alejará del mar, de modo que más vale estar consciente de los riesgos que conlleva ese oficio que se ve atractivo pero tiene muchos riesgos.

El lado positivo es que sus papás vivieron la convivencia casi obligada con los familiares y pacientes que compartían las salas del hospital, donde cada quien encontraba desahogo platicando cada caso particular; a veces abordaban el tema de la atención a la salud y los anuncios de la presidencia de la república y las inversiones que se hacen para mejorarlo, porque en los hechos parecía que nadie de los que ahí se encontraba se sentía satisfecho del servicio y la queja mayor era la tardanza en la atención a los pacientes, así como las distintas versiones que corrían a cargo de los trabajadores sobre un mismo caso provocando ansiedad y angustia entre los familiares y pacientes.

Pero en todo caso lo más interesante de tantos temas de pasatiempo y discusión fue la convicción de que nadie debe quedarse callado con lo que sucede en el hospital porque dijeron que eso favorece la simulación. Aprendieron la importancia de conocer el sistema de salud y los derechos que le asisten a cada quien, convencidos de que mientras no se aprenda la importancia de protestar, las cosas negativas no mejorarán, y cada vez se estará más lejos de la calidad de los servicios de salud que tienen los países del primer mundo.

Los familiares de Yael nunca supieron la razón de que lo detuvieran tanto tiempo en el hospital Vicente Guerrero, pues les reportaban cada vez distintas versiones. Una inverosímil decía que no había lugar para recibirlo, otra que los médicos recomendaban que la operación requerida se hicieran en Acapulco y hasta la que recomendaba dejarle alojada la espina en el cuello para que el cuerpo y sus defensas se hicieran cargo porque era lo menos peligroso para el paciente.

Pero a pesar de la tardanza Yael y sus papás se mostraron satisfechos de que lo hayan canalizado al hospital Siglo XXI donde la calidad del servicio dicen que es de otra clase. Yael y sus papás estuvieron en Acapulco desde el 29 de marzo, nueve día después de que lo ingresaron al Bernardo Sepúlveda del IMSS en Zihuatanejo.

En el hospital Vicente Guerrero del puerto de Acapulco el paciente estuvo quince días esperando su traslado a la ciudad de México donde finalmente fue canalizado al Hospital Siglo XXI para ser intervenido en una operación que duró más de siete horas que no fueron suficientes para extraerle la espina completa debido a su cercanía con un vena muy delicada. Los médicos dijeron que el resto de la espina lo encapsularon porque eso era lo más recomendable.

La operación de Yael fue el 14 de abril y puede decirse que resultó exitosa aunque no pudieron extraerle toda la espina debido al riesgo que representaba la maniobra por la cercanía de una arteria y también porque se produjo un derrame del líquido encéfalo raquídeo que tenían que drenar porque de lo contrario era obligado volverlo a intervenir, pero como evolucionó adecuadamente fue dado de alta el viernes pasado aunque en los días posteriores vivió el efecto de la pérdida del líquido que se tradujo en ataques de agresividad y violencia así como dolores físicos intensos para lo que le recomendaron mucho reposo, no hacer esfuerzos ni movimientos violentos.

Cuando el viernes pasado lo dieron de alta se emocionó al saber que su regreso sería en avión, al grado que se le olvidó todo lo negativo que le había pasado y disfrutó como niño que es el vuelo de media hora.

Cuando su papá le preguntó si había mudado su opinión de seguir yendo a pescar como se lo manifestó antes de la operación, Yael recapacitó y como recordando los malos momentos después de la operación con el real riesgo de muerte por causa del accidente, ya no se mostró muy convencido de que la pesca sea parte del futuro que desea.