30 abril,2021 4:59 am

El yoga traicionero de Emmanuel Carrère

USAR esta

Adán Ramírez Serret

Hace más de cinco años, Emmanuel Carrère (París, 1957), publicó la novela El reino, que lo catapultó a los cuernos de la luna. Todo el mundo literario quería escribir como él, premiarlo, publicarlo y, por supuesto, entrevistarlo.

Esta novela es una obra escrita como no ficción, es decir, se trata de una autoficción en donde el autor cuenta la escritura de un libro, su pasado católico, analiza a los evangelistas como narradores, describe a San Pablo como un hombre de carne y hueso que a la vez que se autodestruía, profesaba la palabra de Cristo y fundaba una religión. También, en esta novela, Carrère confiesa que le encanta el yoga, que lo practica a diario y que no había nada que el recomendara más –lejos de las modas new age–, que hacer meditación por las mañanas para relajarse y concentrarse.

Con esta filosofía bajo el brazo, Carrère dio entrevistas a la prensa, y cuenta que se sorprendió cuando un culto y joven periodista francés, se interesó por el yoga de manera auténtica, tomando notas sobre los temas básicos y con ganas de aprender. Entonces, se le ocurrió a Carrère, ¿por qué no?, hacer un librito divertido, medio en serio, medio en broma, en donde se burlara de sí mismo, de su afición snob al yoga, a la vez que en ese pequeño libro se aprendiera un poco del yoga. Un poco como un libro de superación personal, en donde el autor no fuera perfecto, si no borracho, sexoso, un poco loco, y que aun así, pudiera hablar de yoga con credibilidad.

Nos enteramos de todo esto mientras leemos la más reciente novela de Carrère, Yoga, en donde se toma la libertad de contar lo que dije arriba. Comienza contando su inscripción a un retiro de yoga en el cual durante quince días no podrán hablar, sólo meditar, separados hombres y mujeres, bebiendo té y viendo el amanecer mientras meditan.

Carrère se regodea en burlarse primero de sí mismo, pues cuando le preguntan sobre sus padecimientos, corazón, cáncer, o cualquier otra enfermedad crónica; dice que sufre depresión y también una enfermedad muy usual entre la clase media alta: un ego que lo devora a sí mismo.

La historia se lee con humor y es inevitable reír cuando describe cómo le agarra las nalgas su vecino de enfrente antes de meditar y cuando el autor confiesa haber meditado muchas veces borracho.

El tono cambia un poco, cuando cuenta la historia de un pequeño romance que vivió en otro retiro de yoga anterior. Había visto a una mujer, pero los dos como monjes o zombis con la cabeza descubierta, y, cuando se encontraron de regreso a sus casas, cruzaron algunas palabras y decidieron que no era mala idea pasar ese día en un hotel. Cuenta que se trató de un pequeño idilio, en el cual nunca supo nada más que el nombre de pila de ella y viceversa; hasta que un día, en una cena furtiva con ella, él se echó a llorar, y notó que había algo raro en sus emociones.

Aquel llanto, que pudo haber sido pasajero, era el inicio de una profunda depresión en la que caería Carrère. Es cuando, cerca de los sesenta años, le diagnostican una enfermedad que ha tenido toda su vida: siempre supo que sufría depresión, pero no que tenía taquipsiquia, que es una taquicardia, pero del cerebro, miles y miles de ideas, balazos de pensamientos que pulverizan el cerebro.

Aquí comienza la segunda parte del libro. Si en la primera parte del libro podía burlarse de sí mismo; ahora añora poder volver a esos días, en donde podía pensar en ser feliz.

Carrère logra en este libro ser una especie de amigo cercano que nos confiesa su historia, en donde ha sido feliz y terriblemente desgraciado. En donde se transforma en ese amigo que quiso hacer una cosa, y le salió completamente lo contrario.

Emmanuel Carrère, Yoga, Ciudad de México, Anagrama, 2021. 261 páginas.