15 mayo,2018 6:51 am

Elecciones y movimiento social

Eduardo Pérez Haro
 
Para los maestros de México. Sin ellos no hay futuro.
 
En la base de las intenciones de voto está el multi referido hartazgo de la población nacional respecto del PRI, explicado por el inefable régimen encabezado por Enrique Peña Nieto, y a ello se agregan los colectivos y segmentos de población que desde 1968, hace 50 años, dejaron de ver en el gobierno un aliado de los intereses populares a lo que se suman los intereses de la cargada que incluye a despreciados de las filas de la partidocracia y a los listos que olfatean a los ganadores, donde ya se cuentan empresarios y otros abusados, y no hay que desestimar el arribo de los indecisos entre los que se encuentran muchos jóvenes. El PAN tiene sus fieles y agrega antilopezobradoristas. El PRD cuenta algunas clientelas. La elección, reconocen todos, está decidida a favor de AMLO-Morena. Aunque nadie debe darlo por hecho, pues las señales enviadas por los partidos indican que aún no se resignan a este desenlace.
No obstante, podemos imaginar que las diferencias en la intención del voto ya no tienen tiempo de revertirse. Está en juego la transformación de México. Para los beneficiarios del proceso de las últimas décadas, México está bien y no requiere más que seguir el camino andado. A nadie le debe costar trabajo entender esto. A quien le va bien no tiene por qué imaginar ningún cambio. Pero esta verdad ha sido remitida a una proporción que no incluye a la mayoría. Y los mecanismos tradicionales de persuasión que desde esa condición se ejercían frente a las mayorías ha perdido efecto, y al parecer ya no tienen manera, los dueños de ese confort no se hacen a la idea, pero la realidad así lo expresa.
Lo que viene es una idea distinta, una idea de que será diferente, más social, menos corrompida, y de ser así, en principio no sólo es bueno, sino que es mejor. Aun los privilegiados nunca han dicho que eso sea malo, si acaso se acomodan en la idea de que cada quien tiene lo que se gana y, por tanto, lo que se merece, consecuentemente, de lo demás se tornan indolentes, pero sin culpa. No hay porqué intentar cambiar este parecer, no se trata de eso, en todo caso está a prueba si en realidad se puede crecer más económicamente y tener mejores esquemas de distribución del ingreso, amén de la ampliación de derechos individuales y colectivos en un clima de paz y seguridad nacionales. Ese es el asunto.
El movimiento social en general, y en particular la presencia de los trabajadores asalariados, en la diversidad de las redes de producción y servicios relacionados, son el factor más influyente sobre la capacidad de reconformación del Estado y, ambos, las tenazas de una pinza para tomar la economía política del país y reencauzar el desarrollo sobre bases sólidas. De su conformación, amplitud y formas de despliegue, depende el coeficiente de calidad del proceso en cuestión. Mas no es un asunto sólo de apoyo político sino de economía política en la que convergen el capital y el trabajo, pues el crecimiento económico, si bien se apalanca políticamente, comprende en su base la capacidad de producción y comercio que por lo demás no corre linealmente sino a contrapelo de las fuerzas en competencia y de acometimiento, de dentro y fuera del país, de manera que la transformación de México está a prueba y para ello habrá que zanjar diversas limitaciones y dificultades.
Por principio I) la base social del mencionado apalancamiento político de los trabajadores y en general las sociedades de base y II) concomitante, su capacidad e inclusión en el entramado de producción y comercio. III) La determinación del patrón de desarrollo o de acumulación ampliada del capital que se asocia al concepto de crecimiento económico, IV) los términos de la participación del Estado, política económica, política social y política de seguridad y, V) el comercio exterior. Usted tendrá en mente una diversidad de puntos como la energía, el campo, los indígenas, la salud, los subsidios, etc., en sentido estricto están comprendidos dentro de los cinco puntos que hemos establecido como pilares de un proceso de transformación socioeconómica dentro del desarrollo capitalista.
Nadie está planteando en México (ni en el mundo) una disolución de la propiedad privada y el trabajo asalariado, que serían los factores de una transformación del sistema y lo expreso porque hay quienes juegan con el fraseo de “cambiar el modelo económico” pero eso no tiene nada que ver con la sustitución del capitalismo. El proceso en curso, en el mejor de los casos, alude el cambio de un patrón de desarrollo dentro del marco jurídico definido por la propiedad privada y el régimen salarial como forma de contratación y pago de la fuerza de trabajo. Por supuesto que existe una teoría y, en el mundo, procesos involucrados en esquemas de tal sentido, pero no es la discusión en México por ahora y pareciera que, por mucho tiempo, ni tiene nada que ver con el pensamiento de Juárez, Madero, Cárdenas o López Obrador, dicho sea para la tranquilidad o desilusión de quienes se confunden con los conceptos y la realidad misma del proceso en ciernes.
Mas no existiendo nada respecto de esas confusiones o temores, lo que sí existe es la imprecisión que aún se tiene respecto de los principales factores en los que puede depositarse la confianza del cambio, que no sea el afán o la esperanza de que suceda, aspectos muy importantes mas no suficientes para el efecto. Vayamos en orden.

  1. I) La base social del apalancamiento político de los trabajadores y en general de las sociedades de base.

En el mejor de los casos, digamos que el Estado responderá a la situación que guarde la correlación de fuerzas entre las clases, sectores y segmentos de población en competencia y contradicción. Hasta hoy los empresarios del “milagro mexicano” de los años que van de Cárdenas a Díaz Ordaz han sido desplazados a un segundo plano por los grupos emergentes ligados al nuevo sector financiero y el sector exportador, sea en la industria como en la agricultura y los servicios, más aquellos vinculados a las áreas de interés del mercado interior donde el gobierno ha sido base de su apalancamiento mediante concesiones, contratos a modo y subsidios abiertos y encubiertos.
Los trabajadores han corrido su suerte a la par de este reacomodo y así han sido segregados sin que hayan mostrado capacidad efectiva de opinar formas alternas al proceso que se alude, ni de corregir el sentido de las reformas legales y económicas que vienen pegando en las relaciones laborarles y el detrimento de prestaciones y salarios. Derivado de esta circunstancia los ingresos populares del trabajo informal se han deteriorado y las formas de las relaciones se extienden bajo la subcontratación y el llamado trabajo flexible individualizado que se condiciona a destajos sin horarios ni prestaciones que han terminado por atomizar a la población trabajadora y así, a los integrantes de las familias. El movimiento social se ha desarticulado en regiones y localidades, abre, se golpea y se acalla. Después rebrota más no descolla en el plano nacional.
A la fecha las redes sociales no han suplido la conexión que antes ofrecía la fábrica, la colonia, el ejido o el campus universitario, las más de las veces se desperdician en la trivia de frases, memes y refritos de propaganda escatológica. Y, sin embargo, a estas alturas, el proceso electoral pareciera dar visos de un eventual movimiento popular, que aún no existe, pero que podría surgir fuera de todo cálculo. Si no existe, el triunfo de AMLO se torna frágil y si, por el contrario, el movimiento social y de los trabajadores se conforma y pervive, AMLO tendrá una gran oportunidad asociada a un compromiso insoslayable donde las consignas de campaña ya no tendrán ningún efecto sino al contrario, habrá que poner en su lugar hechos y respuestas reconocibles y tangibles por encima de las dádivas tradicionales y los acuerdos cupulares. Y más aún, habrá que conformar los mecanismos del diálogo y la participación de incidencia de los diferentes sectores. Institución de formas de participación democrática, ágora de los nuevos acuerdos. Política-política para la transformación de México. (Continuará).
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