11 diciembre,2018 7:25 am

En la perspectiva del cambio

Eduardo Pérez Haro
Para Eduardo y Fernando siempre.
Ha dado inicio el régimen de gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador con un compromiso de transformación que cuenta con el apoyo de una gran base de electores y ciudadanos que se acomodan esperanzados tras haber desplazado a los gobiernos de la corruptocracia que se apoyaba en el contubernio de PRI, PAN y PRD. Un hecho en el que se crea el primer piso de posibilidad del cambio comprometido. No tener, en estos aparatos de manipulación y control ciudadano, un obstáculo de primer orden, es expresión tácita del cambio en la correlación política de fuerzas que, en cualquier caso, es un buen punto de partida.
El hecho, sin embargo, no es rasante, estas fuerzas han quedado desarticuladas, debilitadas, mas no inexistentes en sentido absoluto. Las fuerzas que han sido vencidas perviven en los gobiernos de algunas entidades federativas, incluso ahí donde han perdido la mayoría de los congresos, también en el Poder Judicial y tienden a agruparse en ambas Cámaras del Congreso, representan intereses diversos, atornillados a poderes fácticos, pero no carentes de base social organizada y abierta.
El problema no radica en que cuestionen o polemicen la acción de gobierno, ojalá lo hicieran en la preocupación de observar errores y omisiones. La discusión desde esa perspectiva adquiere un valor estratégico para ahondar el sentido de las transformaciones. Mas no parece que en su mayoría se muevan en el ánimo de ser “contrapeso democrático” como suele demandarse de parte de algunos personajes de la comentocracia. En realidad, no se reconocen en esa contribución sino en la posibilidad de agruparse en la perspectiva de suceder en próxima elección al gobierno que ha iniciado.
Su posibilidad ahora parece escasa y su esfuerzo infructuoso, pero nadie debe desestimarles. La experiencia en Brasil con el Partido Social Liberal, Vox en España o Alternativa en Alemania, dan prueba de la emergencia de nuevas fórmulas que para colmo se corren a la extrema derecha perfilando procesos regresivos de la política y la economía en esos países y con ello, siempre, un reordenamiento desfavorable de la correlación de fuerzas en el plano internacional.
Estas opciones partidistas se han colocado ante el desgaste de proyectos que patinan en el cumplimiento de metas y compromisos de mejoría sustantiva, resultados que nomás no se alcanzan por razón de una mezcla ineficiente de factores internos y externos. México no puede darse el lujo de repetirse en las fallas de estos procesos. Tendremos que salirle al paso al desenmascaramiento de las falsas joyerías de los cuestionamientos de los emisarios del pasado, mas no por ello habría que cancelar las posibilidades de la reflexión y el análisis objetivo, que de serlo se colocan como baluartes estratégicos del cambio y la transformación nacional con una perspectiva de mejor aproximación al desarrollo recomendable que hemos prefigurado bajo la premisa de un crecimiento económico con empleo bien remunerado; en segundo lugar, que se produzca bajo formas democráticas y respeto a los derechos humanos; y, en tercer lugar, dentro de un proceso en favor de la salud, la preservación de la naturaleza y la equidad de género.
El análisis objetivo se diferencia de la apología y la adulación para reconocerse en la observación de las insuficiencias, no ya en el trazo ordinario de los desempeños que siempre merecen atención, pero que nos pueden significar una línea de distracción y, eventualmente, de desgaste respecto de asuntos de mayor calado que merecen subirse al primer plano de la discusión que oxigena las corrientes de pensamiento y la toma de decisiones de carácter estratégico.
En este tenor habremos de llamar la atención sobre la ingeniería económica del cambio en el patrón de acumulación de capital donde se significa la base de posibilidad del desarrollo recomendable; y el contexto externo donde se inscriben los instrumentos de la política económica como el tipo de cambio con el dólar, la tasa de interés que norma el valor del crédito, el comportamiento de las bolsas de valores, la inversión pública y privada, extranjera y de carácter nacional, los precios de los energéticos, los salarios o la inflación entre los más destacados.
En el primer caso, diremos que el patrón de acumulación, de acuerdo con la experiencia de las vías en curso en el plano internacional, destacan con mayores alcances y perspectivas aquellas donde el desarrollo endógeno se ha colocado como premisa del juego de posibilidades en el frente externo de la globalización, como lo es el caso de los países escandinavos y los tigres asiáticos, amén de las experiencias más portentosas de los BRICS como las que se libran en la India, Rusia y China, no exentas de dificultades, donde la característica común es la de poner en juego el cruce de las tecnologí@s de la computación en el entramado del desarrollo industrial que alcanza a las manufacturas, las agriculturas y los servicios con un factor de disciplina y seguridad pública y social con todo lo que ello significa. Una mirada poco acostumbrada, pues, los análisis suelen aplicarse en el ingreso-gasto y el consumo, quedando suelta una visión estructural sometida al análisis estructural del nivel de desarrollo.
En el segundo caso, se tiene un marco vivo de inconsistencias que se traduce en lo que suele aludirse como volatilidad de mercados, pero que en sentido estricto envuelve una problemática de fondo que suele ocultarse en su presentación y que por lo demás se mira con desdén y postergación, por parecer distante en la geografía y en el día a día de los problemas del empleo-ingreso pero que al decir verdad se impone sobre la situación doméstica y el acontecer diario, tanto en la toma de decisiones de patrones y gobernantes como en la circunstancia del salario y los precios del consumidor. Aquí y ahora, se registran condiciones de las variables macroeconómicas que advierten un panorama de contrariedad a las determinaciones del gobierno que ha iniciado este 1° de diciembre.
En poco más de dos meses se ha presentado una tendencia a la baja en el mercado bursátil, esto es, caídas reiteradas en las bolsas de valores con un encarecimiento del crédito en Estados Unidos y por ende en las principales economías del mundo, dígase Japón, China, Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos y México, que representan pérdidas que alcanzan hasta el 17% respecto del valor comprendido. Consecuentemente un encarecimiento del dólar y la contracción del comercio mundial, por demás jaqueado por la imposición de impuestos a la importación por parte de Estados Unidos y China, primera y segunda economías del mundo. Retracción de la inversión productiva y resguardo de capitales en bonos de ahorro, con los consecuentes incrementos en la deuda que ya compromete más de medio siglo de trabajo futuro.
En medio de este contexto de dificultad al crecimiento de las economías nacionales y del mundo, en Estados Unidos se debate si habrá de auxiliarse el momento con emisión de dinero, abultando la deuda con riesgo de alcanzar niveles de impago, o ceñir la disponibilidad al grado de franquear una recesión con repercusiones sobre la economía mundial. Mas, el problema, a diferencia de hace diez años (en que estallara la crisis inmobiliaria en Estados Unidos que a México le representó un crecimiento negativo del -6.9% en el producto nacional con implicaciones terribles sobre el empleo y el ingreso), es que ahora se prefigura una situación semejante en China. El momento se torna doblemente complicado
Analicemos lo que se viene en estas dos vertientes que aducen el reconocimiento de los factores internos del desarrollo recomendable y veamos su confronta con las determinantes externas.
[email protected]