8 febrero,2020 5:42 am

Es pequeño el pastel y está mal repartido

Héctor Manuel Popoca Boone

No crecemos porque no hay suficiente ahorro nacional para invertirlo productivamente. De años atrás padecemos una economía estancada que nos convierte en un pueblo de pobreza acrecentada, en términos absolutos.

En palabras coloquiales, el tamaño del pastel que sale de los hornos anualmente, ya no alcanza para todos y la mayor parte es acaparado y se lo comen unos pocos que son los empresarios plutócratas y los prominentes políticos corruptos. La economía nacional la controlan unas cuantas manos, junto con el imperialista Donald Trump.

“El que parte y reparte, se queda con la mayor parte” dice el refrán popular. Cuando el pastel a repartir es pequeño (en nuestro caso el ingreso nacional), empieza el empobrecimiento generalizado de la población. Así de simple; así de grave. Anualmente ya no queda suficiente harina para hornear un pastel más grande. Durante decenas de años seguimos un modelo económico (neoliberal) que produjo una desigualdad social extrema.

El tamaño del pastel y su forma, es producto de la harina y el molde en que se cocina. Puede hornearse para producir muchos bolillos populares o pocos pasteles para paladares selectos. El mal reparto del pastel durante muchos sexenios trajo como consecuencia la concentrada acumulación del ingreso nacional; en donde a algunos cuantos se les exentaba de pagar el bonche de impuestos y se les otorgaban extraordinarias concesiones, contratos de obras y permisos que los convertían en poderosos empresarios monopólicos. El caso emblemático de esa práctica fue Teléfonos de México.

Los rubros más estratégicos de la economía de México estaban siendo absorbidos por los barones del dinero: La banca, la siderúrgica, puentes, libramientos y autopistas, la minería, los energéticos (petróleo, electricidad, telecomunicaciones y electrónica). No se diga de aeropuertos y terminales marítimas, de transportes y ferrocarriles de carga, entre otros. El presidente López Obrador ha parado en seco esta dinámica económica socialmente perniciosa.

Excluyendo a la pequeña y mediana empresa (que también sufren los estragos de una economía monopólica), los grandes empresarios, al otear la intención presidencial de disminuir algunos de sus múltiples privilegios, empiezan con sus chantajes económicos: no invierten, dicen, porque hay incertidumbre e inseguridad nacional; o sea, amagan con paralizar la economía del país en perjuicio de la ciudadanía en general. Mientras tanto, si el pastel es chico, le toca al rico.

De esta forma, los pobres aumentaron por las bajas remuneraciones que perciben en el medio urbano al no contar con empleos calificados y salarios dignos; y los siempre castigados precios de los productos de campesinos pobres. El explosivo crecimiento de empleo informal fue la tabla de salvación de muchas familias proletarias.

La desigual e inequitativa distribución del ingreso nacional además de pobreza y miseria conlleva delincuencia y violencia, así como corrupción e impunidad como sistema de vida pública y privada. En algunas zonas del país ya provoca ingobernabilidad. La zozobra y el lamento popular se agrandan ante la ineptitud e impotencia gubernamental para su contención; y si a eso le agregamos los estragos del narcotráfico y la trata de seres humanos, vía prostitución o migración, podemos entender más nuestro estancamiento.

Ahora estamos al borde de un posible retroceso económico; como producto histórico de una gran injusticia social acumulada, que empieza a configurar estallidos sociales regionales fuera de control y de gran impacto nacional.

De ahí que el actual gobierno lopezobradorista opte por reorientar el presupuesto federal otorgándole preferencia a una mayor cobertura de los programas sociales y no del reforzamiento privilegiado a la inversión privada; aun cuando ésta última mezquinamente canalice sus excedentes económicos al gasto suntuario y superfluo; o a colocarlos fuera del país; dizque para tenerlos a salvo de la chusma.

PD. Cuando imperaba la economía neoliberal, el progreso de pocos fue la razón de ser de la pobreza de muchos mexicanos.