6 marzo,2021 9:31 am

Estrenan “La culpa no es mía”, serie documental que visibiliza matices de la violencia contra las mujeres

Es un trabajo periodístico “de denuncia, pero también transmite esperanza: tenemos que seguir luchando”, dice la directora Vanessa Job

El Sur / Ciudad de México, 6 de marzo de 2021. La violencia extrema que viven mujeres de México, el miedo a ser desaparecidas, violadas o asesinadas, fue el detonador para la serie documental La culpa no es mía.

Dirigida por la periodista Vanessa Job y realizada por Copal Producciones, la serie está integrada por cinco capítulos que se transmitirán a las ocho de la noche de cada sábado, a partir de este 6 de marzo, en el Canal 14 y en las redes sociales de Copal.

La producción estuvo a cargo de Cecilia Girón y el fundador de Copal, Christian Palma, dirigió la fotografía.

“Desde el primer día decidimos que queríamos que el documental tuviera el componente de denuncia, pero también que tuviera esperanza”, explica Vanessa Job a El Sur. “Nos parecía que si sólo denunciábamos y dejábamos a la audiencia deprimida, lo que iba a suceder es que se iba a desmovilizar y desesperar. Cuando más bien tenemos que echarnos para adelante y seguir luchando”.

La oportunidad de realizar el documental, cuenta, se presentó con una convocatoria del Sistema Público de Radiodifusión (SPR) dirigida a productoras independientes. Copal Producciones presentó un proyecto enfocado en la violencia que miles de mujeres viven cada día en México.

En entrevista, Job hace hincapié en el título de la serie, inspirado en el performance “Un violador en tu camino”, creado en 2019 por el colectivo feminista chileno Las Tesis.

El equipo de Copal entendió que enfocar la atención en la culpa era un acto poderoso, además de necesario.

“Hemos hablado de cómo una víctima vive su duelo, su dolor o su acceso a la justicia, pero no hemos hablado de los sentimientos de culpabilidad de las mujeres por haber sido víctimas de algún tipo de violencia. Justamente esto es parte de la revelación que hacemos con la serie”, destaca Job.

“Las mujeres te cuentan esto de una forma tan íntima que hay un momento en que dices: pues, claro, ¡es que no tienen la culpa!”.

También ahí, apunta la directora, está la fuerza del documental: en poder ser un espejo para que otras mujeres reflexionen sobre esas no culpabilidades.

De los micro-machismos a la violencia digital

A través de los relatos de 23 mujeres, cada capítulo está dedicado a visibilizar un tipo específico de violencia. El primero, los micro-machismos, invisibles y normalizados por la sociedad, pero que afectan negativamente la vida cotidiana de muchas mujeres.

Este episodio, dice Job, se construyó como un diálogo entre mujeres de distintas generaciones acerca de lo que significa enfrentarse al acoso en el transporte público o de cómo, sólo por el hecho de ser mujeres, tus opiniones sean descalificadas, calladas, ignoradas.

“Aunque las mujeres eran diferentes, todas tenían historias de estas violencias normalizadas. También vimos que las más jóvenes asumen ya una actitud de no permitir la violencia: son mucho más combativas. Para mí eso fue esperanzador”, remarca la periodista.

Más adelante en la serie se tratarán las violencias que derivan de la desaparición forzada. Las integrantes del colectivo Regresando a Casa, de Morelos, hablan del sentimiento de culpabilidad que vive quien tiene a una persona querida desaparecida. Pero a la vez enseñan cómo, gracias a la escucha recíproca y al trabajo en equipo, entendieron que la culpa es de un sistema que permite que las mujeres desaparezcan en México y de las autoridades, que no se esfuerzan en forma efectiva para buscarlas.

Según el nuevo Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas –actualizado en julio de 2020 después de dos años– en el país hay más de 18 mil mujeres desaparecidas. Gran parte de ellas son mujeres de 15 a 19 años y sobre todo fueron desaparecidas en el Estado de México, Tamaulipas y Veracruz.

“De ahí brincamos a otro tipo de violencia, que creo que está aún menos explorada y que es la violencia digital”, continúa Job. “Mucha gente ni siquiera sabe que es un delito. Pero si tú recibes el pack –fotografías de contenido íntimo sexual– de una mujer, por el simple hecho de participar en su distribución sin su consentimiento ya te conviertes en agresor de una mujer”.

Desde noviembre de 2020, compartir imágenes sexuales sin consentimiento constituye un delito federal y, de acuerdo con la Ley Olimpia, es castigado con penas de hasta nueve años de cárcel.

Este delito se tipificó por primera vez en Puebla en 2018, gracias a la batalla de cinco años que dio Olimpia Coral Melo después de que se filtrara en internet un video íntimo suyo. En la serie de Copal, es la voz protagonista del capítulo sobre ciberviolencia.

“Cuando Olimpia se dio cuenta de que la culpa no era suya –relata la directora–, tuvo una revelación en su vida. Y es a partir de ese momento que se transforma en la Olimpia que ya todos conocemos: fuerte, luchadora”.

Cosas que sólo se dicen mirando a los ojos

A lo largo de 2020, más de 3 mil 700 mujeres fueron asesinadas. Eso es más de 10 cada día. Son datos oficiales, presentados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), es decir que la dimensión de esta violencia podría ser aún mayor.

El reporte 2020 de la organización Impunidad Cero registra que para 2019 la impunidad en el delito de feminicidio fue de 51.4 por ciento, pero podría ser todavía más alta, pues varios estados no presentaron información acerca del número de sentencias condenatorias para este delito.

Las entidades con mayor impunidad en feminicidio durante 2019 fueron Baja California Sur (100 por ciento), Guerrero (93.8 por ciento) y Jalisco (86.7 por ciento).

La impunidad, no sólo en los casos de feminicidio sino también en los de acoso, desaparición forzada y violación, contribuye a revictimizar a las mujeres y es un detonante de más violencia.

“Desde el gobierno debe haber una política mucho más clara, porque todavía hay confusión: se cree que los asesinatos de mujeres y los asesinatos de hombres son iguales. Si no se entiende que no es así, no se puede atacar este problema”, dice Job.

En este afán de hacer entender a la audiencia que en México las mujeres no tienen una vida fácil y que urge un cambio social, decidieron grabar la entrevistas con un telón negro de fondo.

“Queríamos que no hubiera distractores. Queríamos generar un ambiente de cercanía para que las personas sientan que las mujeres las están viendo a los ojos porque están contando algo muy importante: las violencias, el dolor que han pasado y cómo han podido ponerse de pie para luchar. Eso sólo se puede decir mirando a los ojos”.

En la serie documental, el morado también tiene una carga simbólica fundamental. Es el color que el 8 de marzo de 2020 inundó las calles de decenas de ciudades del país y que en el centro de la Ciudad de México se combinó con la explosión floral de las jacarandas.

El tinte, la energía contagiosa y la magnitud de esa marcha, en la cual participaron más de 80 mil mujeres, fueron de inspiración para el equipo de la productora independiente Copal.

“Por eso la serie empieza con la animación de una mujer en cuyo rostro escurre una lágrima, que es el dolor que contienen todas esas cifras que ya conocemos. La lágrima cae a la tierra, que la absorbe, y de ahí brota una jacaranda: es el dolor transformado en vida”, concluye Job.

Texto: Caterina Morbiato