31 octubre,2020 5:03 am

Factores ecológicos en las epidemias

Octavio Klimek Alcaraz

 

En su número 530 de noviembre de 2020, la prestigiada revista Investigación y Ciencia publica un artículo del doctor Jaume Terradas, catedrático emérito de ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona, con el título Los factores ecológicos en las epidemias ¿Cómo ha influido en la salud humana nuestra relación con la naturaleza a lo largo de la historia? https://www.investigacionyciencia.es/revistas/investigacion-y-ciencia/grandes-hitos-y-proximos-retos-de-la-ciencia-811/los-factores-ecolgicos-en-las-epidemias-19149.

Por su interés debido a la pandemia de Covid-19 me permito hacer una reseña del mismo. El autor comenta en su síntesis, que las enfermedades infecciosas causantes de epidemias graves las producen microorganismos patógenos que tienen su origen en animales. Señala que su transmisión ha sido beneficiada por la ocupación y la explotación humana del entorno, que han desequilibrado los ecosistemas y los espacios de vida de los animales. Asimismo, la historia ha demostrado cómo la salud de las plantas, los animales y los humanos, junto con la organización de la sociedad, han estado interrelacionadas en el mismo asunto a lo largo de cientos de años. Entender dicha interrelación lleva a la propuesta de “Un mundo, una salud” un acercamiento holístico o sistémico desarrollado por científicos y organizaciones de salud pública y ambiental para aplicar desde investigaciones hasta políticas y leyes con el propósito de prevenir plagas y enfermedades epidémicas.

En el artículo se manifiesta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una cuarta parte de las enfermedades son infecciosas, que son causadas por más de mil 400 especies patógenas conocidas, entre ellas virus, bacterias, protozoos, helmintos y priones. De éstas, el 61 por ciento son zoonóticas, es decir se han transmitido de los animales a los seres humanos. Lo más delicado, el 75 por ciento de éstas son totalmente nuevas, o existen desde hace rato, pero ahora se encuentran en expansión.

El dato delicado citado es que según la OMS, en los últimos 35 años se han detectado unas 30 enfermedades nuevas. Estas nuevas enfermedades son causadas por virus que, al pasar a un nuevo huésped, evolucionan, por lo que es casi imposible tener vacunas o fármacos para combatirlas desde su aparición. Así ha sucedido con el VIH, el virus del Ébola, el de Nipah, los hantavirus, los recientes virus de la gripe (el H5N1 o el H7N9) y los coronavirus. Peor, son suficiente muy pocas mutaciones para que los virus gripales pasen de las aves a los mamíferos.

En el artículo sobre la historia de las epidemias, se presentan varios ejemplos del denominado imperialismo ecológico de las epidemias. Desde cuando los europeos trasmitieron enfermedades que fueron mortales para pueblos originarios de  América, África y Oceanía, hasta cuando los cruzados en el Oriente Medio sufrieron importantes reducciones por enfermedades poco frecuentes en Europa.

Un primer factor ecológico importante en el texto, es lo que se manifiesta sobre la creencia de que la alta biodiversidad de especies de la vida silvestre aumenta el riesgo de la zoonosis. Resulta de acuerdo por investigaciones ahí citadas, de que es lo contrario, “donde se han producido más zoonosis es en regiones donde hay más especies en riesgo de extinción y mayor pérdida de superficie forestal, es decir, en zonas fuertemente alteradas.” Peor aún, también se ha demostrado que “es más probable que las especies de fauna que se multiplican en los entornos transformados por los humanos (sobre todo roedores, murciélagos y aves paseriformes) actúen como vectores de patógenos, sino también que alberguen en su cuerpo una mayor variedad de ellos, algunos nocivos para nuestra especie.”

Por lo anterior, el doctor Terradas afirma: “La conservación de la naturaleza y de la biodiversidad podría ser un seguro contra brotes epidémicos. No obstante, se necesitan nuevas investigaciones para poder integrar los objetivos de gestión de la biodiversidad y de mejora de la salud humana.”

Otros factores ecológicos de las epidemias y que están claramente relacionados a actividades humanas son el cambio climático, los desplazamientos migratorios de personas y el comercio internacional. Estos factores propician enfermedades tropicales a regiones templadas. Un ejemplo muy conocido son los desplazamientos de los mosquitos del género Aedes de regiones tropicales a templadas. Estos mosquitos son vectores de la fiebre amarilla, la malaria, el mal de Mayaro, la fiebre de Zika, la fiebre del Nilo occidental, el dengue y el chikunguña.

Adicional, factores ecológicos, como la contaminación ambiental, junto con problemas de nutrición incrementan la vulnerabilidad de las personas a las enfermedades infecciosas. ” La falta de agua potable (por escasez o por la presencia de contaminantes químicos o biológicos) es un problema mayor para 2 mil millones de personas. En la comida, el agua y el aire hay muchas sustancias que no deberían estar, incluidos los microplásticos, los policlorobifenilos (PCB), las dioxinas y el DDT de los plaguicidas. Muchos actúan como disruptores endocrinos que alteran la resistencia a las infecciones y otras enfermedades.

Otro factor ecológico que se indica, es la simplificación excesiva de los sistemas ecológicos, tanto de los naturales como de los antropógenos (agroecosistemas, ecosistemas urbanos, etcétera), que facilita la expansión de plagas y patógenos infecciosos.

Por todo esto, el doctor Terradas promueve el concepto “Un mundo, una salud”, propuesto inicialmente por la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre con el apoyo de otras entidades de salud pública y animal (entre ellas, la OMS, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, y la Organización Mundial de Sanidad Animal). Él manifiesta que dicho concepto, “nació precisamente de la comprensión de que nuestra salud está íntimamente ligada a la de los ecosistemas que sostienen la vida en el mundo, o sea, a la de la red de relaciones entre personas, animales, plantas y microorganismos. Esta noción se define como una aproximación holística a la prevención de epidemias y epizootias (el equivalente de las epidemias en el mundo animal): mantener la integridad de los ecosistemas beneficia a la humanidad, a nuestros animales y a la biodiversidad.”

Después se describe, que basados en “Un mundo, una salud”, un grupo de expertos estableció en setiembre de 2004 los Principios de Manhattan.

En dichos principios de manera sucinta se propone que para “ganar la batalla a las enfermedades del siglo XXI y mantener la integridad biológica de la Tierra para las futuras generaciones, se requieren aproximaciones interdisciplinares e intersectoriales a la prevención, vigilancia, monitoreo, control y mitigación de epidemias, así como a la conservación ambiental.” De no cambiar el rumbo, se concluye, la pandemia actual es sólo un aviso.