22 mayo,2021 10:02 am

Fallece el cantautor Roberto González, figura emblemática del movimiento rupestre

 

Ciudad de México, 22 de mayo de 2021. Este jueves, a los 68 años de edad, falleció de cáncer Roberto González, una de las figuras emblemáticas del movimiento rupestre y compositor de culto en el ámbito de la canción independiente mexicana.

En redes sociales, amigos y compañeros de oficio informaron y lamentaron la muerte del autor de la canción El huerto, especie de himno generacional que apareció en el legendario disco Roberto y Jaime, sesiones con Emilia (Discos Pentagrama), que grabó en los tempranos 80 junto a Jaime López y Emilia Almazán y en el que da cuenta de la búsqueda lírica y musical en la que se empeñó González a lo largo de su trayectoria.

Además de los temas vivenciales y las rolas de corte urbano, Roberto González también se ocupó de temas sociales, acompañando con su voz y su guitarra distintos movimientos.

Nacido en Alvarado, Veracruz, en 1953, Roberto González fue un persistente defensor y divulgador del son jarocho. Estudió en la Preparatoria No. 5 de la UNAM, donde fundó el Colectivo de la Nueva Canción en los años 70.

Lo despiden sus compañeros

“El que canta va buscando a algún sediento para echarle encima su vaso vacío”.

Con sus canciones, Roberto González aplacó la sed de otros e hizo de El huerto un himno del movimiento rupestre.

Un tema que grabó con Jaime López para Roberto y Jaime, Sesiones con Emilia (1980), cuando el grupo Un viejo amor ya no existía, pero que se reagrupó junto a Emilia Almazán para este álbum, publicado por Discos Fotón del Partido Socialista Unificado de México (PSUM).

En aquella colaboración, ahora histórica, cupieron también canciones emblemáticas como Mi libertad o Satisfaga tus deseos.

“Creo que nunca en mi vida he vuelto a hacer canciones tan claras como ésas, tan sencillas. Yo empecé a componer canciones porque quería hacer canciones sencillas que me quedaran y pudiera cantar”, contó González en Rupestre, el libro, coordinado por el promotor cultural y periodista Jorge Pantoja.

La muerte de González ensombreció a la tropa. Ya había resistido a las embestidas del cáncer, pero regresó por última vez en una forma más agresiva. Todavía a principios de mayo, sus amigos músicos, entre ellos Nina Galindo, Rafael Catana, Carlos Arellano y Eblen Macari, se unieron en un concierto solidario para procurar fondos para su tratamiento.

El cantautor falleció a los 68 años en su casa, el jueves, rodeado de Raquel, su compañera, y su hija Julia, de quienes pudo despedirse. Este viernes lo cremaron.

A una funeraria en San Fernando, al sur de la Ciudad, acudieron a despedirlo diversos colegas, entre ellos Nina Galindo, la única mujer de los rupestres, así como David Haro y Paco Barrios El Mastuerzo, además de recibir, dadas las restricciones por la epidemia, múltiples muestras de duelo a la distancia, muchas de su propio público.

Su última tocada presencial, con su hija Julia, también cantautora, ocurrió en octubre pasado; se presentaron en tres de las plazas de la Unidad Tlatelolco. Desde las ventanas la gente se asomaba para escuchar. Y claro, como era, le pedían El huerto, una canción que él mismo decía que lo sobrepasó.

Al inicio de la contingencia sanitaria, recuerda en entrevista Julia, se sentaba con la jarana a tocar. Y en los últimos meses, se sentaba a escribir. “Antes de la pandemia grabamos un par de canciones; había en proyecto un nuevo disco. Quedó ese proyecto a la mitad”, lamenta.

Pantoja, el autor de Rupestre, el libro, recuerda a su amigo con una frase que le gustaba repetir siempre: “Yo no soy rupestre; yo soy silvestre”.

Desentendido de las preocupaciones mundanas, como la acumulación de riqueza, González se mostró siempre como un artista brillante cuyo talento poético contrastaba con la sencillez de su trato.

“Roberto para mí fue un amigo muy grande porque era un ser humano muy cálido. Era un grande, pero muy sencillo, como son las gentes grandes”, rememora Pantoja en entrevista.

Lo conoció todavía en los años 70, antes del inicio del movimiento rupestre, cuando la UNAM acogió en sus facultades al rock, al canto nuevo y a la música de protesta que la censura por el festival de Avándaro intentó acallar.

“Entre todos ellos andaba el dueto de Jaime (López) y Roberto”, recuerda Pantoja.

Texto: Redacción / Agencia Reforma