20 julio,2020 8:41 am

Fallece el escritor catalán Juan Marsé, autor clave en la literatura en español del siglo XX

19/07/2020 Juan Marsé durante la inauguración de la lectura continuada del Quijote, Premio Cervantes 2008, en España, a 22 de abril de 2009. CULTURA José Oliva - Europa Press

El ganador del premio Cervantes y del de la FIL de Guadalajara, así como vehemente antifranquista, murió el domingo a los 87 años por una falla renal en su natal Barcelona

Barcelona, España, 20 de julio de 2020. El escritor, guionista de cine y periodista Juan Marsé, figura clave de la literatura de las últimas décadas en Hispanoamérica, falleció este domingo en Barcelona a los 87 años, en el Hospital de Sant Pau de Barcelona, informó la agencia literaria Balcells. Con él desaparece uno de los máximos retratistas literarios de la Barcelona de posguerra, desde el realismo social y la ironía.

Marsé (Barcelona, 1933) perteneció a la llamada generación de los 50, corriente que abarca a otros escritores catalanes como Juan Goytisolo, Gil de Biedma, Vázquez Montalbán o Eduardo Mendoza.

En su trayectoria literaria obtuvo el Premio Cervantes, el mayor galardón de las letras españolas, en 2008, entre otros muchos, como el Planeta o el Nacional de Narrativa.

Su verdadero nombre fue Juan Faneca. Al morir su madre en el parto, lo adoptó una familia de agricultores establecidos en el barrio barcelonés de Gracia, y a ella debe el apellido que lo convirtió en uno de los autores más reconocidos en la escena literaria en español. A los 13 años abandonó los estudios para trabajar en una joyería y muy joven hizo sus primeras incursiones en el mundo literario, en concreto con cuentos y relatos. En 1958 ganó el Premio Sésamo de Cuentas con Nada para morir.

La dedicación exclusiva a la literatura tardaría en llegar. En 1960 se fue a París, para trabajar como profesor de español, traductor de películas, guionista y como ayudante de laboratorio en el Departamento de Bioquímica del Instituto Pasteur, donde conoció al biólogo Nobel Jacques-Lucien Monod, de ideología comunista y cuyo ejemplo siguió, afiliándose en Francia.

Fue en 1965, gracias a la obra Últimas tardes con Teresa, cuando Marsé se consagró. La tercera novela de Juan Marsé ya había irritado a los miembros del jurado del premio Biblioteca Breve. Carlos Barral, Josep María Castellet, Salvador Clotas, Juan García Hortelano, Luis Goytisolo y Mario Vargas Llosa guerrearon hasta dar el fallo que dio ganador a Marsé (cuatro votos) sobre La tentación de Rita Hayworth, de Manuel Puig (dos votos). Entre los más enojados, un Luis Goytisolo que había apoyado a Puig y que se sentía molesto –como Salvador Clotas– por la cáustica imagen que Marsé dio a los disturbios universitarios del 56.

En los 70 publicó La oscura historia de la prima Montse (1970) y Si te dicen que caí (1973), un relato a modo de crónica de la Barcelona de posguerra que recibió el Premio Internacional de Novela de México, no publicada en España hasta 1976, por la censura franquista y adaptada al cine por el director Vicente Aranda en 1989.

El amante bilingüe, El embrujo de Shanghai y Rabos de lagartija, publicada en 2000, ganadora de los premios Nacional de Narrativa y el de la Crítica, lo convirtieron en uno de los novelistas en español más importantes.

Su relación con el cine fue intensa, y no sólo por haber colaborado en varios guiones, sino porque muchas de sus novelas fueron adaptadas a la gran pantalla. También trabajó como periodista, en la revista Art-Cinema, como redactor jefe de Bocaccio y Por Favor.

Además del Cervantes, sumó prestigiosos galardones como el Planeta, obtenido en 1978 por La muchacha de las bragas de oro, el Biblioteca Breve (1966), por Últimas tardes con Teresa, el Premio de la Crítica de narrativa castellana (1993) por El embrujo de Shanghai o el otrora Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, en 1997, que da la Feria Internacional del Libro  de Guadalajara y es el premio latinoamericano más prestigioso.

Reacciones

A través de sus obras, Marsé retrató a una sociedad que transitó del franquismo hacia la senda demócrata.

“Marsé narró como nadie la miseria moral de la posguerra y de los años posteriores del franquismo. Las indecencias de los vencedores y el país en el que sobrevivieron los vencidos. Nos hizo entender que de ahí viene nuestra democracia”, escribió en Twitter el jurista español Joaquim Bosch, uno de los innumerables personajes que lamentaron su partida.

“Tristeza honda por la muerte de Juan Marsé. Los recuerdos, la admiración, los libros, no consuelan de la pérdida del amigo. Muerte, muerta seas, muerta y malandante”, publicó el poeta Luis García Montero, director del Instituto Cervantes.

“Se apagó la vida de un guerrero. Ha muerto Marsé, el último de nuestros clásicos, luchador honesto y solitario, ninguneado durante décadas por el nacionalismo local”, lamentó, por su parte, el escritor Arturo Pérez Reverte.

“Recibo en Bruselas la triste noticia de que nos ha dejado Juan Marsé, figura clave de la literatura española. Hombre de firmes convicciones, que a través de sus obras consiguió transportarnos a la realidad social de Barcelona en la posguerra. Mi cariño para su familia y amigos”, dijo en Twitter, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez.

En la misma red social se pronunció Ada Colau, alcaldesa de Barcelona: “Ha muerto Juan Marsé, y en Barcelona nos sentimos como si nos hubieran arrancado un pedazo de nuestra alma. Nuestro compromiso es seguir luchando para que la Barcelona de los barrios que tan bien retrató y amó no muera nunca”.

Ácido crítico de la burguesía

Durante la ceremonia de entrega del Premio Cervantes, máximo galardón de las letras en español, en 2008, un por demás consagrado Juan Marsé compartió sus dos principios literarios básicos:

“Una buena historia que contar y, también, contarla bien. Es decir, esmerándote en el lenguaje, porque será el buen uso de la lengua lo que va a preservar la obra”, expresó.

Con una habilidad descriptiva y para el retrato como la de pocos, ese buen uso de la lengua eternizó no sólo su prolífico corpus literario, sino la memoria del novelista catalán.

De un inicio en las letras brillante y modesto en 1958, cuando aún trabajaba en un taller de joyería, se convirtió en una presencia constante en el jurado de importantes premios literarios. Y más aún, en un ácido crítico de los políticos nacionalistas y la burguesía catalana, sin jamás considerarse a sí mismo como un intelectual, sino sólo un narrador.

“Un lector de ficciones que a veces cree que sólo la parte imaginada de su obra será capaz de preservar alguna belleza con el tiempo”, dijo al recibir el Cervantes, augurando lo que hoy nos queda de sí, al término de su admirable vida dedicada a las letras.

Texto: Redacción, con información de Agencias / Foto: Europa Press