2 julio,2025 8:40 am

Fallece en Texas la destacada cantante mexicana de ópera Gilda Cruz-Romo, a los 85 años

La soprano triunfó en escenarios internacionales y debutó como Margherita en Mefistofeles, en 1969, papel que la llevó a la fama

Ciudad de México, 2 de julio de 2025. Este martes se informó del fallecimiento de la cantante mexicana de ópera Gilda Cruz-Romo, a los 85 años. El deceso ocurrió el sábado pasado y no se dieron detalles de las causas.

Al acercarse al final del aria Vissi d’arte, las lágrimas llenaron los ojos de Gilda Cruz-Romo: un sollozo al final, directo al corazón. Aquella Tosca de 1971 en la New York City Opera culminó con una ovación apabullante que la soprano mereció con creces.

Su debut como Margherita en Mefistofeles en 1969 había constituido el descubrimiento de una “soprano dramática de envergadura, potencia y magnífica calidad”, capaz de producir un “pianísimo de delicada belleza susurrante” en los pasajes suaves y cuya voz “florece en el registro alto; el efecto es emocionante”, elogió The New York Times.

La compañía se hacía de una futura estrella hasta que la Metropolitan Opera House se la “arrebató”. La soprano obtuvo un contrato tras ganar las audiciones del Consejo Nacional de la Metropolitan Opera de 1969.

Desde su “creación fascinante y potencialmente grandiosa” como Cio-Cio San en Madame Butterfly, en diciembre de 1970, Cruz-Romo, la estrella operística mexicana, se mantuvo como una presencia constante durante casi tres lustros en ese escenario, con roles protagónicos al lado de voces como Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y Sherrill Milnes.

“Es la cantante mexicana con más éxito durante el siglo XX, con tres lustros en la Met de Nueva York y las mayores casas de ópera del mundo”, valora Octavio Sosa, ex director de la Compañía Nacional de Ópera.

La soprano falleció el sábado a la 1 de la madrugada en San Antonio, Texas.

“Para todos los amigos, esto es un gran dolor, inesperado, pero no del todo sorprendente. Sin dolor. Sin sufrimiento. Ella estaba agradecida por todo lo que había tenido en su vida. Ahora está con Bob (Romo, su marido)”, publicó la fotógrafa Beth Bergman, su amiga desde 1969, con la que solía hablar por teléfono casi a diario.

Debutó en el Covent Garden de Londres en 1972 y al año siguiente en La Scala, donde participó en dos temporadas. Uno de sus mayores éxitos lo alcanzó con Luisa Miller, al lado de Pavarotti, en una transmisión televisiva para la RAI que la catapultó ante el público europeo.

A lo largo de su carrera abordó más de 40 roles, con una marcada afinidad por el repertorio de Giuseppe Verdi. Encarnó a once de sus heroínas, desde Aida y Leonora hasta Amelia y Desdémona, convirtiéndose en una de las intérpretes más sólidas del compositor italiano durante las décadas de los 70 y 80.

El contratenor y productor Héctor Sosa recopiló grabaciones en vivo de las arias de Verdi con el sello Urtext: “Una joya espectacular porque muestra a la diva de carrera internacional en el esplendor de su voz y de su carrera, con el repertorio que yo creo al que ella le venía mejor para la voz”.

Aunque forjó su trayectoria fuera de México, regresaba con frecuencia para cantar en el Palacio de Bellas Artes, donde fue solista por primera vez con la Sinfónica Nacional, dirigida por Carlos Chávez con las Bachianas brasileiras No. 5 de Heitor Villa-Lobos. Y en 1962 cantó un pequeño papel de La Valquiria.

Tras casarse con Roberto Romo, Bob, en 1967, agregó a su nombre el apellido de su marido, y es como en adelante se le conoce en las grandes casas de ópera.

De los años 70 son memorables sus presentaciones en Bellas Artes de Un baile de máscaras al lado del tenor Alfonso Navarrete con la batuta de Alfredo Silipigni, y el estreno de Ernani, también de Verdi, en ese mismo escenario, un título que se había hecho en el Teatro Nacional en el siglo XIX.

Sin embargo, su relación con el recinto de mármol se resquebrajó en un punto.

“Ella había tenido dificultades con la Ópera de Bellas Artes. Le dijimos que las cosas iban a ser diferentes”, relata el director de orquesta Enrique Patrón de Rueda, quien viajó a San Antonio con Ignacio Toscano para convencerla para que cantara en los 50 años de la inauguración del Palacio.

“Me tocó a mí dirigirla, fue un concierto maravilloso”, dice Patrón de Rueda, a propósito de esa gala de 1984, que circula ampliamente en YouTube.

“Recuerdo que mi primer ensayo fue en la Sala (Manuel M.) Ponce, entré y me temblaba todo, pues es una gran personalidad y yo la admiraba profundamente. Esa voz carnosa y ese tipo de soprano lírico spinto que cada vez hay menos, tristemente”.

Su regreso fue apoteósico, de la platea le lanzaban palomas.

“Fue un programa muy difícil, muy expuesto, maravilloso”, evoca el director de orquesta.

Entregó una célebre Tosca en su última aparición escénica en Bellas Artes en 1987, que no significó el fin de su carrera como cantante. Todavía ofreció algunos recitales en los años 90.

Erika P. Bucio / Agencia Reforma