22 marzo,2024 5:06 am

Gabo: en medio del relámpago

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Adán Ramírez Serret

El pasado 6 de marzo de este 2024, vivimos algo que pensamos no volvería a suceder: salió una nueva novela de Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927-Ciudad de México, 2014), quien falleció hace diez años al mismo tiempo que a la Ciudad de México la sacudía un temblor trepidatorio. Como si la tierra dejara claro que el Nobel colombiano siempre que hacía algo lo hiciera de forma contundente, no podía no temblar la tierra en su partida. Porque sus libros fueron una sacudida para la literatura latinoamericana, que nunca sería la misma después de la redacción deslumbrante del inventor del realismo mágico.
La novela En agosto nos vemos salió en medio de un torbellino, los periódicos del mundo se concentraban en las palabras del prólogo que abre la novela y que firman los hijos de García Márquez, en donde cuentan que tras la terrible y larga enfermedad cognitiva que atacó los últimos años de su vida, García Márquez dijo que había que destruir la novela. Pero que, a diez años de su muerte, volvieron a leerla, y decidieron publicarla. Estamos en el terreno de las obras póstumas, siempre minado e inflamable, sobre el que decía Bolaño, “Suena a nombre de gladiador romano. Un gladiador invicto. O al menos eso quiere pensar el pobre Póstumo para darse valor”. La polémica se instala con su usual incomodidad y tan sólo queda ir directo a la novela.
Desde las primeras líneas estamos ante la contundencia de la prosa de García Márquez, y sucede algo muy raro que llega hasta los huesos: estamos leyendo en verdad un texto inédito; no uno que hubiéramos leído poco o hace mucho tiempo y apenas recordáramos; no, estamos ante una nueva obra, viva y coleando del Nobel que murió hace diez años. Es algo sumamente emocionante, pues hubo varias generaciones –la mía de los ochenta y estoy seguro buena parte del mundo o por decir poco, al menos Latinoamérica–, que leyó no solamente el total de los libros que escribió, sino todo lo que escribiera García Márquez, y a quien por lo mismo es más que un autor y todos llaman: Gabo. Un miembro más de una familia.
En agosto nos vemos es la historia de una mujer que cumple en el verano de cada año un ritual: ir a una pequeña isla a la tumba de su madre para dejarle un ramo de gladiolos. Ana Magdalena Bach está en la medianía de la edad, tiene un esposo que ama y que la ama y dos hijos ya en la adultez. El día que inicia la novela hace el calor habitual de agosto en la isla que empieza a cambiar poco a poco, es cada vez más turística y su encanto pueblerino se va perdiendo. Pero ese día aún persiste lo que Ana Magdalena conoce y todos los del pueblo aún la reconocen. Se queda en el hotel de siempre, compra las flores a la misma florista y se mueve en el taxi con el conductor de todos los años. La maestría de Márquez consiste en que en unas cuantas páginas sabemos todo, muestra al pueblo y a la mujer. Todo listo para comenzar la novela breve.
La historia se va desarrollando en aventuras con una gran verosimilitud, todo sucede de manera natural, y antes de que nos demos cuenta, ya tenemos una sonrisa al descubrir las tribulaciones, las complejidades del ser humano que, me parece, en este caso García Márquez toca con gran sensibilidad: la vida erótica y emocional de su personaje; hasta que en algún momento viene el milagro que vale el libro entero, cualquier libro y momentos que la mayor parte de autores del mundo no tendrán jamás, dice En agosto nos vemos, “Habían dado las dos cuando un trueno sacudió los estribos de la casa, y el viento forzó el pestillo de la ventana. Ella se apresuró a cerrarla, y en el mediodía instantáneo de otro relámpago vio la laguna encrespada, y a través de la lluvia vio la luna inmensa en el horizonte y las garzas azules aleteando sin aire en la borrasca”.
Es un hecho que García Márquez no pudo terminar la novela y en ciertos momentos se siente apresurada; pero estamos ante una de sus obras, no me cabe duda. Porque la literatura no es solamente o casi nunca la conclusión apolínea de la obra; si no, más bien, al menos para mí, la potencia del relámpago que deslumbra y hace la vida diferente para siempre.
Gabriel García Márquez, En agosto nos vemos, Ciudad de México, Diana, 2024. 110 páginas.