27 septiembre,2023 5:15 am

¿Hacia dónde va Bolivia?

 

Gaspard Estrada

 

El pasado domingo el ex presidente de Bolivia, Evo Morales, hizo un anuncio largamente esperado: será candidato de nueva cuenta a la presidencia de la República de Bolivia en las elecciones presidenciales de 2025. En su declaración –ealizada vía la red social X (ex-Twitter)–, Morales citó los ataques en su contra como la fuerza impulsora de su decisión. Alegó que el gobierno del presidente en funciones Luis Arce intentaba marginarlo políticamente, incluso implicándolo injustamente en casos de corrupción.
Este anuncio pone de relieve el conflicto político entre Evo Morales y Luis Arce, que fue su ministro de Economía y ahora es su rival. ¿Cómo explicar esta situación?
No se puede entender la Bolivia moderna sin entender a Evo Morales. En primer lugar, Morales es la encarnación del MAS, el partido gobernante de Bolivia que fundó en 1997 y llevó a tres victorias presidenciales consecutivas. Su elección en 2005 fue un logro sin duda trascendental para la comunidad indígena de Bolivia, que representa al menos el 50 por ciento del país. Como presidente, Evo Morales encabezó la redacción de una nueva Constitución, ratificada en 2009, que consagró a Bolivia como un Estado plurinacional (garantizando derechos y autonomía a los grupos indígenas) y coincidió con una expansión del control estatal sobre los recursos naturales, incluidos el gas natural y el litio. El gobierno de Morales aprovechó el auge de los precios internacionales de estos recursos naturales para distribuirlos entre los pobres, reduciendo drásticamente la desigualdad y la pobreza extrema. Morales fue un presidente inmensamente popular y poderoso, que ganó la reelección dos veces en 2009 y 2014.
Sin embargo, Morales intentó presentarse a un cuarto mandato en 2019, sin que la Constitución – que él mismo contribuyó a redactar – se lo permitiera. Esto provocó una polarización dentro de la sociedad boliviana, que terminó generando las condiciones políticas para que Morales fuera destituido ilegalmente. Evo Morales regresó a Bolivia después de un año de exilio con una fuerza disminuida, pero aún influyente en el MAS. En la actualidad, sigue dirigiéndose al público a diario, dando órdenes a las docenas de diputados que aún le deben sus carreras. También cuenta con la base de votantes y el conocimiento de la maquinaria política boliviana necesarios para ser una fuerza importante en las elecciones de 2025. Su legado es inmensamente importante en Bolivia, pero se ha visto empañado por estos últimos acontecimientos. A sus 63 años, Morales cree que tiene la oportunidad de redimirse y escribir otro capítulo de su historia con otro mandato presidencial, y así lo creen también sus numerosos seguidores.
Por otra parte, Arce ha demostrado ser mucho más que un presidente provisional. Ganando con más del 50 por ciento de los votos en la primera vuelta de las elecciones de 2020, Arce ha ido formando poco a poco un círculo político independiente y ha acumulado un considerable grupo de aliados en un partido político históricamente dominado por las acciones y la personalidad de Evo Morales. A pesar de unas perspectivas económicas inestables, el gobierno de Arce ha logrado un modesto crecimiento económico en circunstancias globales difíciles y ha instalado una sensación de calma en relación con los últimos años marcados por la crisis.
Las posibilidades de que Morales vuelva a la presidencia han cambiado tras los dos años de gobierno de Arce. Arce ha reformulado el atractivo del nacionalismo populista de recursos de Morales desde un punto de vista más tecnocrático y menos personalista. En caso de unas polémicas primarias en el MAS, Arce puede presentar su candidatura como una alternativa probada al dramatismo que definió la presidencia de Evo Morales. Además, Arce lleva actualmente las riendas del poder en Bolivia, lo que le ofrece unas ventajas cuasi-autoritarias sin parangón en la campaña electoral. Todo parece indicar que Arce será nominado en 2025. En este sentido, el anuncio de Evo Morales indica que el conflicto entre evistas y arcistas seguirá aumentando. Arce podría invalidar la candidatura de Morales (como parece ser la norma últimamente); Morales podría amenazar con romper formalmente la coalición de Arce y llevarse consigo a sus aliados en el Congreso. Las acusaciones de corrupción seguirán volando en ambas direcciones. Si esta lógica política se mantiene, lo más probable es que la izquierda boliviana pavimente el regreso al poder de la oposición conservadora.

* Director Ejecutivo del Observa-torio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada