EL-SUR

Miércoles 29 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Política  

“Llega a un pueblo que sufre por la violencia y la pobreza extrema”

En nombre de los sacerdotes da la bienvenida al arzobispo Leopoldo González el ex coordinador de la Pastoral Social Jesús Mendoza Zaragoza, quien le pide no permitir que la población ni los párrocos se resignen a la violencia

Mariana Labastida

Agosto 29, 2017

Al dar la bienvenida en nombre de los sacerdotes al nuevo arzobispo Leopoldo González González, el ex coordinador de la Pastoral Social de la Diócesis de Acapulco, Jesús Mendoza Zaragoza, le dijo que llega a una de las ciudades “más violentas del mundo”, así como a “un pueblo que está atravesando por sufrimientos generados por la violencia y la pobreza extrema, amenazado en su dignidad y en su futuro”.

Pidió al prelado católico que no permita que la población ni los sacerdotes se resignen a la violencia ni abandonen a las víctimas de ésta.
Mendoza fue el encargado de dar la bienvenida a monseñor González en el recibimiento que se organizó en la cancha de la colonia Emiliano Zapata, una de las zonas con más problemas de inseguridad.
“Estás llegando a una de las ciudades más violentas del mundo y a una de sus colonias más emblemáticas por sus carencias y por sus dolencias”.
Aseguró que pretendía ser honesto con la realidad “que duele mucho y que desencadena múltiples tragedias familiares y comunitarias”.
El sacerdote dijo al arzobispo que se mantiene el tesoro de la esperanza, aunque reconoció que como ciudad “estamos aturdidos” porque no acaba la violencia, y que desde hace diez años la muerte se ha adueñado de las calles, “pero algo nos dice que este no es nuestro destino”.
Le dio la bienvenida para que se haga compañero solidario del dolor y la esperanza de los pobladores, que viven tentados “por la maldita resignación”.
Pidió a monseñor que no permita que el pueblo se resigne a las violencias ni que se abandone a las víctimas de las mismas. “Por eso te doy la bienvenida, porque el Señor te ha ungido con su espíritu para que nos anuncies buenas noticias y nuestras esperanzas estén a la altura de las crudas circunstancias que aún nos esperan”.
Mendoza Zaragoza expuso que los sacerdotes de Guerrero han sido testigos de “tanta atrocidad”, así como de la esperanza que no está muerta, la cual ejercitan con su ministerio para fortalecerla, porque es decisiva para no matar el futuro con la resignación.
La resignación que manifestó  paraliza y no permite caminar como sacerdotes, “una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras sacristías y aparentes seguridades; una resignación que no sólo nos impide anunciar, sino que nos impide alabar. Nos quita la alegría, el gozo de la alabanza. Una resignación que no sólo nos impide proyectar, sino que nos frena para arriesgar y transformar”.
Mendoza utilizó las palabras del apóstol San Pablo para describir el estado de ánimo de la ciudad: “Por todas partes nos aprietan, pero no nos aplastan; andamos con graves preocupaciones, pero no desesperados; somos perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no aniquilados; siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Jesús”.
Jesús Mendoza dijo al nuevo arzobispo que lo adoptaban como pastor. Le pidió caminar con el pueblo con los sufrientes y fortalecer las conciencias y las voces para gritar la esperanza y para que nunca se apague. “Porque la esperanza es nuestra compañera de lucha y es nuestra victoria”.