Alejandro Guerrero

Iguala

Unos 30 feligreses de la colonia Villa de Guadalupe en Iguala protestaron y tomaron la parroquia Santa María de Guadalupe para exigir la salida del sacerdote, Luis Antonio Rivera López a quien señalan de supuesta pederastia y apropiarse de los recursos económicos que ingresan a la parroquia.
Cerca del mediodía de ayer los habitantes miembros del comité vecinal de los festejos del 12 de diciembre, el cual preside Edgar Millán, tocaron las campanas de la iglesia para convocar a los vecinos y posteriormente cerraron la puerta de la iglesia con una cadena y candado para evitar el ingreso del sacerdote que lleva cuatro años al frente de esta parroquia.
Edgar Millán denunció que el cura “se la pasa hablando mal de los habitantes de la colonia” Villa de Guadalupe y se queja de que son unos “pobretones”, porque no le dan dinero. Además no ha cumplido los acuerdos con el comité vecinal para llevar a cabo las mejoras de la iglesia.
Denunció supuestos actos de pederastia del sacerdote y narró que el religioso ha acosado a un adolescente de 16 años y que en la iglesia tiene “trabajando” a puro niño. “Tiene a unos cinco jóvenes viviendo en el cuarto, algunos de ellos del municipio de Heliodoro Castillo a los que les paga sus estudios”.
Dijo que antes el padre Rivera López ya había sido corrido de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús también de Iguala, y de otras iglesias de los municipios de Taxco y Tepecoacuilco por las mismas anomalías.
Informó que el sacerdote pedía que le dieran días para que se fuera y los habitantes lo emplazaron a que a más tardar ayer a la media noche se fuera de la parroquia. Por la tarde llegó otro párroco con el acompañamiento de algunas personas y subieron a una camioneta de mudanzas las pertenencias del padre Rivera López.
Después de la 1 de la tarde y ante la presencia de reporteros, los vecinos retiraron la cadena de la puerta y entraron a la iglesia encabezados por el presidente del comité vecinal ante la versión de que adentro estaba uno de los jóvenes al que el párroco le daba “hospedaje”.
Los vecinos se percataron de que el padre había enviado a uno de los jóvenes con unas llaves y un teléfono celular para que se llevara el sagrario con un valor aproximado de 25 mil pesos, así como otros objetos que son usados para oficiar las misas.
En el cuarto de la iglesia fue localizado el joven acompañado de una mujer quienes dijeron ser quienes le ayudan al padre con las actividades de la iglesia. El joven se identificó como sacristán y dio a conocer que el padre le “ayuda” en la escuela. Indicó que el padre le dio la orden de que recogiera el cáliz y otros objetos.
Posteriormente los vecinos los obligaron a abandonar el lugar y antes revisaron sus bolsas y mochilas para evitar que se llevaran objetos de la iglesia.