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Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Guerrero  

En busca de su hijo, desaparecido hace 10 años, excava, mete varillas en la tierra, saca cuerpos y restos humanos

La presidenta de la Asociación de Familias de Acapulco habla de sus actividades, de los recursos que necesita y de su sentimiento: “Es un dolor que te va matando, pero que te va haciendo más fuerte”

Agosto 30, 2021

Emma Mora Liberato de Familiares de Acapulco en Busca de sus Desaparecidos AC durante la entrevista en las oficinas de esa asociación Foto: Jesús Trigo

Ramón Gracida Gómez

“Es un dolor que te va matando, pero que te va haciendo más fuerte” para seguir, dice Emma Mora Liberato, presidenta de la Asociación de Familias de Acapulco en Busca de Desaparecidos, quien no sabe del paradero de su hijo José Alberto desde hace 10 años, cuando tenía 14 años de edad.
En entrevista con El Sur comparte su experiencia como madre y el salto que dio como activista, “nunca pensé que iba a estar yo metida en una oficina levantando una denuncia, mucho menos en una Fiscalía, mucho menos en un Semefo, mucho menos ahora buscando bajo la tierra, excavando, metiendo varillas, oliendo varillas, sacando cuerpos, sacando restos, buscando a uno de mis hijos”.
Habla este domingo, a dos días de que murió la fundadora del Colectivo Chilpancingo María Guadalupe Rodríguez Narciso, “duele mucho que esas mamás y papás que se fueron buscando a sus hijos y que no lograron encontrarlos y ellos se fueron con ese dolor”.
El dolor de Emma empezó el 20 de septiembre de 2011. Era martes y su esposo J. Guadalupe Téllez Castrejón le preguntó por teléfono a las 3 de la tarde por su hijo, que ya medía 1.70 metros y se regresaba solo de la escuela. Emma, quien en ese entonces era docente de la Universidad Americana de Acapulco, no tuvo respuesta y habló a la escuela, donde le dijeron que no se presentó a clases. Luego sonó el teléfono y escuchó la voz de un hombre que decía tener a su hijo y que le debía de pagar una cantidad de dinero por él.
Los primeros días no comía nada y sobrevivía a base de coca cola y café para no dormir “porque sentía que si me llamaban, yo no iba a poder escuchar”. También le preocupaba la medicina que tomaba José Alberto por déficit de atención. Empezó la recolección de dinero y vendieron muchas cosas, “bueno, hasta la plancha”. También recibieron dinero de personas cercanas y conocidas, pero “ni el 20 por ciento de lo que nos estaban pidiendo” pudieron juntar.
En una de las llamadas que recibieron de los secuestradores, Emma hizo una pregunta para saber si en verdad era su hijo “y me colgaron el teléfono y ya no volví a tener noticias de José Alberto, por eso siempre pienso que por mi culpa fue que mi hijo no está conmigo”, dice llorando. Su esposo Guadalupe le agarra la mano y le dice que no, “esto pasó por lo que hicieron ellos”.
El docente del Tecnológico de Acapulco de 59 años no tiene algún puesto en la organización, pero “tengo que servir de apoyo porque si ella se quiebra o se siente mal o tiene algún problema, tengo que ayudarla, apoyarla porque si no es así ya no estaría conmigo, ya a lo mejor estaría muerta”.
A los tres meses del secuestro de José Alberto recibieron una llamada de que estaba en el norte del país trabajando, pero que si entregaban el dinero regresaría, lo cual no sucedió. Fue en mayo de 2012 que seis personas fueron detenidas por el caso, eran vecinas de la casa de los padres de Emma, donde vivían, pero también estuvo involucrada una séptima, una mujer que cuidaba a José Alberto y era pareja de uno de los detenidos.
Su detención no significó el esclarecimiento del caso y el 23 de febrero de 2018 fueron liberados por problemas en el debido proceso y además les practicaron el protocolo de Estambul por tortura. Emma se enteró de ello por los vecinos de la casa de sus padres. Ha alegado que se tomen en cuenta los derechos de su hijo en contra de su liberación, pero en el primer intento el fallo fue a favor de los presuntos responsables y ahora están a la espera del resultado del amparo que tramitaron, el cual se ha retrasado por la pandemia.
“Yo no sé si estuvieron metidos ahí porque en esa calle, donde transita mucha gente muy temprano, y nadie ha querido abrir la boca y decir, sí, yo vi que lo subieron en ese vehículo”, dice Emma. Por los años que lleva desaparecido José Alberto, las autoridades consideran este caso como de “larga data y a esos temas ya no les hace caso, los dejan como olvidados. Si a los recientes, si no estás insistiendo en que los atiendan, no los atienden, pues uno de larga data pues peor”. Cuenta que en las primeras mesas de trabajo que tuvo con el fiscal Zuriel de los Santos Barrila, él le dijo que el caso de su hijo “lo sacara porque ése ya no estaba en la Fiscalía porque como salieron esas personas libres”.
El padre Jesús Mendoza, ahora párroco de La Sabana, convocó a una reunión de familiares con la misma experiencia de Emma y Guadalupe en 2015, pero fue el 19 de enero de 2016 cuando se formó la Asociación Familias de Acapulco en Busca de sus Desaparecidos. Empezaron seis familias y actualmente son más de 290, algunas con más de un integrante desaparecido. Sus resultados son 45 familias que han recibido restos o cuerpos y 37 personas que han regresado con vida, las últimas dos un par de adolescentes de 13 años. Son en total 29 mujeres que faltan por localizar.
Una de las mayores movilizaciones de la organización fue el 13 de marzo de 2018, cuando bloqueó la Costera y logró tener una reunión con el gobernador Héctor Astudillo Flores.
Emma dice que tiene una “buena relación” con el gobierno estatal, con el que ha tramitado distintos apoyos para los integrantes de la Asociación que preside y del cual también tienen atención sicológica por parte de la Comisión Estatal Ejecutiva Estatal en una parte de la casa que le sirve de oficina.
Pero también indica que han faltado muchas cosas. Emma es puntual en su crítica sobre la falta de información que proveen las autoridades respecto al tema y que se da cuenta en sus reuniones con la Fiscalía General de la República (FGR): “Guerrero nunca da información de las fosas clandestinas que se han encontrado, de los cuerpos que se han localizados, de restos y de las fosas comunes que hay en el estado. Es uno de los estados que nunca da información, está en blanco, aparece siempre en blanco. ¿Por qué? No lo sé. O sea, ¿qué esconden? ¿Qué tratan de esconder? Por eso te decía en un principio, si nosotros somos los que hacemos el trabajo, pues que nos ayuden a tener lo que necesitamos”.
Denuncia la falta de personal capacitado “y que también tenga esa sensibilidad por su trabajo y por las familias, que no piensen que cuando vamos a una búsqueda, que van de fiesta”.
Andrés Manuel López Obrador dijo en marzo de 2019 que no habría límites en el presupuesto para buscar a los desaparecidos, “y ¿dónde está ese apoyo? No lo vemos. Al contrario, en lugar de ver el apoyo, lo que hemos visto es que han disminuido el personal y que nos están cambie y cambie y cambie. ¿Y sabes una cosa? Eso es revictimizarnos porque cada vez que nos presentamos con uno nuevo, tenemos que volverle a contar toda la historia y es volver a revivir lo que ya pasamos y lo que nos duele y nos sangra por dentro. Porque nuestro corazón sangra todos los días, pero si te tocan el tema de tus hijos, está peor”, dice Emma, quien trabajaba en la Secretaría de Economía hasta 2018, cuando fue parte de la burocracia despedida por la actual administración federal.
Fue un golpe a su economía porque su sueldo lo destinaba para la localización de José Alberto y las búsquedas en campo implican gastos, “las varillas nos cuestan mucho, cada vez que subimos tenemos que llevar bolsas porque nosotros somos los que llevamos las bolsas para los cuerpos. Los picos no son eternos, se nos quiebran porque hay mucha piedra. Necesitamos guantes”.
Varios integrantes de la Asociación también han perdido su trabajo por tantos permisos que piden para buscar a sus hijos “y obviamente tus jefes se cansan de tantos permisos porque han de pensar que no lo hacemos”, lo cual Emma también vivió cuando se lo dijo su propio superior.
En muchas intervenciones públicas, la presidenta de la Asociación Familias de Acapulco en Busca de sus Desaparecidos reitera que la sociedad ha estado indiferente ante este problema, “indolente se queda corto”, porque las personas te ven “como con lástima”.
Por varios años tomó ansiolíticos y antidepresivos porque no dormía, “a la fecha no duermo normal, duermo unas horas cuando bien me va. Se llegan a olvidar a veces las cosas y vuelves a repetirlas y yo recuerdo que en mi trabajo tomaba las pastillas y hablas así como que te oyes lento, y muchas veces mis compañeros se rieron de mí”.
Pero Emma, de 55 años, sigue y toma cursos para saber sus derechos, el último de medicina forense, para pedir que los peritos hagan bien su trabajo porque “muchas veces ni los nombres de los huesitos o acomodarlos saben. Te vienen poniendo una clavícula donde va una tibia, te van poniendo la pelvis donde va el esternón”.
También estuvo presente en un foro de participación ciudadana de la gobernadora electa Evelyn Salgado para poner en la agenda el tema de los desaparecidos. Y este lunes marcha con la Asociación que preside y presenta el mural con los rostros de algunos familiares que está en el restaurante Los Anafres en playa Papagayo.
–Son diez años. ¿Es el mismo dolor? ¿Es la misma intensidad?
La pareja se mira a los ojos y Guadalupe empieza a hablar: “el dolor creo que sigue siendo el mismo. Cambia de forma porque no es muy igual, hay más desesperación cuando acaban de pasar las cosas, está uno muy desesperado”.
Continúa: “Mucha gente diría, ay, eres un exagerado, la gente que no ha pasado por esto, cree que el dolor no existe. No podemos tener un duelo, cuando alguien muere, pues sí murió un hermano, lo asesinaron, me dolió mucho, no digo que no, pero el dolor es diferente. Lo de mi hijo es tan inmenso, tan grande el dolor que se tiene a todas horas, en todo momento, y más cuando estás solo o por alguna razón estás triste, resulta que te pones más triste”.
“Cuando estás viendo la televisión, un programa y ves a otros papás con sus hijos que la están pasándola muy bien, que tienen problemas, pero al final de cuenta están bien, y tú dices, híjole, yo ya no tengo mi hijo, desgraciadamente”, dice el padre de José Alberto con la voz casi quebrada.
Emma retoma la conversación: “Este dolor me ha fortalecido, este dolor de no tener a mi hijo es el motivo por el que estoy aquí, por el que sigo viva, es el motivo por el que me levanto todos los días porque digo, hoy sí voy a tener noticias de José Alberto. Cuando termina el día, digo, Señor, no hubo nada hoy, pero seguramente mañana sí voy a tener noticias”.
“Podrías pensar que a lo mejor es una exageración, pero para mí cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, para mi incertidumbre y mi dolor va creciendo cada vez más. Y si bien es una esperanza, porque no tengo sus restos, de que pueda estar vivo, pues sí es un dolor que te va matando, pero que te va haciendo más fuerte”, dice.
La Asociación Familias de Acapulco en Busca de sus Desaparecidos puede recibir donaciones por medio de su página web, también ha hecho venta de diversos artículos y trabajan en proyectos para conseguir recursos. A pesar de que declara que su único propósito es saber dónde están los cuerpos, tiene un historial de persecuciones de hombres armados y atentados, el último el 27 de abril pasado en la Ciudad de México después ir a la Fiscalía General de la República.
Por la estación del Metro Portales, una camioneta se acercó al taxi donde iba una comisión de la Asociación de Familias y aventó una botella que golpeó a las puertas del carro, “yo me agacho porque me hubiera dado en la cara totalmente”. La camioneta le bloqueó el camino al taxi, pero según Emma, no se bajaron porque policías de tránsito estaban cerca. La razón detrás del atentado puede ser alguno de los casos de la Asociación, “no todos son iguales y el hecho de andar buscando en fosas es algo a lo que estas personas no les conviene. Entonces para ellos, nos estamos metiendo en terrenos donde no nos debemos de meter”.