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Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Guerrero  

Indígenas de Guerrero en Nueva York ayudan como intérpretes a los que no hablan inglés ni español

Un grupo de migrantes mayoritariamente na savi, me’phaa y nahuas crearon el Consejo de Pueblos Originarios en diciembre de 2020. “Damos asesoría legal y hacemos interpretación y traducción o lo que se requiera, para que el indígena vaya incluyéndose en la sociedad de aquí”, dice el activista Saúl Quizet Rivera, de la comunidad Yuvinani, Metlatónoc

Julio 31, 2021

Zenaida Cantú Aburto y Yoloxóchitl Marcelino Cano, intérpretes indígenas guerrerenses durante una marcha en Nueva York para exigir justicia por la muerte del deliverista Victorio Hilario Guzmán Foto: Heriberto Paredes

Heriberto Paredes / Especial para El Sur

Ciudad de Nueva York

Miles de migrantes indígenas mexicanos en Estados Unidos se enfrentan a situaciones difíciles derivadas de no hablar inglés o español, y la falta de traducción e interpretación en sus lenguas maternas es el mayor obstáculo con el que hay que lidiar. Ello, sumado a la constante discriminación, motivó a un grupo de migrantes mayoritariamente mixtecos, tlapanecos y nahuas de Guerrero a crear el Consejo de Pueblos Originarios en diciembre de 2020.
“Como muchas de las personas que estamos preocupadas por la situación del migrante somos de Guerrero, ya existía la preocupación por crear una institución, algo como Casa Guerrero, pero esta lucha que llevamos nos ha llevado a conocer a otras luchas indígenas que son de Ecuador y de Guatemala, y no podíamos plantear sólo un movimiento indígena guerrerense”, explica Saúl Quizet Rivera, mixteco de la comunidad de Yuvinani, en Metlatónoc, uno de los municipios más pobres en México.
El colectivo surgió en medio de la pandemia de Covid-19, que vino a agudizar las malas condiciones de trabajo y seguridad de miles de migrantes en tres de las grandes ciudades de EU: Nueva York, Chicago y Los Ángeles.
“Queremos darnos voz, eso de que siempre hay gente que nos quiere hacer a un lado, empezar a hablar por nosotros mismos y organizarnos”, continúa Saúl. Hijo de maestros, heredó de ellos la inquietud por hacer algo por la gente y su entorno.
Con más de ocho años en Nueva York, es uno de los fundadores del grupo cultural Tí Toro Miko (El Toro Meco); combina la promoción y difusión de la cultura mixteca con su trabajo de florista y, ahora, las actividades del Consejo de Pueblos Originarios, que brinda acompañamiento a muchas familias indígenas en sus demandas.
“Buscamos los enlaces con el consulado mexicano y con las autoridades neoyorquinas para tratar de ayudar y solucionar las quejas y los problemas que está pasando la comunidad guerrerense –dice Saúl en entrevista para El Sur–. Damos asesoría legal y hacemos interpretación y traducción o lo que se requiera, para que el indígena vaya incluyéndose en la sociedad de aquí”.
Ante la necesidad de realizar trámites y gestiones legales que implican un conocimiento del inglés o, en su defecto, del español, muchas personas que no hablan estos idiomas se quedan impedidas de continuar.
Afirma el activista mixteco: “el indígena, por no poder expresarse, por no poder hablar bien, básicamente llega y toma el rol de ir del trabajo a la casa. Queremos que las personas indígenas puedan llevar una vida digna en esta ciudad”.
Nueva York es un emblema de la diversidad lingüística en Estados Unidos y probablemente en el mundo, pues sólo en esta gran urbe se hablan más de 280 idiomas. A pesar de la existencia de muchos intérpretes para casi todas esas lenguas, no existía quien atendiera las necesidades y pudiera comunicarse adecuadamente con indígenas de México.
En NY también ocurre que si alguien procedente de un pueblo indígena es detenido por la policía no se le explica el procedimiento legal en su idioma; en el mejor de los casos se le asigna un intérprete en español, pero se le niega el acceso a una persona que le acompañe en su lengua materna en todo momento y que le ayude a traducir los documentos que tendrá que firmar.
Esto sucede en Nueva York y en todo Estados Unidos. A diario hay casos de personas que terminan en prisión por no contar con intérpretes adecuados para seguir su proceso judicial.

“Ni pregunté si me iban a pagar”

Nacida en Colonia del Obispo, una pequeña comunidad de la Montaña de Guerrero, Zenaida Cantú Aburto habla tlapaneco o me’phaa y siempre está apurada para llegar a una reunión. La buscan mucho cuando existen casos de interpretación, pues en esta ciudad no residen muchas personas hablantes de su lengua ni de su variante, e incluso la llaman desde el otro lado de EU.
“Desde niña hablé la lengua tlapaneca pero mi familia se fue a vivir a la cabecera municipal de Malinaltepec y ahí entré a la escuela, me costó mucho aprender algo de español, los niños que ya sabían se burlaban mucho de los que no sabíamos y los maestros nos prohibían hablar tlapaneco”.
La vida de Zenaida en Guerrero estuvo llena de complicaciones, no sólo por las carencias materiales. El rechazo que vivió por hablar un idioma distinto al español se combinó con sus intentos por estudiar, trabajar y librarse del constante acoso sexual.
Para encontrar trabajo y seguir estudiando migró muy joven a Tlapa, donde nunca perdió el temor de caer en las redes de prostitución y trata de mujeres que pululan ahí. Tenía entonces poco más de 12 años.
A los 21, tras un largo periodo de inestabilidad económica y educativa, su hermana mayor, quien ya vivía en Estados Unidos, le sugirió que la alcanzara y pagó los gastos del viaje. A mediados de 2006 Zenaida llegó a Nueva York, caminando desde la frontera.
“En la comunidad desconfiaban de mí porque yo hablaba mucho, era atrevida para preguntar o decir las cosas, y eso es mal visto para las mujeres, pero ahora me doy cuenta de que ser así me ha animado para ayudar a la gente, para no dejar de hablar mi lengua, que antes era motivo de discriminación y ahora es por lo que me buscan”.
Hace tres años tuvo la primera experiencia de interpretación gracias a que integrantes de organizaciones que trabajan con migrantes estuvieron preguntando y de voz en voz, finalmente, dieron con Zenaida para apoyar a una persona que requería traducción del tlapaneco al inglés para atender su caso en una corte de Manhattan.
“Yo pasé por esta necesidad de que me tradujeran –recuerda Zenaida–, sé lo que es y dije que sí, aunque no tenía capacitación, porque se trataba de resolver una necesidad. Ni pregunté si me iban a pagar o no”.
Muchos de los servicios de interpretación y traducción son bien pagados cuando se trata de personas blancas, pero si son personas indígenas o afrodescendientes en muchas ocasiones no se paga lo justo o simplemente se pide la gratuidad de los servicios.
Con su primera experiencia, Zenaida comprendió que debía capacitarse para seguir haciendo este trabajo, saber dónde colocarse durante la interpretación, conocer los términos adecuados y si no existen inventar palabras a fin de que se entienda todo, o bien explicar que habla una variante del me’phaa que no es la que se necesita.
Poco a poco le fueron llamando desde distintas cortes, no sólo en Nueva York sino en otras ciudades, y con la pandemia de Covid-19 tuvo que hacer esta labor a través del teléfono. “También aprendí que hay que estar fuertes psicológicamente, porque son historias muy duras”, confía a El Sur.
Luego de haber escuchado tantas injusticias decidió sumar su esfuerzo al Consejo de Pueblos Originarios y hacer más por las comunidades de migrantes.

“Tengo corazón de pollo”

Yoloxóchitl Marcelino Cano, originaria de Alacatlatzala, en el municipio de Malinaltepec, habla la lengua de la lluvia, el tu’un savi o mixteco. Su familia tuvo que migrar a Tlapa por razones de trabajo, por lo que Yolo creció en esa ciudad.
“Crecí con el español, mi madre trabajaba y yo me quedaba en la casa, aunque la escuchaba hablar en mixteco, yo aprendí primero el español”, cuenta a El Sur.
A los 6 años la familia se regresó de nuevo a la comunidad y entró en la escuela, pero sobre todo entró en contacto con la naturaleza, en la que se sentía libre, a pesar de que con sus compañeros de escuela no podía platicar porque no compartían la lengua. Con el paso del tiempo aprendió a hablar tu’un savi.
Mientras estudió, Yolo siempre jugó el papel de quien lee en voz alta en español y aunque tuvo algunos maestros buenos, reconoce que muchos no estaban capacitados y carecían de los conocimientos suficientes, especialmente para la enseñanza del mixteco a nivel escritura.
“Aprendí la lengua escuchando a los niños, a mi abuela. Me siento muy orgullosa, en aquel momento no lo veía así, pero con el tiempo me di cuenta de que yo podía traducirle a mi familia cuando íbamos a la ciudad o ayudar a la gente si necesitaban algo. Ya hacía interpretación, pero no lo sabía”.
Aunque algunas personas de la familia no estaban de acuerdo en que Yolo aprendiera mixteco, su madre siempre la apoyó: “Mi mamá siempre me decía que era muy importante saber la lengua, que la hables y que la entiendas porque ‘nuestra lengua es lo que nos hace únicos y diferentes a las demás personas’, me decía”.
En distintos trabajos que tuvo Yoloxóchitl en tiendas de Tlapa, atendía a las personas hablantes de mixteco que llegaban, les ayudaba a comunicarse. Con esta experiencia, la joven mixteca llegó a Estados Unidos junto con su esposo en 2014.
Después de trabajar durante varios años en la limpieza de casas, Yolo conoció a Saúl y al grupo cultural Tí Toro Miko en el festival NewYorkTlan, organizado por la Red de Pueblos Trasnacionales en 2019.
A partir de este encuentro, se fue acercando a las diversas actividades y proyectos de esta red; uno de ellos fue la capacitación para traducir e interpretar. Yolo se dio cuenta de que lo que hacía en México lo podía retomar en Nueva York profesionalmente y ayudar a los migrantes que no hablan inglés o español. Fue el mismo taller en donde comenzó a capacitarse Zenaida.
“Yo creo que tengo un corazón de pollo, porque con los demás migrantes nunca me ha gustado menospreciarlos, siempre me ha gustado ayudarles”.

Semana de los Pueblos en NewYorkTlán

El Consejo de Pueblos Originarios se ha constituido como un espacio de acompañamiento para casos concretos, como es la muerte del repartidor Victorio Hilario Guzmán, el 23 de septiembre de 2020, y el asesinato de Francisco Villalva Vitinio, el 29 de marzo de 2021.
Sus integrantes han garantizado a las familias de las víctimas la comprensión de los distintos procedimientos legales, y también han servido de puente entre las comunidades de los deliveristas fallecidos y el resto de la comunidad migrante.
Además, dan seguimiento e interpretación a trámites consulares, expedición de identificaciones o cualquier otra solicitud que se les haga.
El próximo 9 de agosto tendrá lugar la Semana de los Pueblos, un esfuerzo cultural y político en donde se difundirán distintos aspectos de la vida de los migrantes indígenas en Nueva York a través de su comida, su música y la cultura que recrean a pesar de estar tan lejos de sus lugares de origen.
Esta serie de actividades se logró tras muchos meses de negociación con el Consulado General de México en Nueva York y con las autoridades locales. Al final de la semana se tendrá una nueva emisión del festival NewYorkTlán, el cual, debido a la pandemia, no pudo realizarse en 2020.