EL-SUR

Martes 21 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Guerrero  

Libra una lucha por su vida y contra el ISSSTE un técnico del Semefo que exige sus derechos

Prestó sus servicios durante 24 años en la morgue, pero le reconocen sólo 21, se queja Martín Vega. Logró fama en 1997 tras el paso del huracán Paulina en Acapulco, donde ayudó a rescatar a 70 de los 300 cuerpos que fueron oficialmente reconocidos, relata

Zacarías CervantesChilpancingo

Abril 22, 2018

Con una pierna cercenada arriba de la rodilla, pérdida de la vista en un 75 por ciento a causa de la diabetes, afectaciones en los bronquios, en los campos pulmonares y en los riñones, padecimientos que son consecuencia del contacto permanente que tuvo con productos químicos, el ex técnico del Servicio Médico Forense (Semefo) de Chilpancingo, Martín Vega Amable, lucha por su vida y contra la burocracia del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), que se niega a otorgarle las prestaciones a las que tiene derecho, incluso a una prótesis.
Vega Amable, quien prestó sus servicios durante 24 años en la institución, pero a quien el ISSSTE le reconoce una antigüedad de 21, logró fama en 1997 durante los daños provocados en Acapulco por el huracán Paulina.
Durante ese desastre, recuerda en una entrevista en las instalaciones de la sección 76 del Sindicato de Trabajadores de Salud, el jueves pasado, alcanzó a rescatar, él junto con un compañero con el que trabajó en pareja, 70 cuerpos de los más de 300 que fueron reconocidos oficialmente.
Entre el legajo de documentos que trae bajo el brazo, que ha acumulado en dos años que lleva haciendo gestiones ante el ISSSTE y ante la dirigencia sindical para que le autoricen su jubilación y le reconozcan sus derechos como trabajador jubilado, guarda una fotografía que, dice, se publicó en casi todos los medios impresos de circulación nacional y local. En ella aparece enlodado cargando a un niño que rescató de los escombros.
El ex técnico forense buscó el oficio de “muertero”, como se le conocía antes a los ahora técnico forense, que son los que acuden a recoger los cuerpos y trasladarlos a las morgues en donde les practican la necropsia, “por servicio a la comunidad”, pues cuenta que antes nadie quería dedicarse a ese trabajo.
Sin embargo, 24 años después de que comenzó su labor altruista, ahora sobrevive a sus 63 años de edad, postrado en una silla de ruedas, porque a consecuencia de una diabetes que se le complicó por su contacto permanente con cuerpos en descomposición, le cercenaron el pie derecho arriba de la rodilla y ha perdido la vista en un 75 por ciento.
También a consecuencia del contacto permanente con productos químicos, como el formol y el cloro, sufre padecimientos en los bronquios, en los campos pulmonares y en los riñones.
Cuenta que sus padecimientos se le acumularon cuando apenas tenía 15 años de servicio, y por incapacidad solicitó al ISSSTE su jubilación, pero la institución pretendía pagarle apenas el 15 por ciento de su pensión, algo así como 3 mil 500 pesos mensuales, lo que le pareció insuficiente para vivir, pues está pagando mil 500 pesos quincenales por una casa al FOVISSSTE, y le quedarían 500 pesos al mes.
A pesar de que sus enfermedades le imposibilitaban trabajar, se siguió presentando por necesidad, hasta que llegó como coordinador del Semefo, Edgar Lemus Delgado, quien se sensibilizó al verlo y se molestó porque ni al ISSSTE ni a la Secretaría de Salud (Ssa) les había interesado su situación, y lo apoyó para que firmara un convenio con la delegación sindical, y solamente se presentara a checar, pero siguiera cobrando su salario completo.
Explica que, lamentablemente, los trabajadores del Semefo no se dan cuenta de cómo se va deteriorando su salud, por las condiciones y el material con que trabajan, porque pese a que cuentan con el servicio médico del ISSSTE no acuden porque son atendidos por los mismos médicos que laboran en la institución.
“Además, muchos no queremos ir al ISSSTE porque te hacen perder mucho tiempo, no te atienden en urgencias, y el problema es que a la larga te trae consecuencias, porque cuando uno se da cuenta ya está bien fregado, ya tiene uno muchos problemas”, dice mientras con la palma de la mano se frota la única pierna completa.
Dice que, en su caso, cuando fue al ISSSTE para que lo atendieran ya había tenido tres parálisis faciales que sólo le habían atendido los médicos del Semefo, y sin que hubiera llevado un tratamiento adecuado.
Cuenta que su organismo también se “averió” porque muchas veces se cayó cargando cuerpos al momento de rescatarlos, y nunca fue a hacerse estudios porque eran los médicos del Semefo los que le daban tratamiento para el dolor.
Añade que acudió al ISSSTE, ya cuando era necesario que le operaran del apéndice y para que le cortaran un dedo del pie izquierdo que, por la diabetes y el contacto con los cuerpos en descomposición, se le había gangrenado.
Se queja que ahí comenzó no sólo su lucha por la vida, sino contra el ISSSTE porque se encontró que para su tratamiento no había medicamentos y tuvo que comprarlos él.
“En una ocasión me estaba convulsionando en la clínica de Chilpancingo y nadie me atendía por falta de medicamentos, y hasta que llegó una a amiga los compró y pudieron atenderme”, recuerda.

Bloquea sus gestiones el encargado del área de Jubilaciones y Pensiones, “el tal Bermúdez”, denuncia

Vega Amable dice que, desde junio de 2017 ha venido gestionando ante el área de Jubilaciones y Pensiones del ISSSTE un dictamen de invalidez para que le autoricen su jubilación, pero que el que está de encargado, un médico de apellido Bermúdez, le ha puesto muchas trabas, primero le dijo que no tenía “régimen”, y cuando fue a solicitar a otra área ese requisito, le dijeron que necesitaban el dictamen para que pudieran darlo de baja como trabajador en activo y le autorizaran el régimen.
Contó que tuvo que ir a las oficinas centrales del ISSSTE en la Ciudad de México, donde le dijeron que para darle el dictamen de invalidez no necesitaba el “régimen”, e instruyeron a Bermúdez para que le entregara el documento.
El ex trabajador del Semefo asegura que el dictamen fue autorizado en enero pasado por las oficinas centrales del ISSSTE, pero el encargado de Jubilaciones y Pensiones de la delegación en Guerrero se lo entregó a finales de marzo.
El problema ahora es que, “el tal Bermúdez” le entregó copias y se quedó con el original, en represalias porque fue a quejarse a la Ciudad de México.
En estas circunstancias, el trámite para su jubilación sigue pendiente, a dos años de que comenzó a solicitarla.
Martín Vega denuncia también que desde hace dos años, cuando le cortaron el pie derecho, viene gestionando un apoyo al ISSSTE para su prótesis, que cuesta unos 70 mil pesos; dice que ese apoyo está establecido en el RT-09 de la institución para otorgarse a los trabajadores con discapacidad.
Cuenta que, a consecuencia de que no le han autorizado su jubilación y que solamente causó baja como trabajador, la institución no le ha cubierto otros derechos, como el seguro de invalidez y el seguro del retiro.
Mientras tanto, se debate entre sus padecimientos crónicos y su grave situación económica a consecuencia de la burocracia del ISSSSTE, según reprocha.
Reclama que su situación es injusta porque, como servidor público, lo hizo con pasión, y entre los casos de los que más se siete satisfecho de haber colaborado está el de la tragedia en Acapulco provocada por el huracán Paulina.
Recuerda que fue en octubre de 1997, cuando apenas le habían autorizado su base. Él había tenido guardia lunes y martes, “pero el miércoles 10, para amanecer jueves 11 Acapulco estaba desaparecido”.
Añade que, a pesar de que había salido de descanso, un día después se presentó al Semefo de Chilpancingo con el doctor Lemus.
–¿Qué pasó cabrón, que haces aquí?, –le espetó el funcionario.
–Vine a apoyar, a rescatar muertos a Acapulco, –le respondió.
–¿En serio, cabrón?, –insistió Lemus, incrédulo.
–Sí, doctor, estoy a su disposición, –le contestó.
Recuerda que cuando llegaron al puerto se encontraron que la ciudad estaba bloqueada y no había paso a causa de los derrumbes y el agua acumulada por todos lados, pero se fueron caminando hasta el Semefo de la colonia Progreso.
Entonces tuvo que soportar el descontento de sus compañeros del Semefo, porque al incorporarse voluntariamente, el doctor Lemus pidió a todos los demás trabajadores del estado que lo hicieran también.
“Todos llegaron con sus caras largas, encambronados, y se fueron contra mí, ‘ya ves hijo de la chingada, por tu culpa el doctor nos obligó a trabajar, porque tú te ofreciste solo’. Él les respondió, no sean así, cabrones, hay que ayudar a la comunidad, lo que estamos haciendo es una ayuda humanitaria, sí, pero estas bien pendejo”, recuerda.
Dice que trabajaron en parejas y que sólo él y su compañero rescataron 70 cadáveres de los más de 300 que hubo.
Otra anécdota que recuerda de entre todos los servicios que prestó, es cuando acudió a atender un accidente que tuvo un matrimonio joven, de entre 18 y 20 años, con un bebé. Él padre se durmió y chocó, falleció su esposa y su bebé. “El hombre lloraba abrazado de su hijo y yo no lo podía desprender para trasladarlo al Semefo, como era mi deber. Esa vez Martín Vega” lloró también.