María Avilés Rodríguez

Chilpancingo

Con la finalidad de generar sonrisas en niños y familias desplazadas de Guerrero, la organización Payasos sin fronteras llegó a Chilpancingo, “nos brindan un poco de alegría en nuestros días de tristeza”, expresaron familiares de desaparecidos.
Con música y bailes, los payasos provenientes de España invitaron a los niños este martes a presenciar el espectáculo en el teatro hundido de la alameda Granados Maldonado.
En declaraciones a reporteros, uno de los organizadores, quien pidió omitir su nombre, informó que el proyecto se llama Ayuda Humanitaria desde las Artes Escénicas, y es en colaboración con la Agencia de la ONU para los Refugiados y Payasos sin fronteras.
Dijo que la gira en México inició el 30 de marzo en la Ciudad de México y terminará el 17 de abril, y que los payasos acudirán también a Acapulco y Tixtla, a la escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
El organizador externó que la finalidad es traer risas a los niños refugiados y en condición de desplazamiento, “traerles un poco de alegría y diversión a los niños y adultos para que olviden un poco todos los problemas que tienen”, expresó.
Payasos sin fronteras tiene 30 años de experiencia y trabajan mucho con la niñez refugiada en Europa, además están en diversos lugares del mundo, entre ellos Ecuador, Colombia y Nicaragua.
El director del Centro de Derechos Humanos Minerva Bello, Filiberto Velázquez Florencio informó que su organización pidió que acudieran a Guerrero.
“No son ajenos a la violencia que ha existido en Guerrero y al desastre natural que dejó Otis en Acapulco, tenían la intensión de venir y compartir con la gente esta terapia lúdica para contrarrestar los efectos que la violencia y los desastres naturales han dejado a la población”, externó Filiberto.
Detalló que los payasos son subsidiados por medio de donativos particulares, “incluso en el Centro Minerva Bello estamos poniendo nuestro granito de arena, es una labor altruista”.
Velázquez Florencio externó que muchos niños del estado de Guerrero no han tenido otra opción más que aprender a tomar un arma, “sabemos que saben más de pistolas que de otras cosas”, por lo que dijo que es necesario recuperarles “un poco la infancia que se les ha robado, por la ausencia del Estado ante la violencia”.
Precisó que tiene un estimado de unos mil niños que han sufrido de la violencia en la zona de la Sierra, principalmente, tanto de desplazamiento como de desaparición forzada.
La payasa Martha Castellón contó que se sentía muy feliz de estar en México porque era su primera vez como colaboradora de Payasos sin frontera, “es una vivencia muy intensa pero maravillosa, por todas las virtudes humanas que estamos viendo en todos los albergues a los que estamos pasando”.
Manifestó que en México los han recibido con los brazos abiertos, “todo el mundo está encantado, te sientes queridísimo por todas las personas”.
El desplazamiento de las familias dijo que es un problema “duro” pero que al final se dan cuenta que la sonrisa y la felicidad es universal, “tanto lo que damos como recibimos es como una burbuja de momentos felices, y que para las dos partes es súper bonito”.
Externó que se logra el propósito de generar sonrisas en los niños y en las familias, “es algo que he percibido en este viaje que llegamos a lugares muy obscuros, y con el espectáculo creamos una burbuja de luz”.
Martha relató que ella es payasa desde hace poco, pero que ha estado en el mundo del espectáculo desde que era pequeña. Dijo que se inclinó más por ser payasa porque “cuando vi un espectáculo de payasos y lo que yo sentía quería que los demás también lo sintieran pero haciéndolo yo”.
Por su parte, la representante del colectivo María Herrera, Gema Antúnez Flores dijo que el espectáculo que dieron los payasos “fue muy bonito porque nos quitan un poquito esa tristeza que llevamos”.
“Los payasos nos devuelven la sonrisa que nos quitaron (al tener un familiar desaparecido), nos brindan un poco de alegría en nuestros días de tristeza”, resaltó.
Indicó que como colectivo llevaron a los niños para que se olvidaran un poco de los momentos tan difíciles al tener una persona desaparecida.