EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Sociedad  

Denuncia la CAMI suspensión de cursos a parteras en Chilapa por supuesta falta de presupuesto

La partería es reconocida por la Organización Mundial de la Salud como parte de una atención integral a las mujeres embarazadas, pero en México aún no tiene suficiente respaldo del Sector Salud

Luis Daniel NavaChilapa

Enero 02, 2019

 

Las parteras Francisca Riqueño y Honoria Marcos, durante la entrevista. Entre las dos han atendido unos 60 alumbramientos en comunidades de Chilapa . Fotos: Luis Daniel Nava

El pasado 21 de diciembre de 2018, directivas, promotoras y parteras de la Casa de Atención a la Mujer Indígena (CAMI) en Chilapa denunciaron que se han dejado de dar cursos de capacitación para parteras en el Centro de Salud de Chilapa con la justificación de falta de presupuesto.
Además esa Casa de Atención disminuyó en 2018 la presencia de parteras que acudían durante la semana a brindar atención. De 10 parteras que había, ahora sólo continúan asistiendo dos.
La partería es reconocida por la Organización Mundial de la Salud como parte de una atención integral a las mujeres embazadas, mientras que en México las políticas de salud han considerado a la partería como una opción para reducir la mortalidad materna, así como su preservación del oficio y capacitación a esas mujeres.

La partería tradicional responde a necesidades de las comunidades aisladas

Las señoras Francisca Riqueño y Honoria Marcos han atendido alrededor de 60 partos en sus comunidades del municipio de Chilapa: se dedican a la partería tradicional, reconocida internacionalmente pero abandonada por el sistema de salud mexicano.
Francisca Riqueño Morales es de la comunidad de Cuahutenango, tiene 68 años de edad, es de complexión mediana y mirada apacible. Hace 30 años una partera de su pueblo le pidió que la asistiera en un parto pero al final la dejó para hacer toda la labor.
No había clínicas de salud en su comunidad ni transporte público en horario nocturno para llegar por sus brechas al hospital ubicado en la cabecera de Chilapa, a unos 45 minutos de distancia.
La mayoría de las mujeres tenían que atender su embarazo y parto en sus hogares solas, con ayuda de sus suegros, padres o de una partera.
La población en ese entonces de unos 200 o 300 pobladores era pobre como ahora y en los partos sólo se usaban o usan petates, sillas, pedazos de cartón, tijeras y remedios naturales como tés que aligeraban el dolor.
A los 40 años, a doña Francisca la invitó una partera que ya había tomado cursos de capacitación en la capital del estado. A la fecha lleva alrededor de 25 partos.
“Le habían pedido atender un parto, después ya no quiso atenderlo. ‘Ve tú, ahorita regreso, voy a mi casa’ y yo esperándola. La paciente con su dolor, apurada en el parto, la tuve que atender y sí, nació bien su bebé”.
“Sí es complicado, a veces no, se ve cuando viene complicado el niño, que no puede nacer pero sí, con el favor de Dios, han nacido bien”.
“Una las compone así para que pronto salga su bebé, les da uno de tomar un té, les doy de tomar el chocolate con la ruda para que pronto nazca el bebé”.
Los partos, dice, los atiende en las casas de las mujeres embarazadas. Sus insumos básicos y hasta rústicos son gasas, unas tijeras para cortar el cordón umbilical y yodo para aplicarlo en el ombligo del recién nacido.
“Es lo único que tenemos nada más. Así siempre”.
Francisca Riqueño dice que es mejor el parto por el método tradicional que por una intervención quirúrgica, pero que si durante el tiempo de gestación el feto no se mueve y permanece sentado, atravesado o está gordo se tiene que recurrir a la atención médica profesional.
“Cuando no viene bien el bebé es necesario de por si, a veces que viene atravesado, que no se puede componer, porque yo mi nieta la atendí: iba, la sobaba, le componía su bebé pero no se pudo componer, sentadito estuvo y no se movía”.
–No se te meneaba anoche, –le preguntó a su nieta–.
–No, no se menea, le respondió.
“Llegó el tiempo de su nacimiento, le hicieron cesárea porque solamente así le sacaron el bebé. Cuando el bebé viene gordo eso también necesita una cesárea porque no puede salir”.
Doña Francisca empieza a sobar o a preparar, como ella dice, a las mujeres desde su primer mes de embarazo, para que los productos se vayan acomodando, pero también recomienda que cada mes acudan las embarazadas al médico a una revisión.

Honoría y su autoaprendizaje

Doña Honoria Marcos Saldaña tiene 43 años de edad y ha hecho su labor de partería en su natal Mexcaltepec, perteneciente al municipio de Chilapa. Durante sus 16 años de labor ha atendido a unas 30 mujeres.
“Allá en Mexcalpetec no había ninguna partera en 2002. Apredí de partera porque una señora de El Jaguey –una comunidad vecina a la que tenía que llegar caminando durante unas tres horas– me enseñó cuando yo iba embarazada de mi bebé”.
“Me iba a las 7 de la mañana y llegaba cuando ya iban a ser las 10, está lejos el camino por carretera y caminitos”.
“No cumplía los 9 meses y me lo acomodaba. Me empezaba a dar de tocar con mi mano.
‘Siente a dónde está y cómo está, ahorita así está, a veces se pone aquí su cabecita’. Y me agarra mi mano me da de sentir, cuenta doña Honoria de tez clara, buen humor y un hablar desinhibido.
“Dice ‘siéntelo para que oigamos, aquí está la cabecita y ahorita lo vamos a acomodar, tu misma acomódatelo, yo nomás te voy a ir enseñando como lo vas a acomodar’”.
“Aprendí de mi y ya después empecé a sobar”.
Doña Honoria aprendió a sobar y acomodarse a los bebés con el último de sus cuatro hijos, durante su propio embarazo.
Sus otros hijos nacieron con partera y otros con la ayuda sólo de su suegra que al nacer les cortaba el ombligo.
De ese embarazo empezó a sobar a algunas jóvenes mujeres embarazadas de Mexcaltepec.
“Una luego así me platicó (una embarazada): –Ay, me duele mi barriga no sé porqué, a lo mejor porqué estoy embarazada.
–Te voy a sobar, le dije, pero yo no quiero que sepan que puedo componer porque me enseñé pero para mi misma. No quiero atender embarazadas.
“Y ella no se aguantó y luego dijo y que otra viene y otra (embarazada) vienen”, cuenta risueña.
Ya después, agrega, empezó a atender aunque no quería.
“Me iban a ver que querían que las atienda y pues las iba a ver a sus casas. Después me empezaron a dar capacitaciones (en el Centro de Salud de Chilapa), ahí fue aprendiendo más”.
“Quise aprender. ‘Aprende te va a servir para tu familia’, me dijo la partera. Y ahí aprendí y como mi esposo también me dijo que aprendiera a sobar si no tenía flojera, lo hice.
‘Les vas a acomodar su bebé porque aquí en Mexcaltepec no hay nadie’. Como él me dejaba y quise aprender”.
“No había nadie, sólo el que nomás les cortaba su ombligo porque para que los acomoden no había, nadie había”.
En ese tiempo, cuenta, vivía la señora Odilia que atendía a embarazadas pero hasta Alcozacán, otra comunidad de la región.
La detección de una mujer embarazada es a los dos meses que no le baja su regla, entonces doña Honoría les recomienda las tabletas de acido fólico para fortalcer al embrión. Eso aprendió en los cursos de la Secretaría de Salud estatal.
“Cuando sienten que les duele las empiezo a sobar y les descansa su barriga. Cuando se sienten mal ya vienen y les digo que aunque no vengan pero su cita con el doctor sí tienen que ir cada mes”.
Una complicación en el embarazo, dice, es cuando a los cinco o seis meses de gestación la cabecita del bebé se les encaja en el abdomen y empiezan a sangrar las mujeres. Es ahí cuando las acomoda y les da de tomar un té de guayaba roja y otra hierba para el dolor y así evitar un aborto involuntario.
Honoria, hermana de 10 hermanos, recuerda que su mamá nuca quiso acudir al hospital para que nacieran sus hijos y que en la mayoría de los casos los tuvo sin ayuda de una partera y sólo con la asistencia de su marido que les cortaba el ombligo a los bebés con el filo de un carrizo.
“Nunca alquiló a las parteras. Antes con carrizo, le ceñían bien con un cagualo y queda cortante, le amarran con trapito o con hilo de cocer y así le cortan el ombligo con el carrizo. Nomás mi papá les cortaba”..
En un caso la mamá de Honoria tuvo que recurrir a un médico por una hemorragia a los siete meses de embarazo, le dieron un suero y a los tres días salió del hospital.
Al momento del parto, dice, las pacientes deben sentirse cómodas.
“Algunas quieren estar acostadas y algunas quieren que les cuelguen una reata para que de ahí se agarren cuando se den fuerza, algunas quieren en una silleta y ahí se mantienen cuando viene el dolor”.
“Y les tendemos el petate o un cartón, un trapo, cuando viene el bebé algunos mucho líquido traen y escurren hasta pa’lla, lejos”, finaliza.