La mirada del pensador, nacido en Seúl y formado en Alemania, da luz “sobre fenómenos complejos del mundo contemporáneo y ha encontrado un amplio eco entre público de diversas generaciones”, destaca el acta del jurado
Mayo 08, 2025
Israel Sánchez / Agencia Reforma
Ciudad de México
El soberano tiene que ser libre, escribió Byung-Chul Han, filósofo surcoreano, en su libro Sobre el poder (2005).
“Si a causa de una situación se viera forzado a tomar una decisión, entonces el poder no lo tendría él, sino la situación coercitiva. Él quedaría expuesto pasivamente ante ella.
“El soberano tiene que ser libre para poder escoger e imponer un determinado comportamiento. Al menos tiene que actuar dentro de la ficción de que su decisión es de hecho su elección, es decir, dentro de la ficción de que es libre”, sostiene Han (Seúl, 1959).
Tales palabras del filósofo formado académicamente en Alemania, que resuenan en el complejo panorama geopolítico actual, con los líderes internacionales reaccionando y ajustándose a los caprichos y ocurrencias de algunos de sus pares más poderosos –o plenamente sometidos ante ciertos grupos–, exhiben el “análisis sumamente fértil” que este autor hace de la realidad, y que ayer le valiera el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025.
“Su mirada intercultural arroja luz sobre fenómenos complejos del mundo contemporáneo, y ha encontrado un amplio eco entre público de diversas generaciones”, destaca el acta del jurado convocado por la Fundación Princesa de Asturias.
“Su obra revela una capacidad extraordinaria para comunicar de forma precisa y directa nuevas ideas en las que se recogen tradiciones filosóficas de Oriente y Occidente”.
Ese particular estilo para transmitir ideas propias y de otros pensadores de forma accesible es algo que los lectores del popular autor de una veintena de libros traducidos a numerosos idiomas, incluido La sociedad del cansancio (2010), también resaltan.
“A mí lo que me llama mucho la atención de Han es, justamente, esta simplicidad con la que puede plantear ideas complejas, ideas filosóficas que están conectadas con una tradición, pero que de alguna manera las saca de esa tradición al presentarlas con una escritura simple”, comparte en entrevista Mario Chávez Tortolero, doctor en Filosofía y académico de la UNAM.
Si bien no ha faltado quien califique esto como “profanar la tradición”, Chávez Tortolero señala que en realidad es algo que se ha hecho siempre; “y es, creo yo, muy importante porque permite que que la Filosofía tenga vida más allá de las academias.
“Creo que estamos en una crisis desde hace mucho tiempo los filósofos y filósofas, justamente, por no tener esta capacidad de llegar a la sociedad y de hacerles ver la importancia de la Filosofía, y de mover sus pensamientos, mover su vida, y que sepan aunque sea qué es lo que hacemos, porque muchas veces ni siquiera lo saben”, opina el académico.
La autoexplotación disfrazada de realización personal, el abandono de la reflexión y el predominio del narcisismo en las sociedades hiperdigitalizadas, son algunas de las principales inquietudes de Han, quien estudió Literatura y Teología en la Universidad de Munich, además de Filosofía en la Universidad de Friburgo, donde se doctoró en 1994 con una tesis sobre Martin Heidegger.
Un mundo extenuado y enfermo por esa falta de pausa y meditación es también parte de lo que explora el pensador ahora laureado, cuyo último libro, El espíritu de la esperanza (2024), curiosamente abandona al pesimismo que recorría sus títulos anteriores, en favor “de una alentadora visión del hombre”.
Como parte del premio, el filósofo recibirá una escultura de Joan Miró, un diploma, una insignia y 50 mil euros –alrededor de un millón 109 mil pesos–. El acto de entrega se celebrará en octubre, en una ceremonia solemne presidida por los reyes de España.
Bajo la lupa crítica
El anuncio del premio a Han no estuvo carente de críticas negativas.
Hace tiempo que el autor al que la Fundación Princesa de Asturias refiere como “sucesor aventajado de filósofos como Roland Barthes, Giorgio Agamben y Peter Sloterdijk” es menospreciado por no pocas personas que lo juzgan de superficial, entre otras cosas.
“La gente que no lee nada –o sea, todos– se toma en serio a Han gracias a coordenadas rigurosamente mercadotécnicas”, apuntaría alguna vez el escritor español Alberto Olmos en una de sus columnas en El Confidencial.
“He leído un montón de libros de Han y tengo mis quejas. Sólo copia, plagia, refríe, recalienta. Su arco de lecturas es muy limitado, básicamente no más de diez filósofos reconocidos son objeto de sus saqueos (…) Emplea la frase corta para conseguir ser leído, y la yuxtaposición para conseguir no ser entendido”, considera Olmos, quien, no obstante, reconoce No-cosas, Quiebras en el mundo de hoy (2021) como “un gran libro”.
Frases lapidarias que “ocasionalmente delatan una racionalidad arrogante incapaz de evadir las peticiones de principio”, es como define la escritura de Han el filósofo Guillermo Núñez en un texto en Nexos, revista en la que el sociólogo Fernando Escalante Gonzalbo dijo sobre Infocracia (2022): “No pasa de ser un libro malo de un autor mediocre, hinchado por la publicidad.
“Encadena sin mucho orden una serie de ocurrencias sin más información que la que podría tener un reportaje sensacionalista. La idea básica, a la que vuelve una y otra vez, es que eso, la digitalización, va a destruir la democracia”, añade el profesor de El Colegio de México.
Sobre el vilipendio a Han, Chávez Tortolero recuerda que en Filosofía “todo se puede poner en cuestión, todo se puede criticar. Entonces, creo que cualquier acercamiento a su obra que pretenda esclarecer y generar un juicio crítico es valioso”, prosigue. “Pero tenerle un prejuicio por el simple hecho de ser popular, ahí es donde yo no estaría de acuerdo; creo que el ser popular no es sinónimo de ser mal filósofo”.