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Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Sociedad  

Ser feminista afuera de la Ciudad de México: cómo es existir y resistir desde la periferia

Decenas de mujeres marcharon en Nezahualcóyotl para exigir a las autoridades que actúen para encontrar a las desaparecidas

Caterina Morbiato El Sur / Ciudad de México

Marzo 10, 2020

Mujeres en la marcha del Día Internacional de la Mujer realizada en Nezahualcóyotl para protestar contra las desapariciones forzadas y los feminicidios en el Estado de México . Foto: Caterina Morbiato

Caterina Morbiato

El Sur / Ciudad de México

El Estado de México es una de las tres entidades, junto con Guerrero y Chihuahua, más peligrosas para las mujeres en México: en los últimos tres años, es donde se ha registrado la mayor cantidad de desapariciones de mujeres y niñas, razón por la cual se emitió la primera Alerta de Violencia de Género (AVG) del país, en 2015. Cuatro años después, en 2019, la situación ameritó una segunda Alerta de Violencia de Género emitida por la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim).
Desde la capital mexicana, a los violentos rumbos de Nezahualcóyotl, Ecatepec, Naucalpan y demás municipios mexiquenses se les llama “periferia”, como si se tratara de lugares amorfos, lúgubres.
Sin embargo, entre las decenas de mujeres que marcharon el domingo pasado por las asoleadas avenidas de Nezahualcóyotl hay quienes reivindican ese carácter periférico: “Las mujeres de la periferia existimos y resistimos”, “Periferia resiste”, eran dos de las consignas en la marcha, una de las que se multiplicaron por las principales ciudades de la República para conmemorar el Día Internacional de la Mujer el domingo.
“Yo llevo dos años y dos meses y no he tenido solución al caso de mi hija. Pero estoy de pie para buscarla y encontrarla”, expresaba María de Lourdes García Arizmendi ante el micrófono, al hablar a las mujeres reunidas en frente del palacio municipal de Nezahualcóyotl.
Lulú, como le dicen sus compañeras, es mamá de Norma Dianey García García. Norma tenía 24 años cuando desapareció después de salir de trabajar, el 15 de enero de 2018.
En este tiempo, los funcionarios del ministerio público le han dado un trato denigrante a Lulú y sus familiares. Han llevado el caso de Norma con ineficiencia y retrasos en las investigaciones.
“Nos intimidaron, nos dijeron mentiras. Aparte de lo que ya estás pasando te hacen sentir lo peor. Tres mantas que he puesto frente al palacio municipal –de Neza–, tres mantas que me han quitado”, relata doña Lulú a El Sur.
En esas calles en donde las mujeres desaparecen, los boletines y las mantas que las buscan y nombran son mal vistos, estorban.
Diana Velázquez Florencio vivía en Chimalhuacán y tenía 24 años cuando le arrebataron la vida, el 2 de julio de 2017. Desde ese día su mamá, Lidia Florencio, y otros familiares se han enfrentado con un largo listado de omisiones por parte de las autoridades mexiquenses y aún esperan que éstas hagan su trabajo y encuentren al feminicida de Diana.
“Hoy estamos aquí por las desaparecidas, por las violentadas, por las que se han quedado en un Semefo sin que nadie las reconozca, por las que aún no tienen un lugar digno para que sus cuerpos descansen, por la negligencia e ineptitud de esos servidores públicos”, dijo doña Lidia en el mitin tras la marcha del domingo.
Pudo haberlo dicho otra madre de una víctima de feminicidio en Guerrero, en Chihuahua. Las palabras se repiten al describir crímenes que se repiten.

Generar empatía
en lugar de destruir

Doña Lulú es parte de la Red de Mujeres del Oriente del Estado de México que Luchan, que da acompañamiento a mujeres que han sido y son víctimas de violencia. Hay amas de casa, estudiantes, profesoras que realizan actividades políticas públicas para visibilizar la situación de la violencia que carcome estos rumbos.
La red nació apenas hace un año. Varias de sus integrantes habían participado, en marzo de 2018, en el Primer Encuentro de Mujeres que Luchan organizado por el movimiento de mujeres zapatistas.
“Cuando voy al encuentro con las mujeres zapatistas me cae el veinte: mi territorio es Neza, porque ahí vivo. Es Chimalhuacán, porque ahí es donde trabajo. Entendí que mi trabajo es en este lado”, cuenta Patricia Álvarez García, activista de la Red.
Muchas asociaciones civiles “que tienen interés en esta parte del país pero muchas veces lo que hacen no tiene que ver con algo práctico, es más bien pura estadística –continúa Patricia–. Cuando las compañeras zapatistas nos dicen ‘vayan y trabajen en sus comunidades’, lo entendemos de esa forma: más que pertenecer a una ONG, nosotras preferimos ser autónomas aunque esto signifique ir más lentas, contar con menos recursos”.
Organizarse y manifestarse por estos rumbos implica procesos distintos de los que caracterizan a la vecina Ciudad de México. Para empezar, enfrentar a los cuerpos policiacos mexiquenses, conocidos por su ferocidad y por gozar de una gran impunidad.
“En Ciudad de México quizá se puedan hacer acciones más contundentes, pero aquí no pasa lo mismo”, reconoce una de las integrantes de Colectiva Moradas en entrevista con El Sur.
“Si nos ponemos a pintar o a destruir los comercios de la gente que vive en estas calles, sería confrontarnos con una persona que ni siquiera es el enemigo a vencer. Nosotras queremos generar empatía para que la gente comience a tomar conciencia de la problemática que se vive ahora”.

Crear un feminismo
“más popular”

La Colectiva Moradas –cuenta la entrevistada, que pide no publicar su nombre– apostó por salir del universo virtual de las redes sociales, donde empezó a tomar forma, al universo real e hizo un llamado para que las interesadas se conocieran en persona y se “acuerparan” entre sí.
También se han vinculado con Vivas Nos Queremos Neza, la Red de Mujeres del Oriente del Estado de México que Luchan y la Asamblea Neza-Chimalhuacán #25N.
Una de las actividades que acordaron para la jornada del 8 de marzo fue la pinta del mural “Queremos a todas de vuelta” en la colonia Las Águilas de Ciudad Nezahualcóyotl, donde han desaparecido al menos cinco mujeres de julio a la fecha, según el monitoreo de la Colectiva Moradas.
“Es necesario que ocupemos las calles para crear un feminismo más popular y más acercado a nuestra realidad. Convocamos a la pinta del mural y, a la par, dimos unos talleres para que la gente de la colonia se acercara: hablamos de prevención del abuso sexual en las infancias y de autonomía sexual para mujeres”, comenta la joven.
La respuesta de las vecinas fue “algo tibia”. Colectiva Moradas lo atribuyó a la aguda campaña de difamación que varios medios de comunicación han emprendido en contra del movimiento feminista: la tendencia a mostrar a las feministas sólo como personas violentas e ignorar el trabajo que hacen en el día a día, como el acompañamiento a mujeres que tienen familiares desaparecidos o que han sufrido violación o abuso sexual.
La Red de Mujeres que Luchan tiene planeado construir en julio próximo un memorial para denunciar los niveles cada día más críticos de la violencia en contra de mujeres. El mes no lo eligieron de manera casual: se cumplirán tres años del feminicidio de Diana.
“Es muy importante que las compañeras de la Ciudad de México volteen a vernos –concluye Patricia Álvarez García–, que nos vengan a apoyar aquí, en Neza, que además es sólo una pequeña parte del Estado de México”.