EL-SUR

Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

A 30 años de Pasión por Frida, pasiones vigentes

Ana Cecilia Terrazas

Julio 09, 2022

El próximo 13 de julio es aniversario luctuoso de Frida Kahlo, quien murió en Coyoacán en 1954 pero, como se sabe, vive con inusitada y enorgullecedora vitalidad en el imaginario internacional, hace presencia en toda exposición fundamental de arte contemporáneo y es líder consistente de los diversos discursos que encarnan las luchas actualísimas en favor de la igualdad.
Las referencias reales y simbólicas de Frida se asoman a un catálogo amplio de niveles empáticos articulados por una mujer única cuyo apellido, por reconocido y conocido que sea, resulta imprescindible ya que Frida es Frida.
Esa Frida que estrenó con inmenso éxito la posmodernidad antes de época y quien al mismo tiempo dio las batallas que en su contexto se debían dar, ha sido estudiada por muchísima gente, explotada su biografía y obra por otras centenas de personas más y recuperada con un gran trabajo y entusiasmo por una de las grandes curadoras y estudiosas mexicanas de Frida, quizá no necesariamente la que más haya aprovechado la fama de aquella para sí, Blanca Garduño Pulido.
Fue en 1992 cuando, siendo directora del Museo Estudio Diego Rivera, Garduño coordinó junto con José Antonio Rodríguez, una exposición inigualable, Pasión por Frida, bajo la tutela de ese esplendoroso Instituto Nacional de Bellas Artes del momento, parte del entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes que dirigía Rafael Tovar y de Teresa.
El libro catálogo que acompañó la exposición, que lleva el mismo nombre, ya es joya coleccionable para quienes tengan interés en el tema y cuenta con textos espléndidos de Garduño –la propia gestora y diseñadora de esta exposición–, de Antonio Rodríguez, Teresa del Conde, Edward J. Sullivan –con una versión en inglés–, José Antonio Alcaraz, Carlos Monsiváis, José Antonio Rodríguez, Martha Zamora, Gustavo García, Ramón Favela –con otra versión en inglés–, Alberto Híjar, Elizabeth Bakewell –también en inglés.
En el texto a manera de coro, voces de autoras y autores procuran descifrar y rastrear justamente de dónde surge, cómo crece, de qué manera se mantiene y sigue siempre aumentando la pasión por esta figura y todo lo que representa, simboliza y significa.
El solo emprendimiento del viaje, ya se antoja infaltable y se extraña una suerte de segunda versión, tercera intentona seria, otro atrevimiento museográfico semejante.
Textualmente, Garduño remataba su introducción en el catálogo con el objetivo propuesto*:
“El cómo se generó un fenómeno multirreproducible, el cómo permaneció latente en diversas comunidades sociales y el cómo se manifestó en distintas expresiones a través de un solo personaje fue la búsqueda y el objetivo de quienes nos abocamos a la tarea de mostrar una Fridomanía generada, por supuesto, por Frida Kahlo…”.
La exposición de hace 30 años logró recuperar esas esencias fridísticas de un cúmulo importante y prestigiado de artistas, personas creadoras: Enrique Hernández, Susana Cato, Lucía Maya, Yreina Cervántez, Xavier Castellanos Salinas, María Elena, Jiménez Huerta, Michael Ríos, Enrique Chagoya, Karen Moss, Alfredo de Batuc, Marco Antonio Arteaga, Arturo Estrada, Nahum B. Zenil, Salvador López Sánchez, Liliana Mercenario, Nickolas Murray, Bárbara Peón Solís, Virginia Benavides, Carlos Alcocer y muchos otros.
Faltaría revisitar biografías, lecturas, otras exposiciones, la propia obra y muchos más ensayos actuales en torno de Frida, para siquiera comenzar a pensar en una respetable relatoría vigente de la pasión por Frida hoy.
Los temas que mueven el subsuelo en favor de Frida quedan a la vista, si bien no agotados: la narrativa propia y original en torno de una relectura única, individual, subjetiva; el feminismo congruente; las posibilidades de in-corporar el dolor; el arraigo en un folklore original y propio; la libre orientación sexual; la convicción pictórico-política en favor del proletariado y la sociedad vulnerable; la redención del binomio arte y discapacidad; el valor de la resiliencia; la redención de la marginalidad; la decisión de muerte cuando se quiere; el re-relato a partir de lo que hay; las historias de poliamor en su definición de entonces; las anotaciones aporéticas y psicoterapéuticas; el milagrerismo y la religiosidad; la particularísima moda…
Al público en general le puede o no gustar la obra de Frida, lo imposible, parece, es no compartir con ella, a través de ella misma o de las huellas próximas, alguna de esas pasiones circundantes.

* Pasión por Frida, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1992

@anterrazas